Ellos no son norteamericanos, aunque algunos tengan casas en Norteamérica pero el más prominente de ellos ha gritado: "¡Soy un norteamericano!" en la televisión nacional.
Ellos no se cultivaron en la cultura norteamericana, aun así se han convertido en tal parte de ella que muchos olvidan que ellos nunca fueron, en primer lugar, norteamericanos.
Entonces, quizá no sea extraño que ese grupo de irlandeses que componen la banda U2 hayan realizado dos de los más aclamados eventos norteamericanos a continuación de los más recientes y terribles desastres norteamericanos. Tampoco es extraño que ellos lo hicieran en el mismo lugar donde se encuentra una de las ciudades más musicales de Norteamérica. Porque al final, esto no trata sobre ser o no ser norteamericano sino de entender la agonía y la curación que siguen a la catástrofe.
Así que es lógico que de todos los shows previos y de medio tiempo de la NFL, las dos actuaciones más conmovedoras fueran realizadas en el Superdome por U2. ¿Porque quiénes, realmente, fueron la mejor opción para actuar en el medio tiempo del Super Bowl XXXVI y desplegar los nombres de las víctimas del 11 de septiembre a través de la cúpula del Superdome? ¿Y luego, 13 meses después de un huracán que destrozó el mismo techo desde donde los nombres se desplegaron, había alguien mejor para pararse junto a la banda norteamericana, Green Day, y juntos tocar una canción que simbolizara el renacimiento de una ciudad?
¿Y qué podría ser mejor opción en el hogar de los Saints de Nueva Orleáns que la canción sea, "The Saints Are Coming"?
"Creo que aquel show de 2002 podría haber sido en cualquier ciudad del mundo," dice Charles Coplin, que como vicepresidente ejecutivo de programación de la NFL asistió al show de 2002 y produjo la reapertura de 2006. "Pero definitivamente creo que el de 2006 fue porque era en Nueva Orleáns. Creo que fue en parte por la experiencia que tuvieron en 2002, pero creo que U2 también tiene un gran respeto por la música norteamericana."
"Lo que fue genial sobre ese segundo show es que fue un grandioso tributo a Nueva Orleáns."
O en otras palabras de Quint Davis, el nativo de Nueva Orleáns que dirige el afamado festival Jazz Fest y ayudó a reunir el espectáculo de reapertura de 2006: "U2 es una especie de genialidad."
Ellos no actuarán en el Super Bowl XLVII entre los San Francisco 49ers y Baltimore Ravens en Nueva Orleáns el próximo domingo, por supuesto. Será Beyoncé. Mientras el recuerdo de aquellos dos shows, los más grandiosos que la NFL haya producido alguna vez, permanece fresca para muchos, más sorprendente es qué tan cerca estuvieron ambos de no suceder.
Era el 25 de octubre de 2001, y la NFL tuvo un problema. Solo unas semanas antes, los aviones se habían estrellado en edificios y el país aun estaba en un profundo duelo. Ahora la liga tenía que planear un show de medio tiempo para el Super Bowl pero nadie estaba disponible. Jim Steeg, que dirigía el Súper Bowl, había contratado a Janet Jackson. Como muchos otros artistas, ella había cancelado su gira. No estaba viajando. Casi nadie lo estaba haciendo.
La tarea de encontrar un reemplazo recayó en John Collins, que era el ejecutivo encargado del show de medio tiempo. Esa noche fue a ver a U2, una de las pocas bandas que aun estaban de gira, al Madison Square Garden de Nueva York. Fue un show largo. La banda interpretó 14 canciones y cinco bises. Pero el mejor momento vino al final del concierto cuando la lista de personas muertas el 11 de septiembre fue proyectada sobre la multitud y los nombres se desplazaban a través del techo del estadio.
"Pude escuchar a la gente decir; 'Oh, mi Dios'," recuerda Collins. "Entonces la gente empezó a emocionarse."
De repente se le ocurrió: Esto era exactamente lo que debería pasar en el Super Bowl. En el trabajo a la siguiente mañana, se reunió con otros dos ejecutivos de la liga que estuvieron en el concierto. Ellos también habían sentido la misma sensación. Casi de inmediato estuvieron de acuerdo que U2 era la opción perfecta para tocar en el Super Bowl.
Collins llamó a Jimmy Iovine, el gerente de Interscope Records, que había producido el disco "Rattle And Hum" de U2. Iovine vino inmediatamente. La gente de la NFL habló sobre el concierto de la noche previa y de los nombres en el techo y se preguntaban si U2 haría lo mismo en el Super Bowl. Iovine escuchó, entonces pidió usar el teléfono. Luego tomó el teléfono y llamó a Bono.
"La NFL tiene una gran idea y quieren que vengas a hablar sobre este tema," recuerda Collins que Iovine le decía a Bono.
Al día siguiente, Bono estuvo en una sala de conferencia de la NFL con Collins, Steeg, el entonces comisionado Paul Tagliabue, el jefe de operaciones Roger Goodell y el dueño de los Patriots, Robert Kraft. En la reunión, Bono presentó los planes para un show extravagante, incluso sugiriendo diferentes elementos de la música mundial. No todo el mundo estaba abrumado.
De hecho, U2 fue discutido dentro de las oficinas de la liga por varios días. Algunos señalaban que aquel especial de U2 en televisión no había conseguido un gran rating. Otros consideraban que una banda de rock irlandesa no sería apropiada para un Super Bowl tan cercano al 11 de septiembre. Al final, Tagliabue cedió y los planes avanzaron hasta que un problema mayor surgió unas semanas antes del juego. No había manera de darle potencia al equipo que proyectaría los nombres de las víctimas desde el techo del Superdome. Iban a tener que descartarlo. Collins estaba en shock.
"¡Hagan lo que tenga que hacer para obtener esa energía, incluso si tienen que poner un generador en el techo del domo!" les gritó a los organizadores. "La única razón por la que Paul Tagliabue aprobó esto era por los nombres proyectados desde el techo."
Finalmente, un generador fue colocado, la potencia necesaria fue entregada y el proyector funcionó. Pero aun había escepticismo. Luego del ensayo del viernes previo al enfrentamiento Patriots-Rams, Collins y un grupo de ejecutivos de la liga estaban dejando el domo cuando uno se quejó en voz alta: "Este va a ser el peor show de medio tiempo de la historia."
En cambio, se convirtió en uno de los mejores, la banda comenzó con "Beautiful Day", luego pasaron a una sombría versión de "MLK" y entonces cambiaron a "Where The Streets Have No Name". La lista de las víctimas pasó a través de la pantalla gigante que colgaba por encima del campo de juego. Al final de la última canción, la pantalla fue liberada y se derrumbó como lo hiciera una de las torres gemelas. Los nombres continuaron pasando por sobre el público y por techo justo como Collins había recordado de aquella noche en el Madison Square Garden.
Las críticas fueron impresionantes.
"Para algunos, puede parecer más bien un homenaje estridente, pero afectando de una forma extraña, funcionó, y de manera respetuosa," escribió The Washington Post.
The Boston Globe lo llamó, "El mejor show de medio tiempo en la historia de los eventos deportivos, sin lugar a dudas."
Al día siguiente, el manager de la banda le envió una carta a Collins que, en parte, decía: "Me compadezco por quien venga después."
Irónicamente, esa persona casi terminó siendo Bono. Por varios meses, estuvo hablando con la liga sobre un grupo de cantantes estelares parados en un escenario para el próximo Super Bowl en San Diego. Sería algo así como "We Are The World". Sin embargo, fue incapaz de reunir a todos juntos. Bono llamó a Collins para declinar. Pareció en ese momento que su breve carrera con la NFL había terminado.
Pocos sabrían que un desastre norteamericano totalmente diferente lo traería de vuelta.
La NFL nunca planeó tener un gran show de apertura para cuando los Saints retornaran al domo en 2006. Entonces, The Edge se involucró. Luego del huracán Katrina, el guitarrista de U2 ayudó en la forma de Music Rising, una fundación cuyo propósito fue comprar nuevos instrumentos para músicos en Nueva Orleáns que habían perdido todo en la tormenta. Fue The Edge el que se acercó a David Saltz, productor de los shows de apertura de temporada de la liga, con una idea para una guitarra colgante que pasaría por el campo de juego como promoción para Music Rising. Saltz volvió con Coplin con un discurso simple: "Esto podría ser grande."
Cuando el verano llegó a su fin, un aluvión de llamadas telefónicas se sucedió. The Edge convenció a Green Day para unírsele. Luego que Green Day dijo que sí, The Edge hizo lo mismo con el resto de los miembros de U2, los cuales estuvieron de acuerdo. The Edge fue con la liga y les pidió tocar la canción de 25 años titulada "The Saints Are Coming", de la banda punk escocesa The Skids. Repentinamente, Coplin se dio cuenta que, esencialmente, estaba dando un show más grande que la mayoría de las actuaciones de medio tiempo sin siquiera habérselo solicitado.
"Todo lo que habíamos estado hablando era mejor que de lo que habíamos planeado," dice Collins, que ahora está en la NHL. "Una vez que la liga se dio cuenta que sería un momento hermoso, simplemente despegó."
Pronto la forma de una producción enorme emergió con U2, Green Day y un número de famosos artistas de Nueva Orleáns, incluyendo a Rebirth Brass Band y Trombone Shorty.
Solo hubo un ensayo. Tuvo lugar el día previo al juego de los Saints contra Atlanta Falcons. Como ninguna de las bandas había trabajado juntos antes, la sesión que normalmente hubiera tomado una hora, terminó tomando cinco. Bono quiso agregar referencias a Nueva Orleáns a "Beautiful Day" y se paró en el escenario durante un largo tiempo garabateando palabras en una hoja de papel.
Coplin peleó para tener a los Saints corriendo al campo de juego para "The Saints Are Coming", pero el plan fue rechazado.
"¿Se imaginan lo grandioso que hubiera sido?" dice.
Cuando el ensayo finalizó, los miembros de U2 se subieron a una Suburban provista por la liga y fueron a unirse a una segunda línea en un desfile al otro lado de la ciudad. Davis recuerda que bailaron por las calles agitando unas plumas de avestruz mientras la multitud a un lado de la calle los miraban, ajenos a la locura de los hombres blancos que hacían piruetas detrás de la banda. Tomó a un hombre sin hogar, vendiendo agua de un carrito de compras para entenderlo.
Davis recuerda al hombre gritando, "¡Esa gente no sabe quién es ese que está ahí con ellos!"
"¡Ese es Sonny Bono!"
Entonces vino el show. Green Day tocó primero, cantando su hit "Wake Me Up When September Ends", respaldados por Rebirth y Trombone Shorty. The Edge se les unió. Luego de pasar por una breve versión de "House of the Rising Sun", irrumpieron con "The Saints Are Coming", Bono subió al escenario. Juntas las dos bandas tocaron "Beautiful Day" con Bono cantando su letra especial:
Crescent City right in front of you |
(Ciudad Creciente justo en frente tuyo |
En el público aquella noche, la gente lloró. Doug Thornton, el manager general del domo y el hombre que supervisó la renovación, estaba en el campo de juego y se quedó mirando al público. Estaba preocupado que las luces, que se habían bajado para el concierto, no pudieran recuperarse y así les permitió que solo se atenuaran a los niveles que estuvieron en las noches cuando la gente tomó refugio de Katrina. De repente ver a la gente en los asientos en la misma luz descolorida fue abrumador. Y allí, en el campo de juego, lloró.
"Creo que para todos fue una noche emotiva," dice Lawrence Randall, director de programación de la NFL.
Collins agrega: "Yo estuve en la liga por nueve años e hice esto por seis. Para mí este show significó lo máximo porque no fue planeado. Solo tuvo un tremendo corazón."
No mucho tiempo después, U2 puso la versión del Superdome de "The Saints Are Coming" en su disco de grandes éxitos. Davis luego vio a The Edge y bromeó con que la banda "había creado un hit", justo allí, en Nueva Orleáns. Localmente ya lo tenían. A pesar que Coplin nunca logró su deseo de ver a los Saints salir al campo de juego con la canción aquella noche de 2006, la grabación está dentro del grupo que es pasado en el Superdome en los días de juego justo antes que el equipo deje el túnel. Es lo más cercano que muchos fanáticos de los Saints tienen como himno.
"La energía que esos tipos conjuraron fue literalmente irreal y los fanáticos de los Saints aun escuchan la canción para prepararse para los juegos," dice Chris Bravender, un fanático de toda la vida de los Saints de Nueva Orleáns. Pero la mayor contribución que U2 pudo haber hecho a la liga es la credibilidad. Después del Super Bowl de 2002, los organizadores del medio tiempo tuvieron problemas para atraer grandes espectáculos. Consiguieron a Michael Jackson en 1993 en Pasadena, California, y dejaron a Diana Ross sobrevolar el Super Bowl de 1996 en un helicóptero. Pero conseguir los nombres más grandes fue difícil.
"Después de U2 muchos tipos dijeron: 'Lo tenemos claro'," dice Collins.
Si no fuera por U2, agregó, la liga nunca hubiera podido ser capaz de conseguir a Prince, Paul McCartney y Bruce Springsteen como lo hicieron años atrás.
Entonces otra vez, si no fuera por un concierto unas semanas después de la peor mañana, una banda de irlandeses nunca hubieran sido la conexión de la liga a la recuperación de dos desastres norteamericanos.
Fuente: Yahoo! Sports