Quienes no pueden soportar el lado serio de U2 que busca curar al mundo, podrían querer dejar de leer esto. La palabra “amor”, sin ironía y noble, aparece a lo largo de Songs of Experience, la secuela de larga gestación de su álbum de 2014 Songs of Innocence.
Mientras que Songs of Innocence estaba lleno de detalles biográficos joviales —tanto eufóricos como sombríos— de Bono, el cantante y principal compositor del grupo, Songs of Experience tiene una perspectiva más general, amplia y adulta. Le da preferencia a las lecciones y los arquetipos, no a las historias. Al igual que Songs of Innocence, el nuevo álbum contó con varios productores, y U2 claramente evaluó cada nanosegundo de sonido, ya fuera puliendo sus reverberaciones o administrando cantidades calibradas de distorsión. No es un álbum que corteje a nuevos fanáticos al cambiar radicalmente el estilo de U2: en vez de eso, reafirma el sonido que ha estado llenando estadios y coliseos durante décadas.
El disco también es un regreso al mercado comercial estándar. Apple hizo que Songs of Innocence fuera un regalo que de pronto apareció en los archivos tanto de fanáticos como de no fanáticos en todo el mundo. Muchos lo consideraron una invasión corporativa en vez de un regalo, lo cual generó una respuesta negativa que amenazó con eclipsar las respetables canciones del álbum. Songs of Experience, el decimocuarto álbum de estudio de U2, tiene un lanzamiento más convencional.
Bono ha descrito Songs of Experience como una colección de cartas a la familia, los fanáticos y Estados Unidos: mensajes y advertencias de un personaje público con una mentalidad global. Durante gran parte de la producción, U2 se dispone a contrarrestar la furia, la desolación y el escepticismo de 2017 con grandes dosis de optimismo.
Hay una tentación de predicar y algunas de las canciones son homilías descaradas. Las canciones de inicio y cierre del álbum (antes de la canción extra) se llaman “Love Is All We Have Left” y “Love Is Bigger Than Anything in Its Way”. La canción con la que inicia es una bendición celestial que se desarrolla por encima de cuerdas trémulas, y declara: Nothing to stop this being the best day ever (No hay nada que evite que este sea el mejor día de la historia), mientras que el final es el gran crescendo de una marcha, un himno de estadio en el que dicen: When you think you’re done, you’ve just begun (Cuando crees que estás acabado, tan solo estás empezando).
Sin embargo, en medio, hay más ambivalencia, humor, autocuestionamiento y un propósito explícitamente político. “You’re the Best Thing About Me”, con ese alegre salto en su melodía y la guitarra veloz de The Edge en el centro, es una canción de amor que se convierte en una advertencia: Las mejores cosas son fáciles de destruir. El ritmo alegre al estilo de la década de 1950 de “The Showman (Little More Better)” le da a Bono un trampolín para burlarse de su papel como cantante pop: Making a spectacle of falling apart is/ Just the start of the show (Hacer el espectáculo de desintegrarse/ solo es el inicio del show).
Mientras tanto, U2 ha estado pensando mucho en los migrantes. “Red Flag Day” —con los veloces acordes sincopados de la guitarra rítmica de The Edge, el bajo de Adam Clayton y la batería de Larry Mullen Jr. que se funden como The Police— comienza como un jugueteo en un paraíso mediterráneo en la playa, pero termina con una reflexión acerca de los migrantes ahogados en esas mismas aguas.
El ritmo con un tono aterciopelado de “American Soul” comienza como un tributo de la banda irlandesa al rock estadounidense, pero después alaba la idea de que Estados Unidos pueda darle la bienvenida a los extranjeros de todo el mundo: For refugees like you and me/ a country to receive us/ Will you be my sanctuary/ Refu-Jesus! (Para refugiados como tú y como yo/ el país que nos reciba/ será mi santuario/ ¡Refu-Jesucristo!”).
Sin embargo, incluso la fe y la esperanza de U2 tiene sus límites en la era del brexit y de Donald Trump. “The Blackout” tiene un ritmo aplastante de cuatro sobre la pista y un efecto de guitarra que recuerda sutilmente a “Mysterious Ways”, pero no es música de fiesta.
Las letras se preguntan si la democracia está enfrentando una “extinción”: A big mouth says the people they don’t want to be free (Un bocón dice que la gente no quiere ser libre). El coro continúa con insistencia: When the lights go out, don’t you ever doubt/ The light that we can really be (Cuando las luces se apagan, no dudes nunca/ acerca de la luz que de verdad podemos ser). No suena a amor… suena a resistencia.
Fuente: NYTimes.com