“Streets Of Surrender”, escrita con música del cantante italiano es el tema estrella de su nuevo disco, con ayuda de Mark Knopfler. El gran Zucchero. La mayor estrella de la música italiana. Una voz, un mensaje se escapa en el aire, como otra luz de esperanza ante un nuevo ataque terrorista, ante la caída del avión de Egypt Air.
Y se enciende la voz del cantante, porque con esa luz inmensa madrileña se cuelan las palabras de “Streets Of Surrender” [“Las calles de la rendición”], la hermosa, delicada y libre canción sobre los atentados de París, que escribió Bono en aquellos días, con melodía de Zucchero y que es el tema estrella de su nuevo disco, Black Cat.
Sabemos por qué nació la canción, pero no tenemos la película completa. ¿La cuentas, por favor?.
En el pasado mes de noviembre recibí un mensaje de Bono, el cantante de U2, que me pedía que acudiera al concierto de su grupo en Turín. Y allí estuve. Recuerdo que llegué a las siete de la tarde a su camerino. Y sin más preámbulo me dice que me tiene que pedir un gran favor. Tengo que cantar con ellos, en la última canción del concierto, ni más ni menos que “I Still Haven’t Found What I’m Looking For” de The Joshua Tree.
Así, ¿sin anestesia?
No creo que le pusiera mala cara, pero me sentí como si estuviera en el borde de un último piso. La sensación de vértigo asombrosa. El problema era de que no me acordaba casi nada de los acordes y mucho menos de la letra en inglés. Bono me dijo que tenía dos horas, tiempo suficiente. Yo no lo tenía tan claro.
Bueno, supongo que Bono sabía que podías hacerlo sin problemas, ¿no?
Fue peor de lo que me había imaginado. Yo no había visto el “tour” de U2. Ni sabía que el invitado en la canción final sale en solitario, justo cantando la canción, absolutamente sólo, allí en el escenario. Sentí pánico, hasta que se juntaron conmigo. Creo que quedó muy bien.
¿Que pasó después?
Bono y The Edge estaban muy contentos. Bono me dijo que a cambio le pidiera un favor. Y me aproveché. Como había ocurrido con Blue años antes, le dije que tenía una bella canción a la que me gustaría que le pusiera letra. Me dijo que sí, por supuesto. Siempre he tenido muy buena química con él. Somos verdaderamente amigos. Siempre quiere que regrese a Dublín y que le haga los “spaghettis al ajo y aceite”, mis favoritos, como ya le hice una vez en su casa. Así que pensé que era magnífico para mi nuevo álbum que ya estaba grabando en aquellos días.
¿Que pasó después?
Pues, no tenía noticias. Pasaron las semanas, más de un mes y no tenía noticias de Bono. Pensé que no le habría gustado la canción. Pero cuando estaba grabando en Los Angeles, a las tres de la mañana, tuve una llamada de Bono, que estaba en París en aquellos días del mes de noviembre. Me dijo que era la letra apropiada, y que estaba muy orgullosa de ella, porque era un reflejo, una liberación de los terribles atentados de París, que les cogieron a U2 en medio. La letra es magnífica.
¿Por qué llamaste también a Mark Knopfler para que la tocara?
Me parece que era una buena idea. Pero le dije que no quería el típico sólo, sino unas armonías con su dobro, que es tan especial en los dedos de Mark. Y así se terminó.
Curioso, porque tu querías un álbum que sostuviera el reflejo de tus sensaciones al visitar el delta del Misisipi, la magia de Nueva Orleans, es decir, la experimentación de la básica del sur norteamericano. ¿Por eso llamaste al compositor y productor T- Bone Burnett?
Sí, claro quería músicos especialista en el “slide guitar”, en tocar la guitarra con la cabeza de una botella, las armónicas, las extrañas guitarras acústicas. Todo eso está en Black Cat, salvo “Streets Of Surender”. En realidad, es un paseo musical por las raíces del rock. Y tratar de explicarte a tí mismo los doscientos años de esclavitud de los negros, las tremendas mansiones sureñas, el espíritu de “The Color Purple” de Spielberg. Todo ese mundo del que también se acuerda Tarantino.
¿Es posible que los negros de Cuba te llevaran a los negros sureños norteamericanos?
Hace casi cuatro años hicimos un concierto ante setenta mil personas en el parque del Instituto Superior de Arte en la Habana. Desde luego, bastante antes que los Rolling Stones. Me enamoré de los músicos negros cubanos. De su forma de ser, su amabilidad y su maravillosa técnica. Un mundo maravilloso en la percusión, en la armonías. Puede que tratara de indagar más en el mundo de la música negra, aunque sea un disparate para este blanco de la Toscana.
¿Vas a hacer una gira especial con músicos negros, como hiciste con La Sesión Cubana World Tour?
Seguro que algunos de ellos estarán en los diez conciertos seguidos que daré en la Arena de Verona, en septiembre. Desde luego, los invitaré, como a Mark Knopfler y a Bono. Verona es algo especial para mí y no sólo por Shakespeare, en este aniversario.