Paul McGuinness esta por vender su compañía y renunciar como manager de la banda más famosa del mundo.
Paul McGuinness posó sus ojos por primera vez en un incipiente U2 en el Project Arts Centre de Dublín en mayo de 1978.
El novato manager vio algo en la forma de tocar la guitarra de Edge y en la forma desafiante de enfrentar al público de Bono que le hizo sentir que el cuarteto podría ser algo muy grande algún día.
Fue uno de esos momentos fortuitos que cambiarían la fortuna de ambos, de McGuinness y de U2. Es difícil creer que Bono y sus amigos se hubieran convertido en una entidad tan grande si no fuera por el cuidadoso manejo de McGuinness a lo largo de los últimos 35 años.
Más que un quinto miembro de la banda, cuyas ganancias siempre han sido divididas en cinco partes iguales, él es justamente considerado como uno de los mejores managers en el negocio.
Fue McGuinness el que concretó el acuerdo con Island Records y que fue clave para mantener a la banda en el camino cuando todos (con la notable excepción de Adam Clayton) querían dejarla debido a sus fuertes creencias religiosas.
Y fue gracias a sus persuasivos súper poderes que U2 obtuvo regalías extremadamente favorables al momento del lanzamiento de The Joshua Tree. Se rumoreó que fue tan alto como el 28%, más que el doble de la norma en la industria, haciendo a la banda de Dublín tan poderosa como lo eran popularmente.
La gran fuerza de McGuinness es su entusiasmo por seguir adelante y tomar riesgos, los grandes acuerdos con Appel y Live Nation han mantenido al dinero fluyendo, incluso en un ambiente de descenso de ventas de discos.
También habría usado su inteligencia en los negocios para hacer a U2 fiscalmente tan eficiente como posible, de aquí esa controversial decisión de mover los asuntos fiscales de la banda a Holanda en 2006.
Sin embargo, no todo lo que McGuinness ha tocado se convirtió en oro. Él invirtió fuertemente en el fracasado juego Quasar en los 80 y algunos de los artistas que ha manejado, incluyendo a Paddy Casey, se han tenido que esforzar para ser más que una atracción periférica.
Pero esta elegante figura, reconocida como un narrador, dirigió el barco de U2 con ímpetu tanto en momentos malos como buenos y será intrigante ver cómo les va a Bono, Edge, Adam y Larry con el igualmente legendario manager de Madonna, Goy Oseary, al timón.
Fuente: Independent.ie