La edición Nº 134 de la revista Rolling Stone Argentina salió por fin publicada la entrevista que se conociera hace ya un tiempo en otros países. Acá les dejo la trascripción completa de la misma (mil gracias a Fiorella por los scans).
Bono, el primer estadista del rock and roll, habla de la redefinición del grupo de cuánto vale trabajar de superhéroe en tiempos de crisis. Por Brian Hiatt (Revista Rolling Stone Argentina - Edición de mayo de 2009)
Debería haber sido suficiente, incluso para Bono. Tener a Lincoln detrás de él, a Obama a su derecha y a una multitud de 400 mil personas que iba desde el monumento a Washington hasta perderse en el horizonte. Y la oportunidad de citar el famoso discurso de Martin Luther King (“Tengo un sueño”) desde el mismo lugar en que éste lo pronunció. “No estuvo mal”, dirá después Bono desde el atestado tráiler donde funciona el backstage de la banda, al tiempo que asiente con la cabeza y una media sonrisa se le dibuja en la cara. Unos lentes de sol anaranjados le ocultan los ojos; tiene el pelo muy corto, con unas franjas rapadas a cero sobre ambas sienes, como si fueran pistas de carrera para sus ideas. “¡Ese público! Supongo que el hecho de que pensara que podía conectarme con cada uno de ellos constituye un síntoma temprano -o tardío- de megalomanía.” Pero Bono se siente decepcionado de que el plan original no se haya cumplido: la imagen de Martin Luther King se iba a proyectar por las pantallas de video y su discurso de 1963 iba a volver a oirse en el Nacional Mall; y cuando el público escuchara “gracias a Dios todopoderoso, somos libres al fin”, U2 habría entrado con “Pride (In The Name Of Love)”. En vez de eso, Samuel L. Jackson hizo la presentación de la banda, que apenas se escuchó. “Sacaron el discurso”, se lamenta Bono, todavía vestido con la ropa que usó en el show, incluyendo una bufanda negra con un poema de Rainer Maria Rilke estampado. “Estábamos con el equipo de Obama, y dijeron que era cuestión de modestia. Les parecía pretensioso. ¿A ustedes les parece? Digo, está buenísimo que sean cuidadosos, pero habría estado bárbaro que lo viera la familia de King.” Edge, extrañadamente mareado por la adrenalina del show, se suma a la conversación: “Entiendo cómo piensan, aunque no se si estoy de acuerdo”, dice. “Obama es un tipo modesto, y se cuida mucho de ser pretensioso y de hacerse el héroe.” Edge hace una pausa y sonríe; le brillan los ojos. “Nosotros no tenemos ese problema. Simplemente vamos y lo hacemos.”
Unas pocas semanas antes del show que precedió a la asunción de Obama, U2 terminó de grabar su duodécimo álbum de estudio, “No Line On The Horizon”. Con un sonido expansivo y una emoción desgarradora, éste podría ser el mejor disco de estudio de la banda desde “Achtung Baby”. Y a pesar de que vivimos en una época en la que, en palabras de Bono, “sólo las adolescentes y la gente muy, pero muy honesta” paga por la música que escucha, la banda no ahorró tiempo ni dinero en la realización de su idea. “Ahora es mucho más fácil y accesible grabar una canción que en cualquier otro momento de la historia de la música”, dice el bajista Adam Clayton. “Salvo que seas U2.” El proyecto era ambicioso, y el resultado debía ser una obra de arte. No se pusieron plazos: durante dos años de sesiones aisladas, grabaron en Francia, Londres, New York, Dublín y Fez (Marruecos). Pasaron dos semanas en Fez por un festival de música religiosa y para grabar zapadas en un patio al aire libre; de hecho, al menos en un tema del disco puede escucharse el canto de pájaros.
Para U2, los 90 fueron una época de reinvención. Dejaron atrás la franqueza de la década anterior, encontraron un sonido cada vez más oscuro, funky y electrónico con “Achtung Baby”, “Zooropa” y finalmente “Pop”, que para muchos llevó demasiado lejos eso de no sonar como U2.el proyecto para esta década tiene que ver con una reinvindicación: con la sensibilidad pop de “All That You Can’t Leave Behind” y la visceralidad rockera de “How To Dismatle An Atomic Bomb”, volvieron a conectarse tanto con su sonido como con su público masivo. Pero también empezó a dar la impresión de que estaban yendo a lo seguro. “No Line…” podría haber sido el tercer disco de una trilogía: en 2006, U2 empezó a grabar un disco hard rock despojado con Rick Rubin. Pero tiraron esas sesiones a la basura: la banda esta finalmente lista para superar la cautela a la que los había llevado “Pop”.
“Necesitábamos volver a algo que nos animara a correr más riesgos y a no tener miedo”, dice el baterista Larry Mullen Jr., relajado en la planta b aja del edificio de varios pisos con vista al mar que funciona como cuartel general de U2. “Los dos últimos discos reforzaron la idea de que U2 es una banda de rock, y sirvieron para despejar algunos malentendidos. Es como empezar otra vez todo de nuevo; de eso se trataba.” Edge agrega: “Queríamos hacer un disco que la gente escuchara de verdad, no sólo que lo comprara. Lo hablamos con Danny [Lanois]: lo que te atrae de un disco es una combinación de buenoas canciones con una actitud innovadora respecto del sonido. Estábamos luchando por mantenernos vigentes; no podíamos permitirnos no ser innovadores”.
Para eso, se juntaron a zapar para hacer temas nuevos, desde cero; y por primera vez les permitieron a los productores Brian Eno y Daniel Lanois tener injerencia en el proceso de composición. Luego de eso, pasaron varios meses desarmando los temas y volviéndolos a armar, pedacito por pedacito. Terminaron el disco en los majestuosos Olympic Studios de Londres, donde grabaron Led Zeppelín, The Who, y los Stones. (Actualmente, una industria discográfica en baja no puede solventar instalaciones tan costosas; este estudio con cuarenta años de historia cerró no bien U2 terminó el disco, y ahora se rumorea que la banda se dispone a comprarlo.) “No les gusta la gente normal”, dice el tercer integrante del equipo de producción de toda la vida de U2; Steve Lillywhite, que entra a tallar hacia el final del proceso y es el encargado de ponerles el moño a los discos. “Siempre están buscando algo grande. Y, puesto que pueden permitirse hacerlo, lo hacen. Y se rompen la cabeza como locos, pero al final consiguen lo que quería.”
U2 le entregó el disco terminado a su sello poco antes de navidad, pero a último momento decidieron hacer cambios. Originalmente, tenían pensado que el disco arrancara con el tema más experimental, “Fez-Being Born”, pero decidieron que era mejor empezar con el más pegadizo, que da título al disco, lo que exigía volver a ordenar las canciones desde cero. “Hice la cuenta: hay como 40 millones de opciones para ordenarlo”, dice Edge, quien comparte con sus compañeros de banda una devoción retro por el arte, que hoy parece olvidado, de componer los discos, de concertar obras que tengan un principio, un desarrollo y un final. “Para nosotros era algo consciente, hacer una colección de canciones que fuera a la vez un todo -agrega-. En parte por eso tardamos tanto tiempo: luchábamos por defender la idea de que un disco todavía puede ser una forma de arte sagrada.”
Al menos una vez, con “Pop”, U2 ya había sacado un disco antes de sentir que estaba terminado, de modo que en este caso tenían que estar seguros del producto que estaban sacando a la calle. “Terminamos siendo una especie de vendedores ambulantes, entregando canciones puerta a puerta”, dice Bono, en la sala de estar del Olympic, unas semanas antes de terminar las sesiones de grabación. “Soy bastante buen vendedor, pero sólo si creo realmente en lo que tengo para vender. Y me cuesta mucho dejar mi casa, porque ahí me la paso rodeado de risas, canciones y chicos. Tiene que ser bueno de verdad, ¿no?”.
Hace una pausa y la voz se le suaviza. “Y después está la cuestión de desafiar las leyes de gravedad. Uno teme que haya llegado el momento en que el avión empieza a caer en picada. Es muy difícil a veces, cuando uno ve gente talentosa y con una imaginación tan prolífica y se pregunta: ‘¿Qué les paso?’. Y entonces uno piensa: ‘Eso también nos puede pasar a nosotros. De hecho, es probable que nos pase. ¿Y por qué no habría de pasarnos?’.”
Sobre el escenario de los Grammy, U2 esta llegando al final de su primera versión en vivo del corte de difusión de “… Horizon”, “Get On Your Boots” y Bono hace algo que no había hecho en años: se saca los anteojos oscuros. Y abajo tiene… Esperen, ¿eso no es delineador? “Me pareció que estaba muy sexy con los ojos maquillados”, dice riéndose cuatro días después. La idea del look, según explica, era parecerse más a Elvis que a un emo. Resultó ser la génesis de un nuevo personaje que está probando, algo parecido a los álter egos que Bono creó para la gira Zoo TV: The Fly, que aparecía vestido todo de cuero, MacPhisto, que llevaba cuernos de diablo en la cabeza. “Lo llamaba Jesse, el hermano muerto de Elvis, cosa que a lo mejor es un poco de mal gusto. Todavía está en desarrollo. Sólo lleva un para de semanas de vida.”
A juzgar por lo que se dice en Internet, lo único que confundió más al público que ver a Bono todo maquillado fue la canción que cantó. Poca gente parecía cómo interpretar un tema que mezcla un riff distorsionado a lo Led Zeppelín, endiablados ritmos electrónicos y una letra que habla de buenos culos. El single no fue un éxito comercial instantáneo, y Bono reconoce algunas dudas. “En un momento, la canción me había dejado de gustar -dice-. Y después los Grammy hicieron que le volviera a tomar el gusto. Disfruté mucho cantarla. Va a tardar un poco más que prenda en la gente. Pero nunca fue un corte de difusión de esos que son clavados, porque no es un típico rock o un típico nada. Pero es un tema ingenioso y seductor y sexy y juguetón… y serio. Es una canción de amor honesta. Eso es lo hermoso que tiene.” Si “… Boots” suena un poco livianito para U2, es sólo porque la idea es facilitarles a los oyentes la entrada a uno de los discos más profundos y espirituales de la banda. “Si el disco les va a salpicar sangre a todos los que escuchen, siempre preferimos distraerlos de esa circunstancia -dice Bono-. Para este disco, pensé: ‘¿Qué le convendría ahora a U2?’, y creo que se me vinieron a la cabeza dos palabras: ensueño y rebeldía.” Como lo recuerda Lanois, Bono fue más categórico desde el principio respecto de sus intenciones: “La primera charla que tuvimos fue sobre himnos futuros -dice Lanois-. El pensaba que teníamos que ir a Marruecos y escribir una obra que pudiera considerarse un conjunto que uno pueda canta y que duren para siempre”.
En el sótano de los estudios Olympic armado solamente de una MacBook y unos teclados Nord, Eno está liderando una insurgencia de un solo hombre, ya condenada de antemano. U2 está terminando las sesiones de “No Line…”, hasta la lista de temas está hecha, pero Eno sigue insistiendo con unas canciones melancólicas, que tienen algo de plegarias, y que fueron descartadas hace mucho. La que defiende con mayor pasión es la ambiciosa “Winter”, que no suena como ninguna otra canción de U2. Comienza con unos arpegios de guitarra acústica y una segunda voz en falsete, y cuando Bono llega a una frase particularmente importante, “el verano ya no canta dentro de mí” [“summer sings in me no more”], ahí entran las dramáticas cuerdas de Eno. “escuchando el silencio, el rugido sordo y mudo del ruido blanco / tu voz” [“listening to the silence, the deaf and dumb roar of white noise / your voice”], canta Bono en un momento, seguido de un canto coral. “Es hermoso, ¿no? Están locos por haberla dejado afuera”, dice Eno con genuina tristeza, mientras el tema cierra con una coda de cuerdas radicalmente disonante; son cuerdas sintetizadas, que Eno tocó con ese mismo tecladito acá, en este sótano.
Bastante antes de que se le ocurriera a Obama, U2 ya había hecho suya la idea de Abraham Lincoln de un equipo de rivales. “La tarea de Brian es básicamente agarrar todo y destruirlo -dice Lillywhite-. Y supongo que yo llego después de que él destruyó todo, escuchó lo que hizo y lo que había antes, intento encontrar un punto medio y trato de llevar las cosas de vuelta a un lugar en que lo artístico y lo comercial puedan convivir.” Edge agrega: “Esta tensión es importante en el proceso. Pero, de todos modos, creo que casi siempre tenemos razón nosotros”.
Eno, una de las fuerzas creativas más influyentes de los últimos treinta años de rock, desde Roxy Music, pasando por sus discos solistas experimentales y por el período berlinés de David Bowie, hasta “Viva La Vida” de Coldplay, es calvo, académico y genial, con sus anteojos Prada colgándole del cuello. “Es muy largo, necesita un poco de trabajo”, dice acerca de “Winter”. “Pero ¿viste?, no quieren dedicarle tiempo. Se pasaron meses trabajnado en los temas que supuestamente van a ser cortes para la radio. ¡Meses! Y a ésta, simplemente, la escuchara y la descartaron.” “Winter” no quedó en el disco, pero otra balada que parece un himno, “White As Snow”, entró a último momento. Y en el disco terminado puede escucharse a Eno por todas partes: los sintetizadores futuristas y muchas de las canciones se originaron a partir de loops atmosféricos que graba con el programa Logia Studio, a los que les pone títulos como “Grunge Beatstorm Gate”. “Se escucha a Brian en la onda krautrock del tema que da título al disco”, dice Clayton. “Ahí se escucha su cerebro.”
Eno y Lanois coinciden en escoger la hipnótica “Moment Of Surrende”, de más de siete minutos, como su canción preferida, y la que más se acerca al concepto que tenía el disco originalmente. Surgió de lo que la banda y sus productores describen como un pequeño milagro: todos juntos se pusieron a zapar e improvisaron desde cero. Esa pista quedó en el disco, junto con una línea de bajo de Clayton no del todo terminada (empezó imitando el bajo de “White Lines” de Grandmastes Flash, y luego lo cambió totalmente) y con el errático charleston de Mullen, cuyas vacilaciones se debieron al mal funcionamiento de una batería electrónica. Eno tuvo que esforzarse mucho para evitar que la banda tocara demasiado el original. “Estos hijos de puta -dice sonriendo- son supuestamente tan espirituales, y sin embargo resulta que no ven un milagro cuando lo tienen delante de los ojos. A mí nunca me pasó algo así en el estudio en toda mi vida.”
La biblioteca de iTunes de Eno sería un sueño erótico para cualquier fan de U2 que se precie de serlo, llena de lo que parece ser cientos de canciones descartadas y tomas alternativas. En algunos casos, Eno ha escrito críticas en el archivo, en el campo destinado a los comentarios; por ejemplo: “Esta canción necesita que se le cante más rápido y que la voz transmita más urgencia”. Muestra la evolución de un potencial corte, “Stand Up Comedy”: comenzó siendo una canción impulsada por mandolinas que hacen pensar en el Medio Oriente, mientras Bono canta: “No sabemos qué nos deparará el futuro”. Después, se le sumó un riff onda “You Really Got Me” y un estribillo salmodiado que gira en torno a las palabras “for your love”, un poco demasiado cerca de los Yardbirds. Después volvió a cambiar: riff nuevo, melodía nueva, y un estribillo que conserva solamente las palabras “por tu amor”; arriba, Bono y Lillywhite siguen trabajando en el tema. “Get On Your Boots”, que comenzó como un demo del GarageBande Edge, pasó por el mismo completo proceso. En un momento, se llamaba “Four-Letter Word”. Y en algún punto intermedio, perdió el riff principal, por lo que sonaba, en palabras de Lillywhite, como “un lado B de Beck”, que corría el riesgo de caerse del disco.
Eno esquiva la pregunta de si U2 debería tener una justificación artística además de comercial a la hora de concentrarse en potenciales hits. “Eso deberías preguntárselo a la banda”, responde. Y resulta que Bono tiene una opinión formada al respecto: “Nosotros nos criamos con los discos de rock de 45 rpm”, dice. “Es, en términos evolutivos, algo que Brian debería poder apreciar, aunque no lo haga: el apogeo darwiniano de la especie. Es por lejos lo más difícil de lograr, y es lo que le da al rock and roll su fuerza: esa vitalidad, esa concisión y esa cosa pegadiza, sean los Sex Pistols, Nirvana, los Pixies, los Beatles, The Who o los Rolling Stones.”
“Y cuando el rock se olvida del disco de 45, tiende hacia el rock progresivo, que es como un moho que crece sobre los artistas viejos y agotados, que se han quedado sin ideas. Nuestra banda tiene un costado medio banda de sonido, medio Pink Floyd, que hay que equilibrar componiendo buenas canciones. Y a mí me indigna ver que el rock independiente deje los singles en manos del R&B y del hip-hop. Por eso me encanta el disco de los Kings Of Leon o el de los Killers: es gente que cree tanto en la fuerza de su música que se niega a encasillarla.” Y continúa: “Lo que el busca es una sensaión diferente, una atmósfera diferente y un gusto diferente. Y no hace hits: seguro que les dijo a los de Coldplay que dejaran ‘Viva La Vida’ afuera del disco. Brian quizá escucha ‘(I Can’t Get No) Satisfaction’ y te dice: ‘Me encanta esa canción, pero ¿no podemos sacarle esa parte de guitarra? Digo, esa parte que hace chan-chan, chan chan chan’.”
Bono dobla una esquina y se mete en una callecita angosta de Dublín; sus botas crujen sobre el antiguo empedrado y la brisa de enero hace ondear su elegante sobretodo cruzado. Los únicos ocupantes de la calle, una bandada de palomas gordas, lo dejan pasar y se van revoloteando por el aire. Por algún motivo, Bono alarga su brazo hacia el cielo y trata de tocar a una de las palomas. “De un pico a otro”, dice riéndose. Tiene tanto carisma y alegría que es imposible no reírse con él, incluso si la broma no se entiende mucho. “Por cierto, la forma de caminar de Dublín se llama ‘la paloma’,” dice Bono. “Probablemente todavía no la hayas visto.” Hace una demostración, pavoneándose ridículamente y haciéndose el malo, y vuelve a reírse.
Está llegando tarde a un compromiso, algo que no es infrecuente en su vida ridículamente ocupada: estrellato rockero de medio tiempo, defensa a nivel mundial de los pobres de África, varios emprendimientos comerciales multinacionales y una vida familiar muy exigente. Un rato antes, también había llegado a almorzar. “Mi mujer tuvo que viajar por su línea de ropa, y yo tuve que ir a buscar a los chicos a la escuela”, se excusa. Con respecto a sus múltiples ocupaciones, dice: “Quiero sacarle todo el jugo posible a mi vida. Pero pasa eso de la tiranía de las buenas ideas, ¿no?, porque si ves una, o si tienes una, pensás que tenés que seguirla. Y eso puede ser patológico: tendría que solucionarlo”. Patológico o no, está de un ánimo radiante. Esta es su ciudad, éstas son sus calles. Y con la asunción de Obama cerca, tiene esperanzas para el futuro, aunque, como cualquiera, está preocupado por la crisis financiera mundial, que está azotando duramente a Irlanda. “Es algo muy serio -dice-. Me pone muy nervioso ver que algunas de las personas más inteligentes que conozco, gente que está entre las más inteligentes del mundo, no sabe qué es lo que va a pasar. Creo que finalmente la creatividad florece en condiciones difíciles. Creo que de todo esto van a salir cosas increíbles, aunque mi corazón está con la gente que está perdiendo su trabajo. Y en mi trabajo como activista, en épocas mejores descubrí lo difícil que es que la gente mantenga las promesas que les ha hecho a los pobres. Imagínate lo difícil que va a ser ahora.
Entrevista a Bono es como sacar a pasear a un perro siberiano: uno puede establecer un itinerario básico, y luego andá a saber dónde terminás. Después de un almuerzo de ochenta minutos en Eden, uno de sus restaurantes preferidos de Dublín, Bono se escapa una y otra vez por tangentes varias que incluyen nombres como Bill Clinton, Paul Allen y Craig Venter. Entre bocados de pechuga de pollo -y restos de salsa que se chupa de los dedos cuando el pollo se acaba-, Bono explica sus planes para los próximos años de U2. “Empezamos bien la década; creo que la vamos a terminar mejor”, dice, sentado en una silla blanca en una mesa blanca de un restaurante que, con excepción de nosotros, está vacío, aparentemente porque lo han cerrado para él. “¿No estaría buenísimo que, después de todos estos años, U2 tuviera ahora su apogeo? Eso le podría pasar a un pintor o a un cineasta a esta altura de su carrera.”
Los planes de U2 empiezan por una gira en estadios para este año. “Esta vez, queremos tocar para nosotros tanto como para el público -dice Bono-. Uno nunca sabe cuánto tiempo va a seguir haciendo esto. El otro día los senté a todos, porque habían surgido algunas inquietudes a propósito de la gira, y nadie quiere estar lejos de su familia, y les dije: ‘Esta es una oportunidad increíble y preciosa, estar en esta banda y tocar en este nivel. No sabemos qué nos deparará el porvenir, no sabemos si vamos a estar a la altura. En este momento, tenemos que dejar de lado eso, y cada noche que salgan a tocar tiene que ser la mejor noche de sus vidas. Si no, vamos a ser como la lacra de esas bandas de dinosaurios de los 70 que se creían que era suficiente con salir y tocar, y que la gente tenía suerte de poder verlos’.”
Y además, como “Achtung Baby” tuvo su “Zooropa”, ya hay una secuela de “No Line On The Horizon”. Bono ya sabe el título (Songs Of Ascent), y el corte de difusión, un himno apasionado y conmovedor que se llama “Every Breaking Wave” que hasta principios de diciembre iba a formar parte de “No Line…”. “Songs Of Ascent” va a ser un disco más tranquilo que “No Line…”; en muchos sentidos, se trata del álbum fantasma en el que Eno trabajaba como un esclavo en ese sótano. “Queremos hacer un disco intenso y conmovedor. Que sea algo reflexivo, que haga pensar, pero sin ser indulgente -dice-. Todo el disco va a tener una atmósfera clara, como ‘Kind Of Blue’ [de Miles Davis]. O, si no, ‘A Love Supreme’ [de John Coltrane] también podría ser un punto de referencia.”
Lo que viene después es el Hombre Araña. En los últimos años, Edge y Bono han compuesto veinte canciones para un musical sobre el superhéroe, lo que no es tan loco como podría parecer: si Stan Lee no hubiera escrito eso de que “un gran poder trae aparejada una gran responsabilidad”, Bono probablemente lo habría puesto en algún lado de “The Unforgettable Fire”. “Peter Parker es el traga del que los chicos malos del colegio abusan, que encuentra una manera de reinventarse -dice Edge-. De alguna manera, es la historia de todas las estrellas de rock.”
El musical sobre el Hombre Araña tiene el título tentativo de “Turn Up The Dark”, y se supone que va desembarcar en Broadway el año que viene; Julie Taymor, que trabajó con Bono en su musical sobre los Beatles, “Across The Universe”, lo va a dirigir. Bono espera convencer a Mullen y a Clayton de carlo también como un disco de U2. “Si lo hacemos, vamos a crear un monstruo, porque probablemente sea la música más accesible que jamás hayamos escrito”, dice Bono. “Podría ser nuestro ‘Tommy’. Podríamos hacerlo con estrellas invitadas y todo eso.”
Adam y Larry todavía no han escuchado “las canciones del Hombre Araña”, como las llama Bono. Pero mientras me lleva al cuartel general de U2 en su poderoso y reluciente Maserati Quattroporte, Bono decide concederme una “exclusiva mundial” y pone en el estéreo el CD en que están grabadas las canciones. La primera se llama “Boys Falls From The Sky”, con Jim Sturgess, el protagonista de “Across The Universe”, en la voz de Peter Parker. Suena bastante a hit de U2, especialmente cuando Bono se pone a cantar arriba del auto. “Tremendo”, grita cuando termina la canción, y pone el tema siguiente, operístico y coral, y luego una balada lastimera. Cuando la asistente lo llama al celular, Bono la hace corta: “¡No puedo hablar ahora, estamos escuchando una ópera!”.
Todo parece muy prometedor, pero hay un único problema: Larry Mullen Jr. “Sí, no me convence mucho eso”, dice Mullen. Está vestido todo de negro, y sigue tan delgado y apuesto como en la época de “Rattle And Hum”; todavía consigue proyectar un aura de macho alfa, incluso sentado en su sofá, apoyando en un rojo almohadón afelpado. “Creo que es un proyecto de Bono y Edge, y me parece que eso está muy bien y es muy valioso. Pero yo no habría elegido al Hombre Araña para hacer mi debut en el teatro. Me habría gustado más trabajar con Cirque dureza Soleil o algo mucho más…, qué se yo, de izquierda. Y esto no es una crítica, eh. Así que bueno, eso fue lo que eligieron Bono y Edge y me parece bárbaro y les deseo lo mejor. No es un proyecto mío, tendría que hacer de cesionista, y no sirvo para eso.”
Mullen no puede evitar sonreírse cuando escucha que a Bono se le dio por comparar “Turn Of The Dark” con “Tommy”. “Me parece bárbaro”, dice, pero después extiende las dos manos, con las palmas hacia arriba, como si estuviera sopesando dos objetos: “El Hombre Araña y… ¿Tommy? Hay un trecho me parece”. Entonces, ¿hay alguna posibilidad de que lo haga? “Siempre estoy dispuesto a escuchar argumentos -dice Mullen-. Eso es lo que U2 ha hecho durante más de veinte años: podría decirse que hemos llegado a lo más alto a fuerza de discusiones.”
Y en esas discusiones, Mullen ha sido muchas veces el que dijo que no. “No cedo fácilmente en ningún ámbito de la vida. La gente cree que todos tenemos beepers y de repente nos suenan, onda: ‘¡Puta, saquen los beepers! ¡Bono acaba de tener una idea!”, se ríe Mullen. “Las cosas no funcionan así. Si Bono se saliera con la suya, creo que terminaríamos grabando y tocando para África; así piensa él. Tomar todo lo que se pueda y después darlo vuelta. Pasamos mucho tiempo tratando de evitar que Bono haga las mayores locuras imaginables. No se de dónde saca tanta energía; la verdad no lo se.”
Luego de esta charla, formula una nueva teoría sobre el activismo de Bono: lo hace porque es muchísimo más fácil persuadir a George W. Bush de que le de a África 15 mil millones que convencer a Larry Mullen Jr. de cualquier cosa. Cuando le explico mi idea, Bono se ríe un rato largo. “Lo quiero muchísimo, pero con eso te quedás corto”, dice.
De vuelta en los Olympic Studios, Edge y Bono están los dos encerrados, solos, en medio de una discusión acerca de la letra de una canción. Tienen que decidir entre las dos letras completamente distintas para una canción apasionante que se llama “Breathe”, que acabará siendo una de las mejores canciones de “…Horizon”. Una versión es sobre Nelson Mandela; la otra es mucho más surrealista y personal. (Finalmente, el pobre Mandela pierde.) En la actualidad, Edge tiene mayor influencia en las letras de U2 de lo que nadie podría esperar: “Soy un especie de crítico, editor y caja de resonancia. Bono es más productivo si tiene a alguien con quien discutir sus ideas”.
Luego de la discusión por la letra, los dos salen de un control y se desploman en sofás contiguos. Empiezan a hablara de lo grande que es Jimmy Page, que hace poco tocó junto con Edge en el documental “It Might Get Loud”; Bono lo compara con Wagner. Pero después mira a Edge, y hace un encendido elogio del guitarrista de su banda. “Diría en tu favor que hay colores en el espectro que son propios, que no existían antes de que los pintaras, y que lo que te distingue del resto es que te independizaste por completo de las escalas del blues”, dice Bono. Edge está tan concentrado en lo que está diciendo Bono que la intimidad de esta escena empieza a resultarme incómoda; al parecer, no tienen conversaciones de este tipo muy a menudo.
Edge siempre ha sido la fuerza musical más poderosa de U2. “En Edge tenemos un verdadero genio de la guitarra y a un talento monumental, y el único motivo por el que el mundo no está rendido a sus pies es porque él es un tipo modesto”, dice Bono. “Se necesita cierta fuerza de carácter para llevar ese nivel de sofisticación al estudio, y después ver cómo los demás hacemos pelota lo que el trajo.”
A su manera, Edge es tan intenso como Bono: tiene una mirada cálida pero tan penetrante que debería ser él el de los anteojos oscuros en lugares cerrados. Pero en contraste con la extravagancia de Bono, Edge es un tipo contenido, que mantiene lo que parece ser una calma casi sobrenatural. “Cuando estoy nervioso, tiendo a quedarme callado”, dice. Se puede hablara un rato largo con él (tuvimos un almuerzo que duró casi dos horas) sin sentir nunca que te haya dejado entrar demasiado. Si uno de verdad quiere conocerlo, simplemente tendría que escucharlo tocar, insinúa. “La guitarra es muy expresiva y elocuente para decir cosas que uno no podría poner nunca en palabras.”
Con este disco, Edge estaba más entusiasmado que nunca con la guitarra, especialmente después de haber zapado con Page y Jack White para el documental; su influencia puede sentirse en los riffs sencillos y pesados de “Stand Up Comedy” y “Get On Your Boots”. “Intercambiar historias y ver cómo tocan, el sonido que tienen y todo eso, de alguna manera me hizo volver al motivo por el que inicialmente quise ser guitarrista”, dice Edge, quien afirma también que en la actualidad hay una buena cantidad de grandes bandas de guitarra, algo que le resulta inusual. Menciona a Arcade Fire, Killers, INTERPOL, Coldplay, Yeah Yeah Yeahs y Fleet Foxes (que influyeron en el sonido íntimo y bucólico de “White As Snow”).
Y Edge tiene una particular afinidad con los experimentos de Benjamin Curtis, el joven ex guitarrista de Secret Machines (una banda indie/psicodélica), que ahora toca en School Of Seven Bells. “Me encanta lo que hacen esas dos bandas”, dice Edge y menciona ese sonido como una influencia importante en el costado monocorde y tribal, tipo krautrock, que tiene “No Line…” “Me hizo volver a algunas de las bandas que escuchaba cuando recién formamos U2, como Magazine, Joy Division, Neu! y Can”. Curtis le mostró a Edge un nuevo pedal de distorsión súper poderoso que fabrica la empresa Death By Audio, que terminó definiendo el sonido machacón de la guitarra rítmica de “No Line…” y “Fez”.
Bono se levanta temprano últimamente: a las 6, hora en que antes acostumbraba volver a cas, desde el pub y a los tumbos. Las horas de la mañana son sus únicos momentos de paz. Reza, medita y escribe, persiguiendo a la musa a la hora en la que ésta vuelve a casa, como dice él. “Tiene cara de dormida y le cuesta caminar con tacos altos, y yo estoy lúcido para aprovecharme de ella”.
La energía de Bono les resulta sobrehumana a otras estrellas de rock: “Es capaz de caminar sin casco en el espacio”, me dijo Eddie Vedder una vez. Pero la verdad es que tanta actividad agota a Bono. “Estar tan ocupado a veces me hace mal, físicamente”, dice Bono una noche a mediados de febrero. Para muestra valga un botón: está llamando desde su auto, que está estacionado frente a la secundaria de su hija Eve, en Dublín. Habíamos quedado en hablar casi doce horas antes. “Pensé que esto iba a terminar a las 8”, se disculpa con un gracioso tono frenético. “Mi hija está en una obra escolar; es una competencia entre obras de la religión. Hay jueces, discursos, y tengo que volver a entrar en un ratito para ver cómo le fue.”
A Bono le preocupa perderse de vista a sí mismo en medio del caos de su vida; a eso, en parte, se deben la calma y la soledad de sus mañanas. “Mi vida meditativa alimenta mi alma -dice-, y para mí es maravilloso levantarme a la mañana y tener tiempo para reflexionar y dedicarme a mí mismo un rato.”
No es casualidad que las letras de “No Line On The Horizon” estén llenas de personajes que se han perdido de vista a sí mismos y que están desesperados por alcanzar un crecimiento espiritual. “Este disco podría haberse llamado ‘The Pilgrim And His Lack Of Progress’ [el peregrino y su falta de progreso] -dice Bono-, porque todos los personajes que aparecen están luchando por mantenerse fieles a sus valores, o por descubrir su potencial. Y sin meterme en el terreno de la autoayuda, creo que en el corazón de U2 está la idea de que todos los problemas a los que el mundo se enfrenta empiezan y terminan en el espíritu humano. Los mayores obstáculos para descubrir el propio potencial son de naturaleza espiritual.”
“Moment Of Surrender”, el tema más largo y profundo del disco, cuenta la historia de un alma perdida; el título proviene de un término que se emplea en Alcohólicos Anónimos para definir el momento en que un adicto admite su impotencia frente a su adicción. “El personaje de la canción es un drogón, así que lo saqué de ahí”, dice Bono, que ya ha escrito sobre la adicción a la heroína; su canción más famosa al respecto es “Bad”, de “The Unforgettable Fire”. Otra canción de “…Horizon”, “Unknown Caller”, también parece estar escrita desde la perspectiva de un adicto, quizá de la misma persona. “En mi vida personal, la adicción me tocó muy de cerca, especialmente en los últimos años -dice Bono-. Conozco a mucha gente (sin ir más lejos, al bajista de la banda) que ha tenido que luchar valientemente con sus propios demonios. (En los 90, Clayton fue a Alcohólicos Anónimos.) “Y quizás hay una parte de mí piensa: ‘Uf, lo cerca que estoy’, prosigue Bono. “No tengo duda de que el lado salvaje de la vida me resulta atractivo, y soy más que capaz de prenderme fuego a mí mismo. Así que, ya lo ves, no voy a la iglesia porque sí.”
“Moment” tiene una fraqse que Bono lleva particularmente cerca de su corazón: “Más vale visión que visibilidad” [“vision over visibility”]. Nunca le había encontrado lugar en una canción, pero la ha usado una y otra vez: la puso como título de un autorretrato en los 80, la usó en poemas y ensayos, e incluso la metió en una versión en vivo de “Rockin’ In The Free World” hace un par de años. “Es una idea a la que me he aferrado a lo largo de los años -dice-. Es el momento en que uno ve adónde quiere llegar, pero todavía no ve el camino que lleva hacia allá.” O, para decirlo de otra manera, es la voluntad de mirar más allá del mundo que uno ve, a favor del mundo que podría ser; una perspectiva que ha definido la vida de Bono, especialmente en los últimos años. “No soy alguien a quien le guste los tatuajes, pero si me tatuara algo, sería eso”, dice. “Elvis tenía la frase ‘Taking Care of Business’ [cuidar el negocio]. La mía es: ‘Más vale visión que visibilidad’.”