Mientras los Stones son felices explotando su catálogo largamente compilado 40 años atrás, los rockeros irlandeses están empujando un material nuevo para probar su relevancia
Para aquellos cuyas tiendas de nostalgia musical y bandas de rock clásicas siguen en decadencia, la temporada de conciertos de este verano norteamericano debería ser un bienvenido vigorizante. La semana pasada U2 lanzó su iNNOCENCE + eXPERIENCE Tour en el Rogers Arena de Vancouver en apoyo a su último disco Songs Of Innocence.
El 24 de mayo, los Rolling Stones aterrizarán en San Diego para dar inicio a su propia gira norteamericana. Titulada Zip Code Tour [Gira Código Postal], es aparentemente una forma de apoyar el relanzamiento del 9 de julio de Sticky Fingers de 1971. Que estas dos bandas estén nuevamente batallando por la gira de supremacía mundial no es nada nuevo, pero a pesar de las similitudes, la motivación impulsora detrás de cada una de esas giras es notablemente diferente.
Para los Stones, el Zip Code Tour será lo que cualquiera de sus últimas tres décadas de shows en vivo han sigo: una buena dosis de nostalgia, una oportunidad de maravillarse de la aparente inmortalidad de Keith Richard, y una licencia para imprimir dinero. Después de todo, el último intento de grabar en relevancia de Mick, Keith, y compañía, vino con Steel Wheels de 1989. Para el Voodoo Lounge de 1994, fue bastante claro que cualquier material nuevo sería algo más que una escusa para salir de gira. Aunque Keith recientemente dio a entender la posibilidad de que los Stones volverían al estudio, el hecho es que ellos están actualmente apoyando un disco de más de cuatro décadas de antigüedad muestra que no tienen reparos de explotar su pasado. ¿Y por qué lo harían? Son los Rolling malditos Stones.
Para U2, sin embargo, la etiqueta de “acto de nostalgia” es aparentemente insostenible. Ellos no ven al iNNOCENCE + eXPERIENCE Tour como simplemente una itinerante rocola de grandes éxitos, o como un argumento de venta para Songs Of Innocence. Ellos lo ven como un intento más de relevancia musical. Es un verdadero desafío para una banda compuesta de cuatro hombres en sus 50 años; y no es que no han pasado por esto antes. Después de la relativa decepción de Pop de 1997, U2 llegó a disparar nuevamente, al menos comercialmente hablando, con All That You Can’t Leave Behind del 2000.
Pero este nuevo round de persecución de relevancia se siente diferente de alguna manera. En lugar de dejar que las canciones hablen por si solas, Bono ha pasado mucho tiempo hablando acerca de cómo las canciones nuevas hablarán por ellos. Y basado en el número de canciones de Songs Of Innocence que están en los setlists de los primeros shows, hay una desesperación que no habíamos visto de U2 antes.
Irónicamente, el método de los Stones de sellarse a sí mismos en los 70, en realidad, ha mejorado su relevancia a lo largo de la última década. La nostalgia es una herramienta poderosa, y si has alcanzado un cierto nivel de status y de arrogancia en tu apogeo, entonces puedes solo dejar pasar el tiempo lo suficiente como para que el ciclo regrese a tu favor. Funcionó para Sinatra, y para Jonnhy Cash, y está actualmente funcionando bastante bien para los Stones. Quizá U2 podría haber seguido este camino después de All That You Can’t Leave Behind, una zambullida a través del páramo de los padres del rock para solo emerger en el otro lado como algo retroactivamente genial y relevante. Pero ellos siempre han necesitado, lisa y llanamente, ser unos artistas contemporáneamente prósperos en vez que unos clásicos nostálgicos.
Que los Stones puedan pasarla bien con su pasado glorioso hasta el final es largamente un testamento de lo grandiosos que fueron, y lo genial que es su música. U2 nunca fueron tan geniales como los Stones, incluso durante sus picos en los 80 y 90, pero sus mejores canciones sin duda son tan buenas. Y aunque U2 fácilmente podría, de igual manera, vivir sin problemas de sus glorias pasadas, es su fervor creativo, el mismo fervor que ayudó a inspirar clásicos como “Where The Streets Have No Name” y “One”, el que los mantiene en movimiento hacia delante en vez de estancarse para sacar provecho del pasado. El fervor tiene más que ver con una necesidad de expresión. Y esa necesidad no necesariamente suscribe a la fecha de expiración impuesta por la cultura popular, que ha sido durante mucho tiempo el dilema del artista.
Últimamente, entonces, el crimen real de U2 es que quieren continuar agregándose al panorama musical en una cultura popular que está menos dispuesta a escucharlos. Parece un deseo razonable para un grupo que ha estado creando la mayor parte de su vida. Después de todo, solo porque los Stones tienen contenido como para descansar en su catálogo musical no significa que U2 tendrían que ser así. Pero, también, eso no significa que la gente los escuchará si crean algo nuevo, o que no se van a poner como locos si las canciones nuevas aparecen en su iTunes sin permiso. Cuál es la apuesta cuando se favorece a la creatividad por encima de la herencia. Al final, son realmente dos filosofías opuestas en cómo envejecer como una banda de rock en grande, ¿perseverar en la creatividad hasta las últimas consecuencias, o relajarse y pulir tu brillante legado tanto como puedas?
Fuente: TheGuardian.com