Soy un testigo ¿Qué puedo hacer?
Diario The Independent
Editorial por Bono
Editorial por Bono
"Yo puedo decir sin artificios, que estoy harto de las estrellas de rock mesiánicas, tanto como cualquier hombre, mujer o niño. También estoy harto del trabajo a medias que añade un peso suplementario y esta unido a alguna cosa de la gravedad real, como la urgencia de la lucha contra el sida.
También he verdaderamente intentado andar con pies de plomo mientras recorría por encima de los sueños de dignidad nuestra misión de salvaguardar la fantástica belleza que representa el continente americano. Estoy acostumbrado a la mostaza. Incluso he conseguido que me guste su gusto. Pero antes que sean tentados de soltar unos grandes exabruptos. Permítanme mostrarles el contexto.
No por el amor a mi vanidad, pero si por las personas que dependen de nosotros -el lector- para responder a la precariedad de sus vidas.
Imaginen esto: una ciudad donde ha desaparecido toda una generación ha dejado a niños para educar a los niños (El síndrome de Su majestad las moscas).
Soy un testigo ¿Qué puedo hacer?
O bien esto otro: mi nueva amiga Prudence, que incluso teniendo éxito con los anti-retro-virales, no lo pudo compartir con su tristemente fallecida hermana o mejor amiga Janny, porque era más importante que sus compañeros militantes vivieran.
Por qué? Simplemente hay que imaginarse esto: la mayoría de militantes y enfermeros acreditados no pueden ni disponer de medicinas que nosotros disponemos en cualquier farmacia cercana.
Doy fe de ello. He observado a esas valientes y bellas almas que combatían un fuego en el bosque, una pandemia con bidones de agua, todo sabiendo que no verán la luz el día que su tarea sea cumplida. He visto sus conversaciones alrededor de las mesas de la cantina, decidiendo quién vivía y quién moría, porque no tienen suficientes píldoras para todo el mundo. He visto a Zackie Achmat negarse a tomar sus medicamentos, el cual ha llevado su acción contra el gobierno sudafricano, para conseguir un acceso universal. Menudo testimonio hacía. Y doy fe de ello.
Los combatientes del fuego, se merecen aparatos para la lucha contra el fuego con sirenas y aviones con el vientre lleno de agua de lluvia. Más o menos, merecen que su situación sea clasificada como de urgencia extrema. Código Rojo, como el huracán Katrina o el Tsunami en Asia, que se ha llevado a 150.000 vidas. Eran catástrofes naturales. África abandona cada mes 150.000 hombres, mujeres y niños al sida, un desastre que se puede evitar, prevenir, una enfermedad curable.
Colin Powell describe el minúsculo virus del sida como el arma de destrucción mas letal del planeta. Así, perdonarnos si llevamos nuestra estrategia a la calle, donde tantos de nosotros viven y trabajan.
Necesitamos encontrarlos o que estén, en una tienda, al teléfono, cuando llevan vuestra vida cotidiana normal. Nosotros que hacemos esta campaña sobre estos problemas frecuentes pensamos que hemos conseguido abrir una brecha en la conciencia popular con los Live Aid, Red Nose Day, Comic Relief y Make Poverty History. Pero seguimos perdiendo la batalla: 9.000 nuevos casos de infección cada día en el mundo en vías de desarrollo.
Y habrá quien piense que RED es el peor concepto que ha escuchado hablar.
En la extrema izquierda, encontramos los que “prefieren estar muertos antes que pasarse al rojo (RED), una reacción contra el gran negocio que no esta totalmente injustificada. Pero sabiendo la urgencia que representa el sida, no veo esto como una venta hasta agotar los stocks. Veo todo esto como, montar una banda contra el problema. Esta urgencia necesita un centro radical como también un borde radical. Que lo lleve hacia lo alto cada día. Facilitando las cosas".
También he verdaderamente intentado andar con pies de plomo mientras recorría por encima de los sueños de dignidad nuestra misión de salvaguardar la fantástica belleza que representa el continente americano. Estoy acostumbrado a la mostaza. Incluso he conseguido que me guste su gusto. Pero antes que sean tentados de soltar unos grandes exabruptos. Permítanme mostrarles el contexto.
No por el amor a mi vanidad, pero si por las personas que dependen de nosotros -el lector- para responder a la precariedad de sus vidas.
Imaginen esto: una ciudad donde ha desaparecido toda una generación ha dejado a niños para educar a los niños (El síndrome de Su majestad las moscas).
Soy un testigo ¿Qué puedo hacer?
O bien esto otro: mi nueva amiga Prudence, que incluso teniendo éxito con los anti-retro-virales, no lo pudo compartir con su tristemente fallecida hermana o mejor amiga Janny, porque era más importante que sus compañeros militantes vivieran.
Por qué? Simplemente hay que imaginarse esto: la mayoría de militantes y enfermeros acreditados no pueden ni disponer de medicinas que nosotros disponemos en cualquier farmacia cercana.
Doy fe de ello. He observado a esas valientes y bellas almas que combatían un fuego en el bosque, una pandemia con bidones de agua, todo sabiendo que no verán la luz el día que su tarea sea cumplida. He visto sus conversaciones alrededor de las mesas de la cantina, decidiendo quién vivía y quién moría, porque no tienen suficientes píldoras para todo el mundo. He visto a Zackie Achmat negarse a tomar sus medicamentos, el cual ha llevado su acción contra el gobierno sudafricano, para conseguir un acceso universal. Menudo testimonio hacía. Y doy fe de ello.
Los combatientes del fuego, se merecen aparatos para la lucha contra el fuego con sirenas y aviones con el vientre lleno de agua de lluvia. Más o menos, merecen que su situación sea clasificada como de urgencia extrema. Código Rojo, como el huracán Katrina o el Tsunami en Asia, que se ha llevado a 150.000 vidas. Eran catástrofes naturales. África abandona cada mes 150.000 hombres, mujeres y niños al sida, un desastre que se puede evitar, prevenir, una enfermedad curable.
Colin Powell describe el minúsculo virus del sida como el arma de destrucción mas letal del planeta. Así, perdonarnos si llevamos nuestra estrategia a la calle, donde tantos de nosotros viven y trabajan.
Necesitamos encontrarlos o que estén, en una tienda, al teléfono, cuando llevan vuestra vida cotidiana normal. Nosotros que hacemos esta campaña sobre estos problemas frecuentes pensamos que hemos conseguido abrir una brecha en la conciencia popular con los Live Aid, Red Nose Day, Comic Relief y Make Poverty History. Pero seguimos perdiendo la batalla: 9.000 nuevos casos de infección cada día en el mundo en vías de desarrollo.
Y habrá quien piense que RED es el peor concepto que ha escuchado hablar.
En la extrema izquierda, encontramos los que “prefieren estar muertos antes que pasarse al rojo (RED), una reacción contra el gran negocio que no esta totalmente injustificada. Pero sabiendo la urgencia que representa el sida, no veo esto como una venta hasta agotar los stocks. Veo todo esto como, montar una banda contra el problema. Esta urgencia necesita un centro radical como también un borde radical. Que lo lleve hacia lo alto cada día. Facilitando las cosas".