"Guerra y Paz" Entrevista a U2 en 1983

A 30 años de la publicación de "War", el disco que les sirvió de trampolín para el éxito multitudinario, la Rolling Stones española rescata la primera entrevista que la edición norteamericana de "Rolling Stone" les hizo a unos ingenuos U2: un texto en el que se habla de la religión, de los problemas en Irlanda del Norte y en el que el cantante, un tal Bono Vox, reconoce que es "un bocazas".


Gracias a U2Valencia.com por la transcripción.


GUERRA Y PAZ
Por James Henke, publicada el 9 de junio de 1983

Bono Vox le gusta verse como un revolucionario, un hombre con una misión. Y cuando se enciende, que es casi todo el tiempo, le encanta hablar. Si está con un grupo de gente, domina la conversación. Y si es un cara a cara, la otra persona podrá darse por satisfecha si consigue meter una cuña. Es como si el chaval no pudiera evitarlo, debe propagar el mensaje.

Ahora, con U2 en el cielo volando de un concierto en Londres a otro en Glasgow, Bono está en racha. El asunto a tratar es por qué siente que U2 es un grupo especial, y por qué han conseguido seguidores tan fieles a ambos lados el Atlántico. En un momento en el que la música pop está dominada por grupos de sintetizadores con mucho estilo y elegancia, cuya máxima preocupación parece ser hacer bailar a la gente y que olviden los problemas del mundo, U2 son una excepción.

Por un lado, son un grupo de rock en el sentido más tradicional. Guitarra, bajo y batería: ni teclados electrónicos ni baterías computarizadas. De acuerdo, su sonido es moderno, dominado por la explosiva batería de Larry Mullen y la guitarra neopsicodélica de Dave "The Edge" Evans— pero están muy lejos de los technofunkster modernos. Y War su tercer álbum, no huye de los asuntos importantes: sus canciones tratan temas tales como la lucha en Irlanda del Norte, la de Solidaridad en Polonia y el terror nuclear.

No, definitivamente no se puede decir que el grupo siga la moda. Nada de peinados modernos. Ni sesiones fotográficas en Vogue o The Face. Unos vaqueros negros y una chaqueta militar sirven, gracias. Y su estilo de vida tampoco tiene mucho que ver con el del rockero al uso. Aunque no sigan a ninguna iglesia en particular, tres de ellos —Bono, Mullen y Evans— son devotos cristianos. No fanáticos, aclaro, pero si se aburren en los viajes entre concierto y concierto, puede ser que tomen el Buen Libro y lean unos cuantos versículos.

Y todos esos factores, piensa Bono, hacen a U2 verdaderamente revolucionarios. "En última instancia, el grupo es totalmente rebelde, por nuestra posición contra lo que la gente acepta como rebelión", dice. "Todo eso de las estrellas de rock metiendo coches en piscinas... eso no es rebelión. A la gente le gustaría si lo hiciéramos, y nuestra compañía estaría encantada de pagar los costes, porque saldríamos en las noticias y venderíamos más discos, pero eso no es rebelión".

"La revolución empieza en casa, en tu corazón, en tu negativa a comprometer tus creencias y tus valores. No me interesa la política de la gente que se defiende con palos y piedras, sino la política del amor. Creo que no hay nada más radical que dos personas que se quieren, porque es muy poco frecuente".

Hay dos explicaciones sobre cómo Paul Hewson acabó llamándose Bono Vox. Una es que es una mala traducción al latín de la expresión "buena voz", un alias apropiado para un cantante. La otra es que viene de una marca británica de sonotones, un aparato que nadie necesita si Bono está cerca.

"Soy un bocazas", admite. "Cuando formamos el grupo, yo era el guitarrista solista, cantante y compositor. Nadie me chistaba al principio. Pero luego me convencieron para que dejara de ser solista y agarrara la guitarra rítmica. Y luego, para que dejara la rítmica y fuera solo el cantante. Y luego trataron de que dejara de ser cantante y fuera el manager, pero ahí me planté. Por arrogancia, imagino".

U2 tomaron forma en 1978 en el instituto Mount Temple de Dublín. Larry Mullen era el único con experiencia: había tocado percusión en una banda de música. Cuando le echaron por su pelo largo, decidió formar un grupo de rock y puso un anuncio en el tablón de anuncios del instituto. Bono, el bajista Adam Clayton, el guitarrista Dave Evans (apodado "The Edge" aparentemente por la forma de su cabeza) y su hermano Dick, también guitarrista, respondieron (Dick lo dejó para irse a la universidad, aunque se ha dado a conocer con el grupo de postpunk Virgin Prunes).

Todos los miembros del grupo han crecido en familias de clase media o media-baja: el padre de Clayton es piloto de Air Lingus, el de The Edge es un ingeniero que diseña sistemas de calefacción en el garaje familiar, y los de Bono y Mullen son funcionarios. Y sus familias ayudaron a los chavales a que el grupo despegara.

Los primeros ensayos, por ejemplo, tuvieron lugar en el cobertizo del jardín tras la casa de The Edge, en el suburbio dublinés de Malahide Village. "Se tomaban la música muy en serio", recuerda Gwenda Evans, la madre de The Edge: "Venían cada mañana a las diez y trabajaban muy duro. Yo les hacía la comida. Me sorprendía lo en serio que se lo tomaban".

Pese a ello, se dieron cuenta de que sus habilidades eran escasas y no les daban para hacer versiones de grupos como Television, Talking Heads o Patti Smith, los artistas que les gustaban. Así que decidieron escribir su propio material.

Peso si querían que el grupo avanzara, necesitaban un manager, y la única persona que conocían capaz de hacer ese trabajo era Paul McGuinness. Aunque su currículum se basaba esencialmente en el cine — trabajó en películas como "Zardoz" y "El primer gran asalto al tren" y dirigió anuncios en Dublín — también había sido manager de un grupo llamado Spud. De hecho, les consiguió un contrato en Suecia, un gran logro considerando el — según se dice — limitado talento del grupo.

Al principio, McGuinness se resistió a las insinuaciones de U2. Eran tan persistentes, sin embargo, que finalmente accedió a ir a verlos, para así poder decirles de una vez por todas que no estaba interesado. Pero ocurrió lo inesperado. "La forma de tocar de The Edge era bastante genuina", recuerda McGuinness. "Y Bono miraba al público como si dijera: 'Atreveos a devolverme la mirada'. Y yo sólo había visto antes a artistas que miraban por encima del público aun punto imaginario. Había algo especial en ellos".

Así que McGuinness se enganchó y él y U2 (se decidieron por ese nombre tras descartar otros como Feedback y The Hype) se dedicaron a buscar un contrato. Consiguieron criticas favorables en semanarios musicales como Sounds y New Musical Express, resultado de la astuta táctica de Bono de entregar personalmente los demos del grupo a periodistas que podrían apreciar su sonido. Pero les costó convencer a los A&R de las compañías de discos. Después de varios infructuosos conciertos de presentación en Londres, la banda decidió montar su propia gira por Irlanda, que culminó en una actuación en un recinto para 2.000 personas en Dublín, algo que ningún grupo sin contrato había intentado antes. Bill Stewart, A&R de Island Records, el sello de Chris Blackwell, vio el concierto y los fichó.

Pero ahí no acabaron los rechazos. Poco antes de que se editara su primer álbum, Boy, McGuinness recibió una carta de Warner, la compañía que distribuye a Island en EEUU. "Había mandado un demo a Warner meses antes, cuando aún no habíamos firmado con Island", explica McGuinness, "y me la devolvieron diciendo que no les interesaba". Así que les respondió rápidamente: "Pensé que les gustaría saber que iban a editar nuestro disco unas semanas después".

"Creo que vamos a ser un grupo grande", proclamó Bono Vox cuando Boy salió en EEUU, a principios de 1981. "Hay cierta química que hacía especiales a los Stones, los Who y los Beatles, y creo que también es especial en el caso de U2" .

Fue, desde luego, un vacile espectacular, sobre todo saliendo de la boca de un chico de 21 años. Pero el exuberante sonido de Boy ofrecía una alternativa fresca tanto a las manidas bandas rockeras de cadena de montaje tipo Journey, como a la mecánica música de algunos de los punks de segunda generación del Reino Unido. El resultado fue que el álbum recibió elogios entre los críticos, y cuando U2 fueron a EE UU para una gira de tres meses, su enérgico espectáculo hizo que creciera el número de sus seguidores.

El LP vendió casi 200.000 copias, pero U2 aún estaban lejos de ser un grupo de éxito en EEUU. Así que cuando October, el siguiente disco, salió al año siguiente, McGuinness dio con una buena idea para promocionarlo: meter al grupo en el gigantesco desfile neoyorquino del día de San Patricio. Un grupo irlandés. Un desfile irlandés. Cientos de miles de personas los verían. Genial, ¿no?

Bueno, no del todo. Después de que McGuinness hiciera todas las gestiones para incluir al grupo en el desfile, averiguó que había una posibilidad de que el mariscal honorario fuera Bobby Sands, el militante del IRA que el año anterior había muerto tras una huelga de hambre. Tanto McGuinness como los miembros de U2 estaban decepcionados con la lucha incesante entre protestantes y católicos en Irlanda del Norte y opinaban que las tácticas terroristas del IRA no ayudaban en absoluto a conseguir la paz. Seguramente los organizadores del desfile entenderían que el grupo ya no quisiera participar en las festividades...

Así que McGuinness llamó al amigo que le había ayudado a incluir al grupo en el desfile. Los dos se reunieron en un bar de Nueva York, pero McGuinness pronto se encendió con el debate sobre el IRA. "Mi amigo me decía que bajara la voz", recuerda McGuinness: "El bar estaba lleno de policías de Nueva York, polis irlandeses, y pensaba que nos iban a matar".

Así que U2 no recorrieron la 5ª avenida en carroza. En su lugar, ese día de San Patricio tocaron en el Ritz, una de las salas de rock de Nueva York. Pero la experiencia iba a tener un profundo efecto en la dirección musical del grupo.

Varios meses después, U2 estaban actuando en Belfast, la capital de Irlanda del Norte, escenario de gran parte de la violencia del país. A mitad del concierto, Bono presentó una canción nueva.

"Escuchen, ésta se llama Sunday Bloody Sunday. No es una canción de rebelión, es de esperanza y de indignación", dijo al público, la mayoría de los cuales, sin duda, identificaron el título con el día de 1972 en el que las tropas británicas abrieron fuego sobre manifestantes católicos desarmados, matando a 13.

Luego, Bono leyó algunos versos de la canción: "Broken bottles under children's feet / Bodies strewn across the dead end street / But I won't heed the battle call / It puts my back up / Puts my back up against the wall". Traducción: "Botellas rotas bajo los pies de los niños/ Cuerpos esparcidos en callejones sin salida/ No atenderé la llamada a la batalla/ Tengo la espalda, tengo la espalda contra la pared", antes de continuar: "La vamos a tocar para ustedes. Si no les gusta, háganoslo saber". El grupo se lanzó a interpretar la canción y cuando acabaron, el público gritó salvajemente su aprobación.

"Fue muy emotivo", dice Larry Mullen de esa primera interpretación en directo de Sunday BIoody Sunday, tema incluido en War. "Es una canción muy especial, es la primera vez que hacemos una proclama".

De hecho, los primeros discos de U2 apenas trataban los temas que se muestran en War: Boy miraba a los problemas de la adolescencia, mientras que las composiciones de October tenían letras de una naturaleza más espiritual. Fue la experiencia del grupo con los partidarios del IRA en Nueva York lo que les empujó a escribir Sunday Bloody Sunday. (La letra original comenzaba con un "No me hables de los derechos del IRA".

"Los americanos no lo entienden", dice Mullen, sentado en el restaurante de un hotel de Glasgow unas horas antes de su concierto. Normalmente es el miembro más reservado del grupo, pero el rubio baterista se dispara con un fervor parecido al de Bono cuando se habla del conflicto de Irlanda del Norte. "Lo describen como una guerra religiosa, pero no tiene nada que ver con la religión. Es como "With God On Your Side", la canción de Dylan. Durante las huelgas de hambre, el IRA decía: 'Dios está con nosotros, vamos a misa todos los domingos'. Y los unionistas [la mayoría protestante que exige mantener los lazos con Gran Bretaña] decían más o menos lo mismo. Luego se mataban los unos a los otros. Es muy hipócrita".

De hecho, los versos clave de Sunday Bloody Sunday —los mismos que los críticos que la han visto como una canción puramente política han obviado— son los del final: "The real battle just begun / To claim the victory Jesus won / On a sunday, bloody sunday" Traducción:" La verdadera batalla acaba de comenzar / Para reclamar la victoria que obtuvo Jesús / en un domingo, sangriento domingo".

Como señala The Edge, de quien nació la idea para la composición, en Sunday Bloody Sunday U2 no toman partido por ninguna de las facciones de Irlanda del Norte. Habla de la futilidad de la guerra: "Hay muchos perdedores", canta Bono, "pero dime quién ha ganado". Aunque los miembros de U2 no han experimentado personalmente la violencia entre católicos y protestantes en el Norte, han sido testigos de la segregación existente entre los dos grupos religiosos en su patria. De hecho, un matrimonio mixto como el de los padres de Bono — su padre es católico y su madre era protestante — aún es objeto de desprecio por muchos irlandeses.

"Su relación era una prueba de que la amargura entre las dos comunidades es ridícula", dice Bono de sus padres. "Veo en ambas iglesias aspectos que no me terminan de gustar. Pero quiero pensar que podría ir a una iglesia católica o a una protestante".

Bono fue el primer miembro de U2, en abrazar el Cristianismo. "Cuando era muy joven, experimenté la muerte de cerca, y eso puede despertarte a ciertos hechos", dice refiriéndose a la muerte de su madre cuando tenía 15 años. También fue una muerte en la familia lo que acercó a Larry Mullen a Dios: su madre falleció en un accidente de coche hace unos años.

Pero U2 se cuidan de hablar de sus creencias en público. "Es algo personal", dice Mullen: "Si le hablas a una persona sobre ello, que sea a ella y no a todo el público. No debería ser un enfoque periodístico".

"A la gente le gustaría hacer de nuestras creencias algo sensacionalista, hasta que no significara nada", añade Bono. "Tres de nosotros somos cristianos comprometidos. Refutamos la creencia de que el hombre es sólo el estadío más elevado de un animal, que no tiene espíritu. Cuando se empieza a creer en eso, desaparece el respeto por la humanidad. Eres sólo una rueda en el engranaje, otra colección de moléculas. Esa es parte de la razón del pesimismo que hay en el mundo".

Y aunque los miembros del grupo tuvieron educación religiosa —Mullen viene de una familia católica, The Edge y Clayton de padres protestantes— no les gusta referirse a sus creencias como "religión".

"Todo lo que parece hacer la religión es dividir", explica The Edge: "A mí me interesa y me influye el lado espiritual del cristianismo, más que el lado legislativo, las reglas y las normas". Así que los integrantes de U2 no van mucho a la iglesia, prefieren reunirse en sesiones de rezo privadas.

Y los avariciosos predicadores que comercian en nombre de Dios en la televisión americana levantan su ira. "Enciendo la tele, veo a esa gente y me asusta", dice Bono: "No sólo me dan ganas de apagar la televisión, sino de tirarla por la ventana. Creo que están manchando algo muy potente y bello. Y cuando le digo a la gente que creo en Dios, suelen pensar en las imágenes con las que les bombardean de caballeros muy machos con traje que piden dinero. Y yo pienso: '¿Contra qué estoy?'. Esta batalla es real".

Adam Clayton es el único miembro no cristiano de la banda, y hubo un momento el año pasado en el que el bajista temió que le echaran del grupo porque era "el más débil" y había sucumbido a las tentaciones del estrellato de rock, convirtiéndose en un "maldito borracho". Pero esos miedos desaparecieron cuando Bono le pidió que fuera padrino en la boda con su novia del instituto Alison Stewart, el pasado mes de agosto.

Clayton aún disfruta de algunos de los vicios comunes al rock & roll, pero dice que ahora se encuentra más estable y tiene más confianza en sus razones para pertenecer a U2. "Cuando empecé a tocar estaba confundido", dice. "Me resultaba difícil saber si mi motivación era ser como alguien de un grupo o en realidad quería hacer algo por mí mismo. Me llevó un par de años hacerme mayor".

U2 van a recorrer EE UU de gira en los próximos dos meses y quieren transmitir un mensaje musical. "La música puede ser más", dice Bono: "Sus posibilidades son enormes. La música me ha cambiado. Tiene la capacidad de cambiar a una generación. Mira lo que pasó con Vietnam: la música cambió la actitud de una generación entera hacia la guerra".

Pero la música, opina, ha perdido su poder.

"Creo que War es un disco adecuado para estos tiempos, más que ningún otro", cuenta Bono: "Es una bofetada en la cara del pop. Todo el mundo está cada vez más orientado al estilo, siempre impecables. John Lennon tenía razón en lo que decía sobre este tipo de música; la llamaba 'música de papel para la pared'. Muy bonita. Muy bien diseñada. Música para escuchar mientras tomas tu desayuno".

"Se suponía que el punk iba a ser una revolución, pero la verdad es que no lo fue", continua: "Era algo en cierto modo artificial, manipulado para formar parte de la moda. Pero nosotros nos lo creímos. El punk rock nos empujó a tratar de devolver a la música a sus raíces".

A juzgar por la respuesta de War (el álbum ya ha vendido casi 500.000 copias y se acerca al Top 10) los norteamericanos están empezando a escuchar a U2. Pero a la vez que les proporciona un público más amplio, el éxito también significará más presión sobre el grupo.

Un grupo cuyos miembros son aún bastante jóvenes (Bono y Clayton tienen 23 años; The Edge y Mullen, 21) puede ser bastante impresionable. Hasta ahora, han conseguido evitar la mayor parte del circo del rock optando por no mudarse a Londres. Con la excepción de Bono, que vive con su mujer en una casita en una playa de Dublín, los músicos aún residen con sus familias. Sin embargo, también eso cambiará en un futuro próximo. "A finales de este año por fin podré decirles que tienen suficiente dinero para comprarse sus propias casas", dice el manager McGuinness.

Pero U2 no tienen miedo de enfrentarse al futuro. "Creo que lo más importante en la vida es conservar el optimismo", dice Clayton. "No tiene por qué ser algo que obtengas del cristianismo. Simplemente has de sentirte así en la vida".

Y tratan de proyectar ese sentimiento a través de su música. "La esperanza que contiene la música viene de la esperanza del grupo", dice Bono. "Creo que es hora de defender nuestro espíritu, hasta lo más profundo. Hay mucha fe dentro de este grupo".