Crítica: 5/5 Estrellas por Neil McCormick
“Todos hemos venido en busca de América,” cantó Bono en la oscura y soñadora coda del clásico de U2 “Bad”, dándole un giro positivo a una de las canciones más pesimistas de Paul Simon. Eso fue la clave para una noche que empezó prometiendo un abrazo reconfortante a la nostalgia pero que entregó algo mucho más urgente, un “grito de corazón” por un país dividido, y un llamamiento para la restauración de los ideales más notables de América. “Algunos piensan que el sueño está muerto,” dijo Bono durante “Pride”, implorando a 50 mil fans a cantar juntos el himno celebrando a Martin Luther King. “¡Quizá el sueño solo nos está diciendo que nos despertemos!”
Estas canciones fueron el preludio para que la súper estelar banda irlandesa interpretara su multimillonario en ventas y dominante mundial disco de 1987, The Joshua Tree, de forma completa y en su orden original. Este tipo de sets con discos favoritos se ha estado volviendo cada vez más popular entre músicos y públicos de cierta época. En sus 40 años de vida, U2, ha resistido revolcarse en su pasado, siempre insistiendo en salir de gira con proyectos nuevos y determinados en mostrarse como artistas activos y contemporáneos. Como resultó ser, este revival del 30º aniversario de su clásico exitoso no podría haber sido más oportuno.
El título original era The Two Americas y está compuesto por canciones que alaban y atacan alternativamente lo mejor y lo peor del sueño americano, confrontando fuerzas de opresión y ofreciendo socorro a los oprimidos. El asalto del rock pesado de “Bullet The Blue Sky” sigue siendo un aullido feroz de rabia, pero fue equilibrado por el alma góspel de “I Still Haven’t Found What I’m Looking For”, y la revoltosa alegría de “In God’s Country”.
El blues malvado de “Exit” vio a Bono cargarse el enorme escenario con el pretexto de un predicador psicótico, mientras el guitarrista The Edge provocaba la electrizante tormenta de distorsión sobre la sección rítmica tronadora del baterista Larry Mullen Jr y el bajista Adam Clayton. Fue precedida por cortos fragmentos de un show televisivo de los cincuenta, llamado “Trackdown”, en el cual un siniestro charlatán de nombre Walter Trump trata de persuadir a un pueblo del oeste a construir un muro, y cuando un vaquero se queja, “Eres un mentiroso, Trump,” un enorme vitoreo resonó a través del estadio de Seattle.
Fue la única vez que la palabra Trump fue mencionada durante esta represalia de un disco concebido en la era Reagan. El habitualmente locuaz Bono de U2 estaba con una fantástica voz, pero resultó inusualmente callado entre canciones, dejando que la música hablara. Pero el mensaje no podía haber sido más claro, reforzado por imágenes evocadoras en una pantalla gigante y de súper alta resolución. Cada canción fue enmarcada por un film individual hecho por el fotógrafo Anton Corbijn. Eddie Vedder de Pearl Jam y la banda soporte, Mumford & Sons, se unieron a U2 en el escenario para el final del disco, “Mothers Of The Dissaperad”, ofreciendo un emocionante canto de resistencia estoica al fascismo.
Si el set principal del The Joshua Tree demostró lo potente que puede ser el rock cuando se reduce que su primitiva esencia de banda de guitarra, el final – que tuvo algunos de los grandes éxitos de la banda – estuvo con U2 completamente armado con loops, secuenciadores, sintetizadores y efectos especiales. Entre las versiones explosivas de “Beautiful Day” y “Elevation”, Bono le pidió a su audiencia americana a tomar el control de su destino político: “¡Los gobiernos deberían temerles a sus ciudadanos, no al revés!”
Mientras el show llegaba a su fin, durante la devastadora versión de “Miss Sarajevo”, un estadio repleto de americanos podía ser visto animando a una imagen de una joven refugiada musulmana siria, mientras Bono recitaba el fragmento de la Estatua de la Libertad de “El Nuevo Coloso” de Emma Lazarus, “Dame tus cansados, tus pobres, tus masas amontonadas gimiendo por ser libres.”
Fue algo movilizante. La gira original del The Joshua Tree en los ochenta de U2, estableció su reclamo de ser la banda de rock más grande de su época. Treinta años después, aun persistiendo absurdamente en su creencia de que el rock and roll puede cambiar el mundo, ellos han podido incluso, este, eh, haberse superado.
Fuente: Telegraph.co.uk