U2: "El rock no es una cuestión de edad"
Adam Clayton, el bajista de la banda, conversó con LA NACION antes de los shows que esta semana darán en Buenos Aires
Adam Clayton es el bajista del grupo U2 desde hace más de 25 años. De hecho, en los primeros tiempos de la banda ocupó el rol de líder, aunque no por carisma o conocimiento musical, sino por ser el único de los cuatro jóvenes entusiastas irlandeses que estaba medianamente equipado para salir a tocar rock and roll a fines de los 70. Algo así como el dueño de la pelota. Además, era el mayor de todos y, según cuenta la leyenda, por entonces ya era un parrandero fenomenal, cultor de la noche y las fiestas (en 1985 fue detenido por conducir ebrio su automóvil y embestirlo contra un patrullero). Y, es sabido, en Irlanda, la música, el fútbol y la cerveza conforman una trilogía sagrada.
El miércoles y el jueves, U2 actuará por segunda vez en Buenos Aires, como parte del tramo sudamericano de la gira “Vertigo Tour” y por eso Clayton se encuentra del otro lado de la línea telefónica, dispuesto a dialogar con LA NACION.
–¿Qué recordás de los shows de U2 en la Argentina, en 1998?
–Eh, fue hace ocho años… demasiado tiempo. No recuerdo nada. ¿Pasó algo que debería recordar?
La primera impresión sobre Adam Clayton es que parece una persona sincera, que no necesita de la demagogia ni del trato excesivamente complaciente como su amigo Bono. El no es un músico que hace política.
–¿Creés que el excesivo compromiso político de Bono ha hecho que cambiara la percepción del grupo hacia afuera?
–Son dos cosas diferentes. Bono es Bono, ya sabes, es un hombre político, aparece en la primera plana de los diarios, en las secciones importantes. Nosotros figuramos en la sección Espectáculos por lo que hacemos arriba del escenario. Por otra parte, no nos interesa lo que digan de la banda porque estamos enfocados en lo que hacemos, en componer cada vez mejores discos.
–¿Y cuál ha sido hasta aquí el mejor disco de U2?
–Para mí, “Achtung Baby”.
Este hombre de 45 años con aspecto de nerd irredimible suele pararse a la izquierda de Bono cuando U2 sube a escena; ha compuesto un puñado de líneas de bajo memorables y ha sido el único capaz de desestabilizar el equilibrio justo de la banda más exitosa del mundo de los últimos años: en 2005 el “Vertigo Tour” fue el más visto (más de 4 millones de personas presenciaron la gira) y el que más ganancias generó (300 millones de dólares).
–Los medios británicos te señalan como el único en la banda que mantuvo siempre un estilo de vida de rock star, y no a Bono como cualquiera podría imaginar.
(Con tono un tanto molesto) –Bueno, no es tan así, creo que todos tuvimos nuestros tiempos salvajes. Quizás el mío se haya extendido un poco más, pero no fue para tanto. Ahora ellos salen más que yo. A los ingleses les gusta mucho hablar de la vida privada de los demás.
La segunda certeza sobre Clayton, que confirma los datos de archivo, es que no es una persona con demasiadas pulgas y que no le interesa hablar en público de sus quehaceres fuera de la banda. De todas formas, la novela de Clayton merece ser contada una vez más, aunque más no sea de manera concisa.
¿De dónde viene la fama de chico malo de este clon moderno de Buddy Holly? En el extenso viaje que separa la humilde adolescencia en las calles de Dublín del fenómeno universal en el que se ha convertido U2, el joven Clayton ocupó el lugar de oveja negra del grupo. Mientras sus compañeros se enamoraban, se casaban y procreaban, él prefirió deambular por las noches, de fiesta en fiesta, de chica en chica y, también, de detención en detención. Incluso en 1993, el único ateo de la religiosa familia U2 y asiduo protagonista en las revistas de chimentos, logró enamorar a la modelo Naomi Campbell, con quien mantuvo un breve romance y sus acciones como playboy internacional subieron estrepitosamente. Luego llegarían más detenciones por posesión de marihuana y hasta la incautación de su pasaporte, tras hallarlo infraganti en una fiesta nutrida de situaciones ilegales, en Londres. Por esa época, U2 se convertía en la banda más ambiciosa del planeta con el “Zoo TV Tour” (la gira que revolucionó el concepto “show de estadio”) y la policía inglesa decide devolverle el pasaporte para que la gira continúe por Europa, pero le recomienda que no regrese por un buen tiempo a Gran Bretaña.
En medio de aquel fastuoso tour que ubicó a U2 un paso por delante del resto, Clayton da el paso que puso en peligro a este grupo de amigos/músicos inseparables que aún hoy, un cuarto de siglo después, mantiene su formación original. En Sydney, Australia, Adam bebe todo lo que encuentra a su paso y no puede asistir a ninguno de los dos conciertos, es reemplazado por su asistente y marca un hito en la trayectoria de la banda: por primera y única vez U2 sube a escena sin uno de sus fundadores.
–¿Aquella fue la vez que más cerca estuvieron de separarse?
–Quizá, no hemos sido una banda con demasiados malos momentos. Yo estaba mal, agotado de las giras y todo eso. Pero fuimos muy afortunados y conscientes también de que si uno de nosotros se iba de la banda, U2 terminaba ahí mismo, porque el resto no iba a continuar. U2 siempre seremos nosotros cuatro.
–En este tour han incluido canciones del primer disco y para la grabación del último álbum, “How To Dismantle an Atomic Bomb”, convocaron al productor de los primeros años de U2. No es muy común que veinticinco años después una banda esté tan orgullosa de sus inicios como para afianzarse en esa época y tomar impulso hacia delante.
–No, es verdad, pero en cierto punto nos dimos cuenta de que esas canciones aún nos conectaban de alguna forma. Como amigos y músicos. Disfrutamos aquellos primeros años.
–También puede ser una manera de negar el paso del tiempo.
–Sabemos que estamos grandes, pero no creo que el rock sea una cuestión de edad. Es verdad que ya no nos sentimos parte del loco mundo del rock and roll y todo eso, sin embargo siento que supimos encontrar nuestro lugar como entretenedores ligados a la calidad de la música. Afortunadamente, seguimos haciendo buenos discos.
–¿Actualmente continúan componiendo como lo hacían en los años 80?
–Sí, aunque supongo que The Edge se encarga cada vez más de ponerle los tonos finales al trabajo.
–¿Tenés proyectos al margen de U2 para cuando terminen con esta gira?
–No por el momento, aunque en verdad nunca tuve ninguna ambición en esa área. Para mí, el mejor lugar sigue siendo dentro de U2 y en esta etapa la banda me toma todo el tiempo que dispongo. Estoy feliz de trabajar con mis amigos de siempre, uno se acostumbra y con el transcurso de los años nuestra química parece potenciarse.
–¿Qué es lo mejor y lo peor de ser el bajista de U2?
–Lo mejor es que seguimos componiendo buenas canciones, seguimos tocando continuamente y teniendo éxito –hace un mes ganamos cinco premios Grammy–. Además, tenemos una gran audiencia, compuesta por muchos jóvenes interesados en lo que hacemos. En cuanto a lo peor, sin dudas ha sido figurar más de lo que debería en los periódicos sensacionalistas.
–En en este tramo de la gira vienen pisándoles los talones a los Rolling Stones, que tienen un recorrido similar y que la última semana estuvieron en Buenos Aires… ¿Eso tiene algún significado especial?
–Sí, que efectivamente nos estamos poniendo viejos (ríe). De todas formas, creo que es una gran distracción para la gente poder presenciar estos shows gigantescos con una semana de diferencia.
Por Sebastián Ramos
De la Redacción de LA NACION
Adam Clayton es el bajista del grupo U2 desde hace más de 25 años. De hecho, en los primeros tiempos de la banda ocupó el rol de líder, aunque no por carisma o conocimiento musical, sino por ser el único de los cuatro jóvenes entusiastas irlandeses que estaba medianamente equipado para salir a tocar rock and roll a fines de los 70. Algo así como el dueño de la pelota. Además, era el mayor de todos y, según cuenta la leyenda, por entonces ya era un parrandero fenomenal, cultor de la noche y las fiestas (en 1985 fue detenido por conducir ebrio su automóvil y embestirlo contra un patrullero). Y, es sabido, en Irlanda, la música, el fútbol y la cerveza conforman una trilogía sagrada.
El miércoles y el jueves, U2 actuará por segunda vez en Buenos Aires, como parte del tramo sudamericano de la gira “Vertigo Tour” y por eso Clayton se encuentra del otro lado de la línea telefónica, dispuesto a dialogar con LA NACION.
–¿Qué recordás de los shows de U2 en la Argentina, en 1998?
–Eh, fue hace ocho años… demasiado tiempo. No recuerdo nada. ¿Pasó algo que debería recordar?
La primera impresión sobre Adam Clayton es que parece una persona sincera, que no necesita de la demagogia ni del trato excesivamente complaciente como su amigo Bono. El no es un músico que hace política.
–¿Creés que el excesivo compromiso político de Bono ha hecho que cambiara la percepción del grupo hacia afuera?
–Son dos cosas diferentes. Bono es Bono, ya sabes, es un hombre político, aparece en la primera plana de los diarios, en las secciones importantes. Nosotros figuramos en la sección Espectáculos por lo que hacemos arriba del escenario. Por otra parte, no nos interesa lo que digan de la banda porque estamos enfocados en lo que hacemos, en componer cada vez mejores discos.
–¿Y cuál ha sido hasta aquí el mejor disco de U2?
–Para mí, “Achtung Baby”.
Este hombre de 45 años con aspecto de nerd irredimible suele pararse a la izquierda de Bono cuando U2 sube a escena; ha compuesto un puñado de líneas de bajo memorables y ha sido el único capaz de desestabilizar el equilibrio justo de la banda más exitosa del mundo de los últimos años: en 2005 el “Vertigo Tour” fue el más visto (más de 4 millones de personas presenciaron la gira) y el que más ganancias generó (300 millones de dólares).
–Los medios británicos te señalan como el único en la banda que mantuvo siempre un estilo de vida de rock star, y no a Bono como cualquiera podría imaginar.
(Con tono un tanto molesto) –Bueno, no es tan así, creo que todos tuvimos nuestros tiempos salvajes. Quizás el mío se haya extendido un poco más, pero no fue para tanto. Ahora ellos salen más que yo. A los ingleses les gusta mucho hablar de la vida privada de los demás.
La segunda certeza sobre Clayton, que confirma los datos de archivo, es que no es una persona con demasiadas pulgas y que no le interesa hablar en público de sus quehaceres fuera de la banda. De todas formas, la novela de Clayton merece ser contada una vez más, aunque más no sea de manera concisa.
¿De dónde viene la fama de chico malo de este clon moderno de Buddy Holly? En el extenso viaje que separa la humilde adolescencia en las calles de Dublín del fenómeno universal en el que se ha convertido U2, el joven Clayton ocupó el lugar de oveja negra del grupo. Mientras sus compañeros se enamoraban, se casaban y procreaban, él prefirió deambular por las noches, de fiesta en fiesta, de chica en chica y, también, de detención en detención. Incluso en 1993, el único ateo de la religiosa familia U2 y asiduo protagonista en las revistas de chimentos, logró enamorar a la modelo Naomi Campbell, con quien mantuvo un breve romance y sus acciones como playboy internacional subieron estrepitosamente. Luego llegarían más detenciones por posesión de marihuana y hasta la incautación de su pasaporte, tras hallarlo infraganti en una fiesta nutrida de situaciones ilegales, en Londres. Por esa época, U2 se convertía en la banda más ambiciosa del planeta con el “Zoo TV Tour” (la gira que revolucionó el concepto “show de estadio”) y la policía inglesa decide devolverle el pasaporte para que la gira continúe por Europa, pero le recomienda que no regrese por un buen tiempo a Gran Bretaña.
En medio de aquel fastuoso tour que ubicó a U2 un paso por delante del resto, Clayton da el paso que puso en peligro a este grupo de amigos/músicos inseparables que aún hoy, un cuarto de siglo después, mantiene su formación original. En Sydney, Australia, Adam bebe todo lo que encuentra a su paso y no puede asistir a ninguno de los dos conciertos, es reemplazado por su asistente y marca un hito en la trayectoria de la banda: por primera y única vez U2 sube a escena sin uno de sus fundadores.
–¿Aquella fue la vez que más cerca estuvieron de separarse?
–Quizá, no hemos sido una banda con demasiados malos momentos. Yo estaba mal, agotado de las giras y todo eso. Pero fuimos muy afortunados y conscientes también de que si uno de nosotros se iba de la banda, U2 terminaba ahí mismo, porque el resto no iba a continuar. U2 siempre seremos nosotros cuatro.
–En este tour han incluido canciones del primer disco y para la grabación del último álbum, “How To Dismantle an Atomic Bomb”, convocaron al productor de los primeros años de U2. No es muy común que veinticinco años después una banda esté tan orgullosa de sus inicios como para afianzarse en esa época y tomar impulso hacia delante.
–No, es verdad, pero en cierto punto nos dimos cuenta de que esas canciones aún nos conectaban de alguna forma. Como amigos y músicos. Disfrutamos aquellos primeros años.
–También puede ser una manera de negar el paso del tiempo.
–Sabemos que estamos grandes, pero no creo que el rock sea una cuestión de edad. Es verdad que ya no nos sentimos parte del loco mundo del rock and roll y todo eso, sin embargo siento que supimos encontrar nuestro lugar como entretenedores ligados a la calidad de la música. Afortunadamente, seguimos haciendo buenos discos.
–¿Actualmente continúan componiendo como lo hacían en los años 80?
–Sí, aunque supongo que The Edge se encarga cada vez más de ponerle los tonos finales al trabajo.
–¿Tenés proyectos al margen de U2 para cuando terminen con esta gira?
–No por el momento, aunque en verdad nunca tuve ninguna ambición en esa área. Para mí, el mejor lugar sigue siendo dentro de U2 y en esta etapa la banda me toma todo el tiempo que dispongo. Estoy feliz de trabajar con mis amigos de siempre, uno se acostumbra y con el transcurso de los años nuestra química parece potenciarse.
–¿Qué es lo mejor y lo peor de ser el bajista de U2?
–Lo mejor es que seguimos componiendo buenas canciones, seguimos tocando continuamente y teniendo éxito –hace un mes ganamos cinco premios Grammy–. Además, tenemos una gran audiencia, compuesta por muchos jóvenes interesados en lo que hacemos. En cuanto a lo peor, sin dudas ha sido figurar más de lo que debería en los periódicos sensacionalistas.
–En en este tramo de la gira vienen pisándoles los talones a los Rolling Stones, que tienen un recorrido similar y que la última semana estuvieron en Buenos Aires… ¿Eso tiene algún significado especial?
–Sí, que efectivamente nos estamos poniendo viejos (ríe). De todas formas, creo que es una gran distracción para la gente poder presenciar estos shows gigantescos con una semana de diferencia.
Por Sebastián Ramos
De la Redacción de LA NACION
Fuente: LaNacion.com.ar