Treinta años antes de convertirse en la banda más grande del mundo, Bono y compañía aun polarizan opiniones. Aquí, tomándose un descanso en la Costa Azul, ellos hablan acerca de la Irlanda de su juventud, de su disco regalado por Apple, y del porqué Bono trabaja con personas que alguna vez hubiera odiado.
Una cálida tarde en el pueblo de Villefranche-sur-Mer de la Costa Azul. Los yates de mecen perezosamente en la bahía, los comensales holgazanean al fresco, y Bono, escondiendo su resaca detrás de unos anteojos Ray-Ban, hace de guía turístico. Me muestra la Chapelle de Saint Pierre des Pecheurs, una pequeña capilla del siglo 12 con murales de los años 50 de Jean Cocteau.
Dentro de la capilla, se encuentra con un grupo de coristas norteamericanos de cabello gris. Espontáneamente los invita a cantar “Amazing Grace” con él, para el desconcierto de ellos. Después, un hombre pregunta, “¿Eres un músico muy conocido? ¿Deberíamos saber quién eres?”
“Em,” dice Bono vacilando. “Soy Bono.”
El hombre se ríe y dice haber oído de él. Una mujer se acerca para decirle a Bono cuánto disfrutó de su musical sobre los astilleros. No, hasta a donde él sabe, ha escrito uno, se lo ve confundido. Ella explica más. “Oh,” dice Bono, entendiendo lo que sucedía, “es en Sting en quien estás pensando.”
Bono no parece molestarse. Sospecho que es impasible y, de todas maneras, una razón por la que pasa cuatro meses al año en esta vecindad es porque “el genio particular de los franceses es ignorarte. Así que en realidad tiene una sonrisa.”
He conocido a Bono cuando estaba en el medio de una gira y se movía a un ritmo diferente entonces, siempre a horario, manteniendo algo de su abrumadora y centrípeta presencia de un líder incluso fuera del escenario. Aquí, está relajado, alegre, distendido. Instalado en un restaurante del muelle virtualmente vacío, extiende el almuerzo más de tres horas, a través de una “cerveza de emergencia”, varios vasos de vino, un plato de quesos y un cigarrillo solitario. Ocasionalmente, un fan se le acerca cortésmente por una foto. “¿Puedes hacerme ver alto, flaco e inteligente?” le dice a uno.
Bono es una de esas pocas queridas celebridades (pienso en George Clooney, Jack Nicholson, Jay Z) que visiblemente disfruta de la fama. Hemos llegado a considerar a la fama como un peligro, una condición no natural que exige un precio terrible. Las bandas pierden su estabilidad y se separan. Las estrellas se sienten asediados y se blindan a sí mismo. Pero creo que Bono en realidad encuentra a la fama liberadora y es lo suficientemente confidente (su fe religiosa ayuda) para mantenerse entusiasmado y expuesto. Una razón por la que mucha gente lo encuentran molesto es que no sufre por su éxito.
Tal vez, esas personas tampoco gustarían de Bono en persona, pero no estoy seguro. Es un narrador incansable con una gran carcajada gutural, amo de las anécdotas, bromas, divagaciones, impresiones y pegadizo, aunque a veces superficial, aforismos. Tiene la sed y la impaciencia intelectual de un autodidacta. Parece encontrar todo, desde el nacimiento del cubismo, las reformas del Papa Francisco o la licencia de la maternidad en Alemania igualmente estimulante. “Tengo muchas vidas,” dice. No sorprende cuando le pide a su asistente que tome su plato principal por él. No es bueno acortando sus opciones.
La primera noche que Bono pasó en la Costa Azul, en 1986, escribió la letra del colosal hit de U2 “With Or Without You”. Desde los 90, ha sido el patio de la banda. “Venir a acá solo nos hace enamorarnos con la música nuevamente,” dice, entre bocados de pescados y verduras. “Fue algo que hacer para vivir en vez de para trabajar. Se que eso suena decadente.”
Acá es donde ha vacacionado con Steve Jobs, donde salió de copas con el exministro del gobierno chileno de Salvador Allende y donde durmió en la playa con Michael Hutchence, antes “de los días de los celulares con cámara,” dice tristemente. Solía disfrutar llevando a su casa coloridos personales locales. No siempre para el puro deleite de su esposa, Ali. Una noche fue un mago. “Son las cuatro de la mañana y estoy diciendo, ‘¡Espera a ver lo que este tipo puede hacer!’” recuerda. “Y ella dijo [de forma amenazante]: ‘¿Puede hacerte desaparecer?’”
Hay, debe ser dicho, muchas personas a las que le gustaría ver eso. Bono polariza la opinión como ninguna otra estrella de rock, quizá como ninguna otra celebridad. U2 se mantiene lo suficientemente popular, su gira 360º entre 2009 y 2011 fue la de mayor recaudación en la historia, sin embargo, sus críticos fueron más ruidosos y venenosos que nunca. Bono dice que se acostumbró a eso hace unos 30 años.
“Ya éramos personas molestas, ya éramos divisivos, ya lo éramos, ‘No los soporto, quiero matarlos,’” dice, moviendo su tenedor. “Es el trabajo artístico que causa divisiones”
Aun así, el último mes ha sido un torbellino. Solo una semana después de que U2 terminó su 13er disco, Songs Of Innocence, Apple lo entregó gratis a 500 millones de cuentas de iTunes. U2 apeló a este audaz movimiento en el espíritu del Bono haciéndose estrella al caminar entre la gente en Live Aid, o del descuidadamente caro ZooTV Tour de 1992. Sus apuestas tienden a dar sus frutos. Esta apuesta algo intrusiva causó tal revuelo en las redes sociales que Apple lanzó una herramienta para permitirle a la gente insatisfecha borrar el disco de sus cuentas. Pero Twitter no es el mundo. En la última cuenta el disco ha sido escuchado por 81 millones de personas y descargado completamente por 26 millones.
Sus diferentes respuestas al furor son reveladoras. Bono dice enfáticamente: “Fuimos pagados. Y esto es sobre una compañía [Apple] que está peleando para que los músicos sean pagados.” Y es optimista acerca de la calidad de la composición. “Estas canciones, puedes estampillarlas en tu cabeza y luego patearlas hasta el piso y todavía permanecerán allí.”
Como un monje, el guitarrista The Edge, es normalmente ecuánime. “Tenía mis dudas acerca de esto antes de hacerlo, y después, pero fue lo correcto,” dice. “Fue una oportunidad que solo se da una vez. No creo que alguien quiera hacerlo nuevamente.”
El sincero baterista Larry Mullen Jr, “no me importa un carajo” y el libertino bajista Adam Clayton se pregunta por qué todo esto alboroto. “El plan no iba a ser polémico. En el mundo de hoy hay mucha charlatanería, así que con el fin de pasar por encima de la charlatanería me temo que vamos a tener que hacer mucho más ruido nosotros mismos.”
La escala del lanzamiento se sintió raro con lo que es el set de canciones con letras más intimas en la carrera de U2, explorando francamente los problemas de la juventud de Bono como un simple Paul Hewson de Dublín en los 70. Le pregunto a Bono si el truco podría haber sido engañoso con el disco. “¡No, no, esa es la dualidad!” grita. “Intimidades a través de grandes sistemas de altoparlantes es lo que hacemos. ¡Eso es lo que es el rock and roll” No es leer poesía. No abandoné el barco el resto de mi vida por eso. Abandoné el barco porque escuché a Joey Ramone cantar acerca de su vecindario a un volumen ensordecedor. Esa es la cuestión.”
U2 se transformó en la banda más grande del mundo en los 80, cuando ese estatus era tanto mensurable como deseable. Consideraban la enormidad como algo a aspirar, dominar y, eventualmente, disfrutar. Pero las bandas no hablan más así. Arcade Fire o los Back Keys son sospechados de exitosos mientras que los Rolling Stones o AC/DC lanzan discos principalmente como escusa para salir a hacer giras con sus hits. Solo U2 anhela tanto el tamaño como la relevancia. Están orgullosamente, quizá fuera de tiempo, solos.
La pregunta que Songs Of Innocence intenta contestar es por qué Bono quiere todo esto. Se hace claro lo necesario que U2 fue para un adolescente jodidamente impactado por el fatal aneurisma cerebral de su madre Iris cuando solo tenía 14 años.
“Si alguien hiciera un análisis de los cantantes y compositores del rock and roll, estaría impactado por cómo cuántos perdieron a su madre,” dice. “Estás justo en la edad en la que estás descubriendo a las chicas y la mujer que te trajo a este mundo se va de una manera muy dramática. Pero lo que es más interesante es la ira que desencadena el dolor. ¿A dónde la pones? La música arriba a mi vida como una emancipación y el punk rock me da un lugar donde gritar. Y es alquimia. Literalmente es convertir tu mierda en discos de oros.”
Bono ha mantenido a los mismos compañeros de banda desde entonces, a la mayoría de los mismos amigos y miembros del equipo y, hasta el año pasado, al mismo manager, Paul McGuinness. U2 incluso comparte casas durante las sesiones de grabación en Londres y Malibu. A Bono le encanta el romance de amigos en una banda tanto que aun está molesto con las separaciones de los Beatles y los Clash. “Él es un tipo que valora la amistad probablemente por encima de todo lo demás,” dice Edge.
Para muchos extraños, para mejor o para peor, U2 es el show de Bono pero cada miembro es un personaje distintivamente fuerte: una pata sin la cual la mesa colapsaría. Edge, que se encuentra conmigo por un café en un pueblo vecino al día siguiente, es el perfeccionista de estudio de la banda, el friki de la música y el diplomático. Es tranquilo y preciso, con los tonos suaves de un DJ de radio de madrugada, pero es nostálgico por las salvajes batallas del punk.
“La gente o lo aceptó o lo rechazó completamente,” dice cariñosamente. “Fue algo que te definía. Hace que empiece a crisparme cuando la música es delicada, como una hermosa banda sonora de tu vida. La música se convirtió en un papel tapiz, una mercancía, algo pasando en segundo plano. Por eso es que me encanta Kanye West, porque es, ¡Toma esto! Estoy con él. No hagamos que sea cómodo.”
Bono dice que Adam Clayton, un fiestero que salía con modelos en los 90 pero un abstemio ahora, ha madurado en “un búho sabio”. Bebiendo agua con gas, Clayton es irónico, imperturbable, más aristocrático que sus orígenes de clase media sugerirían, incansablemente modesto acerca de su forma de tocar el bajo, y aun asombrado por su buena fortuna.
“Me considero una persona muy afortunada,” dice. “El sentido predominante es, ¿Cómo carajo hice para llegar de allí a acá? Porque ni en un millón de años te hubieras imaginado que un completo vago fantasioso de una escuela pública irlandesa poco fiable pudiera terminar en un instituto secundario en un suburbio de Dublín y conocer a tres extraordinarios personajes que se convertirían en músicos de clase mundial, y ser parte de eso.”
No está seguro porqué la amistad en U2 ha resultado inusualmente sólida como una roca pero está agradecido. “La interacción es como siempre lo fue,” dice. “El trabajo de estar en U2 es lo bastante difícil cuando realmente nos llevamos bien. No puedo imaginar lo que sería si tuviéramos peleas.”
Larry Mullen Jr, un baterista tanto por temperamento como por trabajo, es el ancla de la banda, es la voz de peligro, es el miembro más joven y el más contundente al hablar. No necesita ni quiere llamar la atención así que es una sorpresa verlo abrazando a su hijo Elvis de 18 años en la tapa de Songs Of Innocence. Predeciblemente, fue idea de Bono. “No se siente terriblemente cómodo pero es una buena imagen,” dice Mullen, sentado en una mesa junto a la bahía.
Cuando le pregunto si el disco lo motivó a reflexionar sobre su juventud, dijo, “No. No necesito regresar para avanzar.” Pero admite, renuentemente, que perder a su madre en su adolescencia le dio una inmediata afinidad con Bono.
“Todo lo que pensé que sería ya no estaba,” dice. “Todo estaba roto. Como casa, solo se había ido, todo se había ido. Así que para mi fue encontrar algún lugar a donde ir. Necesitaba otra familia y la banda se volvió eso para mí, y fue un refugio. Estaba sentado detrás de la batería. No tengo que explicarme. Y eso es muy conveniente porque no es algo fácil de hablar, y admiro a Bono por hacerlo. Encontré… una especie de… ya sabes, es un período doloroso de mi vida y aun se siente de la misma manera. Ojala pudiera expulsarlo. No tengo los recursos ni la fuerza de voluntad de hacerlo aun.”
Más tarde, dice, “La razón por la que hacemos esto es porque estamos incompletos, y estar en una banda le permite a las personas que están algo rotas sentirse arregladas por ese periodo de tiempo.”
Cuando le pregunto a Mullen si recuerda al Bono adolescente como la bola de cañón de furia y dolor retratada en la canción “Volcano”, el baterista instantáneamente responde: “Ese es el tipo que conozco ahora.”
A pesar del asombroso éxito del 360º Tour, los últimos años han encontrado a U2 viéndose inusualmente vulnerable. El tramo final de la gira y el debut de U2 en Glastonbury fueron pospuestos por un año cuando Bono incurrió en una serie lesión de espalda. Su anterior disco, No Line On The Horizon de 2009, vendió de forma decepcionante y careció de singles que fueran éxitos.
“Fue concebido como algo más divertido, un tipo de trabajo improvisado pero nos dimos cuenta al final que eso no existe para nosotros,” dice Edge con arrepentimiento. “No hay disco chico para nosotros.”
“Fue divertido,” dice Mullen del disco al que se refiere como *No “Craic” On The Horizon” [sin diversión en el horizonte]. “Fue jodidamente miserable. Resulta que no somos tan buenos como pensábamos que éramos y las cosas se interpusieron.”
Cuando finalmente Glastonbury llegó en 2011, llovió sólidamente a través del set de U2 y la habitual relación de Bono con el público no se producía. Le pregunté a Mullen si es verdad que dijo que “Nunca más” después de salir del escenario. No, me corrige. “Dije: Nunca jamás haría eso de nuevo. Nunca haría un concierto donde tienes esa distancia entre ti y el público.”
“¿Si creo que podría haber estado mejor?” dice Clayton. “Sí, podría haber estado mejor, pero estoy muy contento de que lo hicimos.”
Luego estuvieron las canciones de Bono y Edge para Spider-Man: Turn Off the Dark, el maldecido musical de Broadway que salió de cartelera hace poco con un pérdida reportada de 60 millones de dólares. “Tuvimos algunos momentos maravillosos y no me arrepiento pero realmente se convirtió un poco en una pesadilla,” dice Edge. “Tuvimos que involucrarnos con aspectos del show con lo que no me sentía cómodo. No quisiera estar involucrado en algo como eso nuevamente. Es demasiado difícil.”
En 2011, U2 estuvo trabajando en tres discos diferentes simultáneamente: el nunca completado Songs Of Ascent; uno más electrónico con el productor de Lady Gaga, RedOne: y otro con el productor de Black Keys y Gnarls Barkley, Danger Mouse. Ellos decidieron, dice Clayton, que tenían que alejarse de sus colaboradores semi-regulares, Brian Eno y Daniel Lanois, y que necesitaban otro reinicio como Achtung Baby de 1991 o All That You Can’t Leave Behind de 2000. “Necesitábamos reinventarnos y revitalizarnos.”
“Lo más fácil sería una gira de grandes éxitos,” dice Mullen. “Podríamos hacer eso por años. No estaba preparado para fallar espectacularmente en el último disco. Esa no es la manera para terminar tu carrera. Salir con algo en lo que realmente creas. Había cuestionamientos como: ¿Podemos hacer esto? ¿Es posible para nosotros?”
Las sesiones con Danger Mouse (finalizadas con productores extras que incluye a Paul Epworth) se transformaron en Songs Of Innocence cuando Jimmy Iovine, el exmagnate de la música que actualmente está trabajando para Apple, le dijo a Bono: “La persona que necesitas ser para hacer este disco, está a un largo camino de donde vives.”
“El arrojó el guante,” dice Bono. “¿Estás listo para ir allí? ¿Estás listo para preguntarte las preguntas difíciles? Y me respondí las preguntas difíciles sobre el porqué quería estar en una banda en primer lugar. No fui a un psiquiatra. Debería. Fui hacia allí. Y hubo algunos resultados sorprendentes.”
El disco describe epifanías musicales, tragedias personales, amistades de la infancia y aspectos de la vida en Irlanda de los 70. En los primeros días de U2, Bono evitó cantar tanto de la iglesia católica como de los The Troubles. “Creo que para llegar a donde sea hay un gran elemento de fantasía, así que lo último que queríamos hacer era obsesionarnos en la dura realidad de nuestras situación,” dice Edge.
Ahora, sin embargo, “Sleep Like A Baby Tonight” es una canción de cuna furiosamente sarcástica para un sacerdote pedófilo, mientras que “Raised By Wolves” describe un triple ataque del UVF con autos bomba en Dublín de 1974, el ataque terrorista más mortífero en la historia irlandesa. Uno de los mejores amigos de Bono fue testigo de la devastación. El cantante se pregunta si esta es una razón por la que hizo canciones de protesta.
“¿Por qué escribo canciones acerca de la violencia política?” pregunta. “¿De dónde viene eso? Y creo que es por eso. Es muy inquietante darte cuenta que mi vida adolescente estuvo dominada en gran parte por memorias de violencia y que mi visión del mundo fue formada por eso. Podría significar alguna especie de defecto psicológico en mí, pero me siento más cómodo en el medio del más grande, ruidoso, más caótico, y clamoroso argumento.”
Mientras hablamos, formula una nueva teoría acerca del disco. (Le gustan las teorías nuevas.) En realidad se trata de abusadores, dice, sean sacerdotes, terroristas, maestros crueles, los de la esquina o patriarcas abusivos. “Recuerdo esos abusadores,” dice sombríamente. “Los padres maltratando a sus hijos, el esposo maltratando a su esposa. No puede soportar los abusos. No puedo soportarlos en línea, no puedo soportales en frente mío. Definiéndote degradando a otro.”
Se enoja acerca de los trols de internet, no por su propio bien, sino por el daño que le hacen a la gente sin el aislamiento del éxito. “La internet, es como la humanidad [que acaba] descubriendo el fuego,” dice. “¿Qué vamos a hacer con esto? Es muy emocionante, es muy preocupante. Puedes decir cualquier mierda allí.”
Uno de las decisiones más controversiales de Bono ha sido fraternizar con políticos no populares, más notoriamente con George W Bush, con el fin de alcanzar objetivos importantes para él, tales como la condonación de deudas y el tratamiento del VIH/SIDA. Los críticos afirman que es un apologista del neoliberalismo, coqueteando con el 1% (incluyendo a Bill Gates y el economista Jeffrey Sachs) con el fin de hacer frente a los problemas causados por ese 1%. Se llama “un social demócrata natural” pero también es un pragmático y un optimista que cree que la gente puede ser persuadida para hacer lo correcto. Dice que a menudo termina por gustarle la gente poderosa a la cual previamente la consideraba como “Lucifer”.
Vamos, digo yo. Esta no puede ser la única historia. Seguramente, conoció a algunas personas en los negocios o en la política que eran igual de nocivas como las había temido.
“Sí, hay algunas personas donde he querido tomarme una ducha después de estrechar sus manos,” concede. “Incluso recientemente, pero no creo en los individuos con poder o personalidades cultas, incluyéndome. Creo en los movimientos sociales y en su poder de cambiar cosas.”
Recientemente, tuvo que frenar la defensa de alto perfil para concentrarse en el detrás de escena del activismo, como pelear por la legislación para promover la transparencia y la lucha contra la corrupción de los países en desarrollo. Admira la campaña de Matt Damon (“él es el mejor en eso porque usa el humor como un arma”), pero dice que no es apropiado para él en este momento.
“Pasé del frente de la casa a la habitación del fondo”, dice. “Pensé, ya sabes, puedo darme por aludido. No quiero devaluar la problemática por la que estoy haciendo campaña. Pensé que podía usar este absurda celebridad y me las arreglé para convertirlo en moneda corriente e ir a trabajar con ello, pero entonces, en algún punto, se volvió dificultoso estar en una banda y llevar tu equipaje a esta cuestión. Así que traté de mantener mi cabeza gacha y esperar por el momento correcto para levantarla.”
Planteo esto con Mullen, que previamente parecía incomodo con la oratoria demagógica extracurricular de Bono. “A él no le importa un carajo lo que la gente piense si puede lograr lo que quiere lograr, y eso es una cosa muy valiente para hacer,” dice. “La mayoría de la gente no sería capaz de soportar el veneno que va con eso. Y hemos como aceptado que por eso él es el cantante de tu banda, por eso mucha gente viene a verte y es por eso que a mucha gente no le gustas. Así que hay un poco de ambas cosas pero creo que, en general, es un viento de cola positivo.”
“Creo que lo que exacerba a la comunidad en general es que seguimos apareciendo en lugares en los que se supone que no deberíamos aparecer,” dice Clayton alegremente. “Entiendo eso.”
Por supuesto, el mayor golpe a la reputación de Bono como activista ha sido la decisión grupal de U2 en 2006 de transferir U2 Ltd, que maneja sus regalías (no el grueso de sus ingresos pero sí una parte significativa), de Irlanda a Holanda para reducir su factura de impuestos. Su presentación en Glastonbury atrajo a un pequeño grupo de protestantes. Edge es cuidadosamente ecuánime al respecto. “¿Fue totalmente justo? Probablemente no. La percepción es una gran distorsión. Pagamos muchos impuestos. Pero si fuera uno de ellos probablemente hubiera hecho lo mismo.”
Al igual que los protestantes, creo que el arreglo sienta mal con el trabajo de desarrollo de Bono y de a ratos avanzamos y retrocedemos. No es un paraíso fiscal clandestino, insiste Bono. “Todas nuestras cosas están a la vista de todos. ¿Cómo se enteró la gente de esto? Porque está publicado. La indiscreción es cuando ni siquiera sabes lo que está pasando.” Eventualmente, estamos de acuerdo en estar en desacuerdo, y la conversación pasa a las leyes impositivas para corporaciones en Irlanda, actualmente sujetas a un investigación de la Unión Europea.
“Mira, Irlanda no va dar marcha atrás en esto,” dice. “Somos un país pequeño, no tenemos escala, y nuestra versión de escala es ser innovadores y ser inteligentes, y la competitividad impositiva ha traído a nuestro país la única prosperidad que conocemos. Es por eso que tenemos esas compañías [tecnológicas] allí. En los países pequeños, no tenemos recursos naturales, tenemos que ser capaces de atraer a la gente. Hemos pasado por los años 50 y 60, y la hemorragia masiva de nuestra población por todo el mundo. Ahora hay más hospitales, más bomberos, más maestros por la política [impositiva irlandesa].”
Una de las actuales obsesiones de Bono es usar el comercio con fines progresistas. “Como una persona que ha pasado cerca de 30 años peleando para sacar a la gente de la pobreza, fue un poco humillante darte cuenta que el comercio juega un papel más grande que el desarrollo. Diría que esa es mi mayor transformación en 10 años: entender el poder del comercio para hacer o romper vidas, y eso no puede ser dado como la fuerza dominante en nuestras vidas.”
Ha encontrado la curva de aprendizaje estimulante. “Solo quiero saber, y la manera de lograr conocer las cosas es haciéndolas,” dice. “Yo soy así con todo. ¿Qué es eso? ¿Cómo funciona esto? Entremos, averigüémoslo. Es muy divertido. Creo que es bastante disfuncional cuando los artistas están aquí, la ciencia está por allá, lo políticos están en su propio lugar… No, no estoy teniendo eso. Quiero ser capaz de caminar a través de cada habitación y escuchar y aprender.”
En cuanto a las personas poderosas que ha tratado, Bono dice “a mi yo más joven no le hubiera gustado ninguno de ellos.” Le pregunto si echa de menos ciertos aspectos de esa confusa juventud y me responde recitando la letra de “The Morning After Innocence”, una canción de Songs Of Experience, la secuela en progreso de trabajo de Songs Of Innocence.
“El protagonista más viejo le está pidiendo al más joven ayuda,” explica. “El mayor problema al que me enfrento ahora es que entiendo la naturaleza dialéctica de las cosas. Puede hacerte menos clara tu respuesta.” Suena melancólico. “Cuando era más joven, sabía que mi posición estaba en todo.”
A menudo se pasa por alto cómo muchas de las letras de Bono se desarrollan en la culpa y en la auto-recriminación (bajo cierta luz, Achtung Baby es una disculpa extendida por estar enojado), pero sospecho que solo puede superarse a sí mismo porque es fundamentalmente resistente, conservando la rudeza, la confianza en sí mismo que hizo despegar a U2 en primer lugar. Como él canta en la última canción del disco nuevo, “The Troubles”: “Tengo una voluntad de sobrevivir / Así que puedes lastimarme y lastimarme un poco más.”
Lo que es más, aun está enardecido por el prospecto de la próxima habitación, la próxima persona, la próxima grabación, el próximo vaso de vino. Ha hecho su vida tan interesante como humanamente posible.
“Hay un poco de calor,” dice vaciando su vaso. “Pero consigues un buen asiento en los restaurantes.”
Por Dorian Lynskey para TheGuardian.com