Tres décadas atrás, U2 tuvo cosas importantes que decir acerca de la guerra subsidiaria de América, la difícil situación de los mineros británicos, y las construcciones sociales que mantenía a todo alejado de reconocer su humanidad compartida. En lugar de contar las cosas explícitamente, tal como sus héroes punk del principio podrían hacerlo, Bono y los chicos canalizaron sus sentimientos en el The Joshua Tree de 1987, un disco heroico de rock compuesto en la mítica poesía contundente del Viejo Testamento. Y fue bueno.
Traído a la vida por los intrépidos productores Daniel Lanois y Brian Eno, The Joshua Tree fue el quinto disco en estudio de U2 y el primero en alcanzar las cimas de los charts de Estados Unidos. El disco cumple 30 años este marzo, y para celebrarlo, el grupo lo tocará de arriba a abajo como parte de una gira especial de estadios a través de Norteamérica y Europa. Es una linda manera de celebrar su obra maestra, y dado el estado del mundo, tiene mucho sentido.
Cuando The Joshua Tree cayó, América estaba cerca del final de ocho años bajo el reinado del expresidente Reagan. Las acciones militares encubiertas de Ronnie en Centroamérica inspiró directamente dos canciones, la estruendosa “Bullet The Blue Sky” y la triste “Mothers Of Disappeared”, y los impactos de sus políticas divisorias pueden sentirse en “In God’s Country”, y quizá, incluso, con la apertura idealista del disco, “Where The Streets Have No Name”. En este último, Bono imagina un mundo desagregado donde la dirección de una persona no necesariamente habla de su raza, clase o religión.
Ahora que América está a punto de inaugurar la era Donald Trump, un nacionalista intolerante que hizo una fortuna enluciendo su nombre sobre todas las propiedades que atienden a ricos, The Joshua Tree se siente relevante en nuevas formas. (Incluso, Bono hizo la introducción de “Bullet The Blue Sky” con lguno comentarios anti-Trump en octubre pasado). Y no solo América está separándose, Europa y el Medio Oriente están profundamente divididos también. Por primera vez desde la Guerra Fría, la gente está hablando acerca del apocalipsis como si fuera un malentendido. Los tiempos pesados llaman por “Música Grande”, como todo un subgénero de rock de los 80 era conocido, y no hay música más grande que The Joshua Tree.
La importancia tenía mucho que ver con la inclusión. El disco no generó dos hits Nº 1 y una gira mundial de estadios apelando solamente a los liberales. Ni siquiera es un disco político de principio a fin. “Running To Stand Still” es acerca del abuso de la heroína. “Trip Through Your Wires” es una canción blusera de amor entregada como una historia bíblica. “One Tree Hill” es un tributo góspel a un amigo caído y a su patria, Nueva Zelanda, además del poeta chileno Víctor Jara. El latido de “Exit” lleva a Bono a la mente de un asesino serial. Pero dado el estilo abstracto del cantante, los fans pre-internet del 87 habrían sido libres de insertarse en las letras según lo necesario; especialmente en vivo, donde estas canciones realmente se encienden.
En The Joshua Tree, las raíces americanas de la música chocan con los ambientes de los esfuerzos previos de U2, The Unforgettable Fire, cada canción es una película de aventura, un paisaje pintado que el oyente lo colorea. No importa lo que Bono está cantando, estás allí con un chaleco de cuero, escalando una montaña con el viento azotando tu cola de caballo. Si los amantes de Trump y Bernie Bros no quieren lo mismo, ambos quieren algo. Y para cualquiera capaz de aplastar su cinismo lo suficiente como para perderse en algo como un concierto de rock, una noche con The Joshua Tree podría poner ese algo. Estará allí en el horizonte, resplandeciente como la guitarra de Edge, siempre fuera del alcance y hermoso al mismo tiempo.
Fuente: Billboard.com