Paul McGuinness habla de su pasado con U2

El Irish Times ha publicado un artículo con motivo del nuevo proyecto de Paul McGuinness, la producción de una serie dramática para televisión, pero como no podría ser de otra manera, gran parte del artículo está centrado en su antiguo trabajo, manejar a la banda más grande del mundo, U2.

Cuando conoció a U2, McGuinness estaba manejando a una banda llamada Spud. “Ellos eran unos veinteañeros, como yo, y tenían responsabilidades, familias e hijos,” recuerda. “No eran lo suficientemente ambiciosos como para ir por todo. Yo tenía mi ojo preparado para una banda que quisiera ir por todo hasta el final.”

Bill Graham, el fallecido periodista de Hot Press y amigo de McGuinness desde el Trinity, le sugirió que le echara un vistazo a un grupo llamado U2 en el Project Arts Centre.

McGuinness encontró lo que estaba buscando. U2 se convirtió en una de las bandas más exitosas de la historia, vendiendo 150 millones de discos y ganando 22 premios Grammy. El 360º Tour, de 2009 a 2011, fue la gira de conciertos de mayor recaudación de todos los tiempos, alcanzando los 653 millones de euros.

Ahora U2 está de gira nuevamente, pero sin McGuinness. Cuando él vea el iNNOCENCE + eXPERIENCE Tour en Chicago, puede que sea una experiencia agridulce. Él y U2 se separaron amigablemente en noviembre de 2013. “Cuando McGuinness comenzó a manejar a U2, ellos eran unos adolescentes inexpertos,” dice Michael Ross, un periodista que cubrió a U2 extensivamente. “Para al final de eso, ellos eran estrellas mundiales.”

McGuinness dice que las relaciones entre los cinco hombres que han trabajado juntos por 35 años son por definición “complejas”, que es más cercano a Bono y Adam Clayton. “He recibido tantos consejos de Bono a lo largo de los años como él de mi. Es esa clase de relación, basada en el respeto, impulsada por el éxito y los logros.”

Eligiendo cuidadosamente sus palabras, McGuinness continua: “Creo que todos lo teníamos bastante claro que era el momento de ponerle fin… Veníamos de otra campaña. Ellos buscaban salir de un período de cinco años desde el lanzamiento del último disco. Pareció un buen momento para trazar una línea. Siempre se entendió que iba a parar antes que ellos lo hicieran, porque soy una década más viejo.”

McGuinness hizo caso omiso a los rumores acerca de las circunstancias de su salida. “Hay un diario sensacionalista hambriento por historias de Bono en Dublín,” dice.

Su lealtad a U2 continua.

“Estoy muy encariñado con ellos, en diferentes grados. A veces me olvido de mis clientes. Pero nunca que tengo clientes. Tuvimos nuestros protocolos. Había muchas etiquetas. Éramos muy formales en nuestras relaciones.”

McGuinness cumplirá 64 años el 16 de junio, el día “Bloomsday”, tal como él apunta. “Por muchos años, tuve una agenda diaria. Siempre había cosas que completar. Aunque estaba a cargo de mi propio horario, siempre había algo. Ahora, ocasionalmente, me levanto y digo, ‘¿Qué tengo que hacer hoy? No hay nada que tenga para hacer.’ Me gusta eso. Pero no estoy retirado.”

Cuando U2 salió por primera vez de gira, ellos se apretaron en una furgoneta con sus equipos. Ellos se graduaron a un micro, y eventualmente a aviones privados. McGuinness “se acercó a la industria de la música como una especie de ‘proyecto darwiniano’,” dice Michael Ross. “Para él era la supervivencia del más listo. Él entrenó a la banda para que estuvieran preparados para ello.”

McGuinness se ríe cuando le pregunto acerca del “proyecto darwiniano”.

“Hay una larga historia de artistas haciendo malos negocios y siendo explotados y terminando sus vidas y sus carreras en la pobreza,” dice. “Nosotros no estábamos destinados a ser parte de ese patrón. Decidimos ser tan buenos en los negocios como pudiéramos ser en la música. Eso fue algo en que la banda y yo estuvimos muy de acuerdo desde el principio. Se transformó en algo natural.”

McGuinness disfruta, notoriamente, la buena compañía, la buena comida y el buen vino. “Hay un mito perdurable acerca de que Paul McGuinness programaba las giras cerca de grandes restaurantes de Europa,” dice riendo. “No es del todo verdadero, pero hay una pizca de verdad en ello… La banda observó con diversión que muy a menudo los conciertos que tocábamos estaban cerca de un buen restaurante.”

McGuinness es cuidadoso con la nostalgia. “Inevitablemente, coloreas tus recuerdos,” dice. “Recuerdo una conversación con la banda en la cual alguien dijo, ‘Eso es lo que pasó,’ y alguien más dijo, ‘No, eso es justo lo que decidimos decir que sucedió.”

En los primeros años, admite, fue una sorpresa para él que tres de los cuatro miembros de la banda (excepto Adam Clayton) fueran cristianos y miembros de un grupo bíblico llamado Shalom. “Creo que lo puedes ver en las letras,” dice. “Tienen creencias religiosas que particularmente nunca compartí, o que no las compartí del todo.”

McGuinness recuerda complacer a los padres de los U2 que “no estaban entusiasmados con la idea de que no fueran a la universidad. Tanto Bono como Edge tenían destino de universidad. Es justo decir que los otros dos no. Todos los padres estaban preocupados acerca de estuvieran en una banda punk… Les dije que no podía garantizar que fuera a funcionar, que era un negocio arriesgado, pero que iba por eso sobre la misma base y que tomaba esos riesgos por sus hijos. Fue una discusión de clase media.”

McGuinness está “enormemente orgulloso” de Alexandra y Max, sus hijos con Gilfillan. Alexandra es ahora una productora de cine independiente radicada en Los Angeles, mientras que Max, un candidato a doctor de la Universidad de Columbia, está actualmente siguiendo los pasos de Samuel Beckett en la Escuela Normal Superior de París.

“La casa siempre estuvo llena de libros y grabaciones y de la gente que los hizo,” dice McGuinness. “Es bueno crecer en un ambiente donde eso es considerado como normal. Nuestros chicos tienen un profundo amor por la música, la literatura, el cine, el teatro y en el caso de Max, también por la política y la economía.”

Un gran momento ocurrió en el verano de 1985, cuando Bono y su esposa, Ali, se unieron a McGuinness y Gilfillan en una casa que rentaron cerca de Venecia. “Un día soleado, Bono vino a la piscina con su guitarra y tocó ‘I Still Haven’t Found What I’m Looking For’. Era claramente una maravilla, e iba a ser enorme.”

En 1987, esa canción, y “With Or Without You” propulsaron al disco The Joshua Tree a la cima de los charts mundiales. La revista Time publicó en su portada U2 “Rock Hottest Ticket”. Mucha champaña fue bebida. El envejecido Frank Sinatra sacó a Bono de la audiencia en su show de Las Vegas para alabarlo. Tiempo después ellos grabaron un dueto juntos, y Sinatra le pidió a Bono que hiciera un discurso cuando recibió el premio Grammy por su trayectoria.

“Después de mediados de los 80, los discos empezaron a ser número uno en cualquier parte del mundo… La sensación no era tanto de celebración sino solo de alivio,” dice McGuinness. “Estaba la sensación de ‘Está bien, se suponía que iba a ser número uno. Hubiera sido realmente molesto que no lo fuera’.”

La relación de U2 con la prensa irlandesa cambió, dice McGuinness. “Fue un poco como tener a la selección nacional de fútbol ganando la copa del mundo cada cuatro años. Después de lograr eso cuatro o cinco veces, la gente dice, ‘Sí, por supuesto que lo hicieron.’ Se volvió una rutina. La cobertura se saturó.”

El status de Bono como un artista comprometido fue criticado. “Él es un hombre de ideas muy arraigadas, en lo político y religioso,” dice McGuinness. “Ellas están como entrelazadas para él. Es un cristiano comprometido y activista.”

Bono ganó una importante victoria haciendo lobby cuando persuadió a la administración de George W. Bush a revertir su posición en el financiamiento de drogas antirretrovirales para luchar contra el SIDA en África. La derecha cristiana lo había bloqueado, así que Bono se hizo amigo del fallecido senador sureño, del ala izquierda, Jesse Helms.

“Tuve que cuidar de Jesse Helms en un concierto,” recuerda McGuinness. “Me dijo, ‘Ese joven (Bono) ciertamente conoce las escrituras.’ Bono le había reñido. La administración Bush empezó a gastar miles de millones en las drogas antirretrovirales.”

U2 también hizo campaña contra el sitio de Sarajevo entre 1992 y 1996, durante el cual cerca de 14 mil personas fueron asesinadas. Después del sitio, la banda fue la primera en actuar en el estadio olímpico que había sido usado como cementerio.

Durante el sitio, el trabajador humanitario, escritor y director estadounidense, Bill Carter, llevó a residentes de Sarajevo a un estudio para una conexión satelital en vivo a los conciertos de U2.

“Fuimos duramente criticados por explotar la miseria de la gente,” dice McGuinness. “Había tres chicas de Sarajevo en cámara en el medio de un concierto en el estadio Wembley, y ellas decían, ‘Este norteamericano nos dijo que todos ustedes en Londres están pasando un buen momento en un concierto. Nosotras no estamos pasando un buen momento. Hay gente disparándonos.”

“Dejamos de hacerlo después de eso,” recuerda McGuinness.

McGuinness había convencido a la banda de dividir todo por cinco desde el principio, aunque su participación fue reducida más tarde. “Al comienzo, dije, ‘Miren, no va a haber mucho dinero, así que solo dividámoslo en partes iguales para evitar problemas’.”

U2 firmó con Island Records en 1980. El éxito vino tres años después, con el disco War y dos singles exitosos, “Sunday Bloody Sunday” y “New Year’s Day”. Le siguió The Unforgettable Fire de 1984, con “Bad” y “Pride (In The Name Of Love)”.

Island Records no podía pagar las regalías por The Unforgettable Fire. En lugar de demandar y destruir a la compañía, o poner el disco posterior, The Joshua Tree, en cualquier otro lugar y terminar en una batalla legal desagradable, McGuinness tuvo la paciencia y la previsión de tomar un 10% de participación en Island para la banda y para él mismo. Fue uno de sus mayores golpes. Como Gareth Murphy cuenta en Cowboys and Indies: The Epic History of the Record Industry, Island fue vendida unos años después a PolyGram por 300 millones de dólares (275 millones de euros).

Cuando se separaron en 2013, U2 pagó alrededor de 30 millones de euros por la compañía Principle Management de McGuinness, en un acuerdo financiado por el gigante promotor de conciertos Live Nation. Ese monto es un asunto de interés, dice McGuinness.

La lista de ricos del Sunday Times de 2013 estimó la riqueza colectiva de U2 en unos 632 millones de euros. “No tengo idea de cómo consiguen esas cifras,” dice riendo McGuinness. “Nunca hemos confirmado o desmentido nada de eso. Es una especie de invento.”

Durante el almuerzo compuesto por gravlax, lubina y vino Viognier en el Chelsea Arts Club, le pregunto a McGuinness si me respondería la vulgar pregunta norteamericana, “¿Cuánto has ganado?”

“Esa es una pregunta que no me gustaría responder,” dice con buen humor. “No creo que sea educado, realmente, hablar sobre cosas como esas. Hay una cuestión de privacidad. No creo que nadie tenga derecho a saberlo.”

Él ha invertido mucho de su fortuna en casas hermosas que compró con Gilfillan en Irlanda, Inglaterra y Francia.

McGuinness defiende la mudanza controversial de U2 de una de sus compañías a Holanda en 2006. Los críticos irlandeses han retratado la decisión como una contradicción con el compromiso por la justicia social de U2.

“Primero que todo, no le doy consejos impositivos a U2. Nunca lo hice,” dice McGuinness. Tampoco fue el movimiento precipitado de Irlanda por bajar el umbral de excepciones impositivas para los artistas. “Estaba sucediendo de todas maneras,” dice. “Hay una experiencia en Holanda, una práctica contable particular que es usada por los Rolling Stones, que se especializa en recolectar de los ingresos por regalías en todo el mundo… Esa fue la razón real del movimiento.”

“U2 paga los impuestos en cada país del mundo,” continua McGuinness. “No puedes parar en Alemania, tocar un concierto y llevarte todo el dinero. Hay mucha pereza acerca en la manera en que esto fue cubierto por la prensa.”

Las objeciones a U2 por no pagar impuestos en Irlanda son un “sin sentido”, dice McGuinness, porque “sus ingresos irlandeses son gravados, pero ellos también donan.” Por ejemplo, los 5 millones de euros de los últimos conciertos de U2 en Croke Park fueron usados para establecer el programa Music Generation para la educación musical en los colegios irlandeses.

En el mes de septiembre pasado, U2 fue criticado por lanzar su disco Songs Of Innocence con Apple, a través de una descarga automática a 500 millones de cuentas de iTunes. Los comentaristas dijeron que no lo hubieran hecho si McGuinness aun era su manager.

“¿Quién sabe?” dice. “No estuve involucrado… Se disculparon por ello después, diciendo que había sido una imposición. Creo que fue impuesto equivocadamente. Si hubieran hecho ‘marque esta casilla y podrá recibir el disco de U2’, no hubiera sido ofensivo. La gente no estaba feliz de tener algo que no había pedido. Era bastante fácil de borrar… Pero creo que se debería haber manejado de una manera diferente.”

McGuinness puede que haya abandonado la música por el drama televisivo, pero sus 35 años manejando a U2 dejó un legado imborrable. “Él es uno de los cinco máximos managers de todos los tiempos,” dice Richard Girffiths, el manager de la adolescente banda One Direction. “Y por sobre todo, Paul McGuinness es un buen hombre.”

Fuente: IrishTimes.com