Rolling Stone edición España:
Bono
Por Anthony Decurtis
Por una vez, ponte pesimista y habla sobre lo que está por venir.
Esa es buena. Siempre estoy emocionado por el futuro, pero está claro que eso tiene sus riesgos. No se si has leído un libro de Martin Amis, Los Monstruos De Einstein. Escribe sobre el universo posterior a la fisión del átomo. Escribe sobre que le duele el estómago porque no puede escapar al hecho de las implicaciones matemáticas que tiene que pertenecer a un mundo en el que estás rodeado de armas nucleares, y a las probabilidades de que algo vaya mal. Entonces acuesta a los niños, pero no puede sacarse esa idea de la cabeza. Lo escribió a finales del los ’80, cuando apenas había un control organizado para aplacar los monstruos de Einstein. ¿Cuáles son las probabilidades ahora?
¿Qué ha cambiado?
Ahora no sabemos donde están estos monstruos. ¿Por todo el mundo? ¿Vendrán a mi ciudad? Si uno habla de una visión demoníaca del mundo, ese es mi primer pensamiento. A no ser que las cosas se calmen, está claro que si quieres descapitalizar una nación, puedes hacerlo. Puedo incluso imaginar una situación en la cual los jefes de estados no tengan una residencia fija. Incluso si quisieras trasladar una ciudad en el mapa, podría hacerse. Nadie habla de ello. No quieres pensarlo, sin embargo, afecta a tu día a día, cambia tu estilo de vida poco a poco, con pequeños detalles. Es una idea que va calando en tu subconsciente. Vivimos en la era de la guerra asimétrica. El ejército más poderoso no puede protegerte de un grupo pequeño y organizado. Estamos en una fase en la que ser poderoso y tener el arsenal nuclear más mortífero te deja completamente indefenso. Pero démosle la vuelta, puede ser positivo. Porque, ¿qué podría protegernos si por primera vez e la vida la capacidad militar no puede hacerlo? Nos forazaría en pensar en la prevención, en lugar de en la protección. Cuando discuto de que se debe incrementar la ayuda a África, siempre digo: “¿No es más barato e inteligente hacerse amigo de los enemigos potenciales en lugar de protegernos de ellos más tarde?”
Parece que nos llevan justo en la dirección opuesta. A lo mejor se podía pensar así justo después del 11-S, pero esa oportunidad se desperdició.
Cuando el periódico más importante de Francia salió en portada con el titular “TODOS SOMOS AMERICANOS”, algo estaba aflorando.
Pero esta administración se lo cargó. Se que tienes que cargar con mucha de esta gente...
Tenían un plan, ya sabes. Creo que el presidente creía de verdad que si podíamos probar un modelo de democracia para llevar la prosperidad a Oriente Medio, la situación se calmaría. No opino lo mismo y, aprovechando mi posición, se lo dije.
¿Dijiste eso?
Le dije a Paul Wolfowitz [Secretario de Defensa de EEUU entre 2001 y 2005], a todos ellos, que fueran a preguntar al ejército británico cómo es vigilar tras una esquina y ser disparados. Recordemos que durante los primeros años del ejército británico en las calles de Irlanda del Norte, fueron aplaudidos por una minoría cristiana. Echemos un vistazo a la historia reciente, y preguntémonos por qué se dio vuelta la tortilla. Esa estrategia siempre ha ido mal. Recuerdo al principio de la invasión a Iraq estar viendo la televisión con mi mujer Ali y decirle: “Esta gente acaba de esconder sus armas en el sótano, se han quitado sus uniformes ahora van por las calles desplegando banderas norteamericanas, alguien les ha ordenado que lo hagan”.
Así que hablaste con Wolfowitz. ¿Y a quién más se lo dijiste? ¿Se lo dijiste a Tony Blair?
Lo dije en todas mis conversaciones. A Condolezza Rice, a Kart Rove... No lo discutí directamente con el presidente Bush. Intenté limitarme al programa y supondría un abuso por mi parte cambiar el orden del día. Pero quiero ser muy claro de todas formas: Entiendo y estoy de acuerdo con el análisis del problema. Hay una amenaza inminente. Se manifestó el 11 de setiembre. Es real y es grave, tan serio como el Estalinismo o el Nacional Socialismo. No la ignoremos.
¿Qué es necesario hacer entonces?
Hay una palabra que todos hemos menospreciado: compromiso. Bill Clinton me telefoneó un día porque estaba recogiendo opiniones sobre si debía conceder a Martin McGuiness y a Ferry Adams [del Sinn Féin, el brazo político del IRA] un visado para entrar a EEUU. “Esta gente ha puesto bombas en supermercados y mucha gente inocente ha perdido la vida por su culpa”, pensé. Le dije a Clinton que no lo hiciera, que eso serviría para dignificarlos. “¿No deberíamos hablar siempre con la gente?”, me contestó. “Si, pero los estas dignificando”, insistí yo. Pero estaba equivocado. Clinton hizo lo correcto hablando con el IRA y otros elementos extremistas. Ahora tienen que hacer lo mismo, en mi opinión, con Hamas y Al Qaeda. Tienen que involucrarlos en el proceso de diálogo. Pero también tienen que cortar el suministro a la gente que odia, tienen que quitarle de las cabezas las falsas ideas sobre lo que tu eres como americano o lo que eres como occidental. Se que suena a imperialismo pero no lo es.
¿Cómo lo describirías?
Hablo por todo el mundo sobre lo que podríamos ser capaces de hacer desde occidente con nuestra tecnología, nuestra agricultura, nuestra farmacología... Hemos desarrollado una riqueza inimaginable, mostremos al mundo lo que podemos hacer. EEUU, como siempre he dicho, no es sólo un país, sino una idea. El mundo necesita ver ahora mismo lo que significa esa idea. Porque viene un tren en nuestra misma vía y no va a retroceder.
¿Qué sería para ti más fácil en este momento, dejar U2 o abandonar tu trabajote concienciación sobre la pobreza?
No se vivir sin la música. No creo que físicamente pueda vivir sin música, es lo único que me permite ser normal. Es como si le preguntaras a psicótico si puede vivir sin su litio. Sin embargo, hay gente ahí afuera cuyas vidas dependen de gente como yo que tengo acceso a los agentes que pueden cambiar el panorama, y tendría que pensármelo mucho antes de abandonar esa función. Lo que espero es que el movimiento social que está creciendo al amparo de todos estos temas sea tan fuerte que, llegado el caso de que alguien como yo no participe, nadie lo note. Al fin y al cabo, los movimientos sociales los hacen el día a día, no las estrellas de rock. 1300 campus universitarios han firmado ya nuestra One Campaign, el plan para reducir la pobreza a la mitad en 2015. Estos universitarios están redefiniendo su país a través de la lucha contra la pobreza. Asuntos como esos permiten a EEUU redefinirse frente al mundo y también ante sus ciudadanos.
¿Qué quieres decir?
La gente esta asqueada de que se les perciba como el enemigo. Después de lo visto en la prisión de Abu Ghraib, hasta la gente más razonable y racional dijo cosas despreciables de EEUU. Imagínatelo, el país que no solo liberó a Europa sino que la reconstruyó con el plan Marshall. El país que desembarcó en la playa de Omaha. El heroísmo de un pueblo que dio su vida por gente como mi padre. Estamos hablado de los Estados Unidos de América. Quien ofrezca solución a ese problema será elegido presidente. Creo que la próxima generación nos pasará por encima. Creo que está aflorando un nuevo idealismo, que no va de “que juntemos nuestras manos y deseemos con toda nuestras fuerzas que se acaben todos los problemas”. La gente está preparada para cambiar el mundo. Lo creo firmemente.
¿Y qué puede traer ese idealismo?
Está profundamente aceptado en los EEUU y en Europa que no se puede vivir en paz y prosperidad si en tu calle hay gente que pasa hambe, sin agua potable, cuyos hijos no pueden acceder a una vacuna que cuesta 20 céntimos o mueren por la falta de medicamentos que a nosotros se nos caducan en nuestros armarios... En un futuro próximo, la distancia no decidirá quién es tu vecino. Será aceptado que los barrios pobres de Kibera, Kenya, la zona pobre rural de Etiopía, los campos de refugiados de Darfur en Sudán, son nuestros vecinos. En un futuro no muy lejano, se acabará con el mosquito de anopheles, salvando la vida de 3000 niños que hoy se lleva por delante la malaria en África cada día. En un futuro no muy lejano, el mundo rico invertirá en educación en el mundo pobre, porque es nuestra mejor protección contra los chicos jóvenes captados por ideologías extremistas; o peor, que crecen sin ninguna ideología.
¿Ha afectado tu activismo la forma que tienes de ver a tu grupo, U2?
He estado mucho tiempo en este mundo bidimensional en el que sólo cuentan números, valores y análisis de estadísticas, y cuando lo he abandonado, estar en U2 me parecía un juego. Me ha hecho darme cuenta de lo sagrado que es la música. Es una especie de sacramento o institución, como el matrimonio, como la amistad. No estoy seguro que mis otros tres compañeros de la banda sean conscientes, porque ellos, quizás con más sentido común que yo, han evitado ese otro mundo. Ellos sólo piensan que están en U2, y es fantástico. Pero yo se realmente lo fantástico que es estar en U2.
¿Mola tanto estar en un grupo como habías soñado de pequeño?
Cuando era un chaval y estaba en la escuela, trabaja además en una gasolinera. Se me hacía mucho menos duro pensando en que los domingos, o los miércoles a veces, tenía ensayo. Simplemente escuchar el sonido de una batería en una habitación, el metal de los platos y el parche de los tambores, significaba un montón para mí. Luego, cuando ya se convirtió en mi trabajo, acabas por subestimar el hecho de que estás disfrutando de la música con tus colegas unas cuantas horas en un local. Eso ya no me pasa. Ahora es algo sagrado, una válvula de escape del mundo materialista del causa-efecto, los beneficios y las pérdidas, del cinismo y de las victorias cruentas para lograr romper tu apatía y la diferencia de los demás. Te metes en un local y parece que puedes conseguir cualquier cosa. Nunca lo he disfrutado más que ahora. De verdad, de corazón. Es una sensación increíble. Me gusta más ahora que nunca.
¿El activismo político ha hecho que cambie tu opinión sobre los gobiernos?
Solo con estar en Washington DC y haber conocido toda la gente que gay allí -llevo yendo allí casi 10 años- ha servido para cambiar mi opinión. Me han dejado entrar en sus despachos y han escuchado mi retórica, mi verborrea o lo que sea que les dijera. Y me he marchado de esa ciudad no con nauseas, sino con admiración. Hay gente allí que trabaja como perros. Esos legisladores se pasan el día lejos de sus familias, viajando entre sus casas y Washington. Todos ellos podrían ganar muchísimo más dinero en el sector privado. No todos, pero la mayoría están ahí por los motivos correctos. Hay muy poco glamour. Y me prestaron atención, que es mucho más de lo que me merezco por lo que hago. Obviamente, hay momentos en los que pierdo la paciencia. A veces me enfado mucho, pero mi sentimiento general cuando hecho un vistazo a la política, que conozco ahora bastante bien, es que esta gente pueden hacer las cosas mal a veces, pero trabajan duro y en muchos casos están motivados por una serie de aspectos mucho más importantes de los que pensaba antes de venir aquí. Sólo por eso, tienen mi admiración.
¿Eres pesimista u optimista sobre el futuro?
Es un problema, porque a veces no veo los obstáculos y si los hay, no los veo en el camino. Es un defecto que tengo, que tiendo a subestimar los obstáculos.
¿De verdad crees que eres consciente de eso?
Sí. Pero creo que ya soy menos así. Ahora pienso las cosas en plan: “Describe al Everest, y luego escálalo”. Se trata saber por lo que estás aquí. Creo que uno puede llagar a conseguir mucho más de lo que nunca haya imaginado sólo con estar ocupado y organizarse. Y no te preocupes demasiado por lo “posible”. Lo imposible se convierte en posible por una combinación de fe, como dice Lou Reed: “Un golpee de fe para sobrevivir”. Necesitas tener algunas habilidades, pero si no las tienes, es mejor que busques a alguien que sí las tenga. Y después, recurre a la estrategia. Eso lo puedo aplicar tanto en el próximo disco de U2 como en la campaña para disminuir de la pobreza.
¿Cuál es el próximo reto importante?
Las próximas elecciones generales en EEUU van a ser realmente importantes. Al final uno acaba teniendo el país que se merece. Tienes que decidir bien quién es tu líder porque nosotros, seguidores de EEUU -un tanto cabreados, pero fans al fin y al cabo-, también nos estamos jugando mucho. Incluso aquellos que no simpatizan para nada con el país, cualquiera que valore la libertad, la innovación, se esta jugando mucho en EEUU. Déjame que te cuenta una muy buena para acabar: estaba de vacaciones en Francia, y acabé en una bodega. Me pidieron que firmara en el libro de visitas. Se trataba de un vino muy pijo: Petrus. Me preguntaron: ¿Quieres ver qué otras personalidades han firmado aquí?” Dije: “Por supuesto, enséñenme el primer libro”. Y estaba Thomas Jefferson. Me hizo muchísima gracia. Así que hay estaba ese tío con ese sueño llamado EEUU en mente, bebiendo un vino de lujo. Igual que yo.
Por una vez, ponte pesimista y habla sobre lo que está por venir.
Esa es buena. Siempre estoy emocionado por el futuro, pero está claro que eso tiene sus riesgos. No se si has leído un libro de Martin Amis, Los Monstruos De Einstein. Escribe sobre el universo posterior a la fisión del átomo. Escribe sobre que le duele el estómago porque no puede escapar al hecho de las implicaciones matemáticas que tiene que pertenecer a un mundo en el que estás rodeado de armas nucleares, y a las probabilidades de que algo vaya mal. Entonces acuesta a los niños, pero no puede sacarse esa idea de la cabeza. Lo escribió a finales del los ’80, cuando apenas había un control organizado para aplacar los monstruos de Einstein. ¿Cuáles son las probabilidades ahora?
¿Qué ha cambiado?
Ahora no sabemos donde están estos monstruos. ¿Por todo el mundo? ¿Vendrán a mi ciudad? Si uno habla de una visión demoníaca del mundo, ese es mi primer pensamiento. A no ser que las cosas se calmen, está claro que si quieres descapitalizar una nación, puedes hacerlo. Puedo incluso imaginar una situación en la cual los jefes de estados no tengan una residencia fija. Incluso si quisieras trasladar una ciudad en el mapa, podría hacerse. Nadie habla de ello. No quieres pensarlo, sin embargo, afecta a tu día a día, cambia tu estilo de vida poco a poco, con pequeños detalles. Es una idea que va calando en tu subconsciente. Vivimos en la era de la guerra asimétrica. El ejército más poderoso no puede protegerte de un grupo pequeño y organizado. Estamos en una fase en la que ser poderoso y tener el arsenal nuclear más mortífero te deja completamente indefenso. Pero démosle la vuelta, puede ser positivo. Porque, ¿qué podría protegernos si por primera vez e la vida la capacidad militar no puede hacerlo? Nos forazaría en pensar en la prevención, en lugar de en la protección. Cuando discuto de que se debe incrementar la ayuda a África, siempre digo: “¿No es más barato e inteligente hacerse amigo de los enemigos potenciales en lugar de protegernos de ellos más tarde?”
Parece que nos llevan justo en la dirección opuesta. A lo mejor se podía pensar así justo después del 11-S, pero esa oportunidad se desperdició.
Cuando el periódico más importante de Francia salió en portada con el titular “TODOS SOMOS AMERICANOS”, algo estaba aflorando.
Pero esta administración se lo cargó. Se que tienes que cargar con mucha de esta gente...
Tenían un plan, ya sabes. Creo que el presidente creía de verdad que si podíamos probar un modelo de democracia para llevar la prosperidad a Oriente Medio, la situación se calmaría. No opino lo mismo y, aprovechando mi posición, se lo dije.
¿Dijiste eso?
Le dije a Paul Wolfowitz [Secretario de Defensa de EEUU entre 2001 y 2005], a todos ellos, que fueran a preguntar al ejército británico cómo es vigilar tras una esquina y ser disparados. Recordemos que durante los primeros años del ejército británico en las calles de Irlanda del Norte, fueron aplaudidos por una minoría cristiana. Echemos un vistazo a la historia reciente, y preguntémonos por qué se dio vuelta la tortilla. Esa estrategia siempre ha ido mal. Recuerdo al principio de la invasión a Iraq estar viendo la televisión con mi mujer Ali y decirle: “Esta gente acaba de esconder sus armas en el sótano, se han quitado sus uniformes ahora van por las calles desplegando banderas norteamericanas, alguien les ha ordenado que lo hagan”.
Así que hablaste con Wolfowitz. ¿Y a quién más se lo dijiste? ¿Se lo dijiste a Tony Blair?
Lo dije en todas mis conversaciones. A Condolezza Rice, a Kart Rove... No lo discutí directamente con el presidente Bush. Intenté limitarme al programa y supondría un abuso por mi parte cambiar el orden del día. Pero quiero ser muy claro de todas formas: Entiendo y estoy de acuerdo con el análisis del problema. Hay una amenaza inminente. Se manifestó el 11 de setiembre. Es real y es grave, tan serio como el Estalinismo o el Nacional Socialismo. No la ignoremos.
¿Qué es necesario hacer entonces?
Hay una palabra que todos hemos menospreciado: compromiso. Bill Clinton me telefoneó un día porque estaba recogiendo opiniones sobre si debía conceder a Martin McGuiness y a Ferry Adams [del Sinn Féin, el brazo político del IRA] un visado para entrar a EEUU. “Esta gente ha puesto bombas en supermercados y mucha gente inocente ha perdido la vida por su culpa”, pensé. Le dije a Clinton que no lo hiciera, que eso serviría para dignificarlos. “¿No deberíamos hablar siempre con la gente?”, me contestó. “Si, pero los estas dignificando”, insistí yo. Pero estaba equivocado. Clinton hizo lo correcto hablando con el IRA y otros elementos extremistas. Ahora tienen que hacer lo mismo, en mi opinión, con Hamas y Al Qaeda. Tienen que involucrarlos en el proceso de diálogo. Pero también tienen que cortar el suministro a la gente que odia, tienen que quitarle de las cabezas las falsas ideas sobre lo que tu eres como americano o lo que eres como occidental. Se que suena a imperialismo pero no lo es.
¿Cómo lo describirías?
Hablo por todo el mundo sobre lo que podríamos ser capaces de hacer desde occidente con nuestra tecnología, nuestra agricultura, nuestra farmacología... Hemos desarrollado una riqueza inimaginable, mostremos al mundo lo que podemos hacer. EEUU, como siempre he dicho, no es sólo un país, sino una idea. El mundo necesita ver ahora mismo lo que significa esa idea. Porque viene un tren en nuestra misma vía y no va a retroceder.
¿Qué sería para ti más fácil en este momento, dejar U2 o abandonar tu trabajote concienciación sobre la pobreza?
No se vivir sin la música. No creo que físicamente pueda vivir sin música, es lo único que me permite ser normal. Es como si le preguntaras a psicótico si puede vivir sin su litio. Sin embargo, hay gente ahí afuera cuyas vidas dependen de gente como yo que tengo acceso a los agentes que pueden cambiar el panorama, y tendría que pensármelo mucho antes de abandonar esa función. Lo que espero es que el movimiento social que está creciendo al amparo de todos estos temas sea tan fuerte que, llegado el caso de que alguien como yo no participe, nadie lo note. Al fin y al cabo, los movimientos sociales los hacen el día a día, no las estrellas de rock. 1300 campus universitarios han firmado ya nuestra One Campaign, el plan para reducir la pobreza a la mitad en 2015. Estos universitarios están redefiniendo su país a través de la lucha contra la pobreza. Asuntos como esos permiten a EEUU redefinirse frente al mundo y también ante sus ciudadanos.
¿Qué quieres decir?
La gente esta asqueada de que se les perciba como el enemigo. Después de lo visto en la prisión de Abu Ghraib, hasta la gente más razonable y racional dijo cosas despreciables de EEUU. Imagínatelo, el país que no solo liberó a Europa sino que la reconstruyó con el plan Marshall. El país que desembarcó en la playa de Omaha. El heroísmo de un pueblo que dio su vida por gente como mi padre. Estamos hablado de los Estados Unidos de América. Quien ofrezca solución a ese problema será elegido presidente. Creo que la próxima generación nos pasará por encima. Creo que está aflorando un nuevo idealismo, que no va de “que juntemos nuestras manos y deseemos con toda nuestras fuerzas que se acaben todos los problemas”. La gente está preparada para cambiar el mundo. Lo creo firmemente.
¿Y qué puede traer ese idealismo?
Está profundamente aceptado en los EEUU y en Europa que no se puede vivir en paz y prosperidad si en tu calle hay gente que pasa hambe, sin agua potable, cuyos hijos no pueden acceder a una vacuna que cuesta 20 céntimos o mueren por la falta de medicamentos que a nosotros se nos caducan en nuestros armarios... En un futuro próximo, la distancia no decidirá quién es tu vecino. Será aceptado que los barrios pobres de Kibera, Kenya, la zona pobre rural de Etiopía, los campos de refugiados de Darfur en Sudán, son nuestros vecinos. En un futuro no muy lejano, se acabará con el mosquito de anopheles, salvando la vida de 3000 niños que hoy se lleva por delante la malaria en África cada día. En un futuro no muy lejano, el mundo rico invertirá en educación en el mundo pobre, porque es nuestra mejor protección contra los chicos jóvenes captados por ideologías extremistas; o peor, que crecen sin ninguna ideología.
¿Ha afectado tu activismo la forma que tienes de ver a tu grupo, U2?
He estado mucho tiempo en este mundo bidimensional en el que sólo cuentan números, valores y análisis de estadísticas, y cuando lo he abandonado, estar en U2 me parecía un juego. Me ha hecho darme cuenta de lo sagrado que es la música. Es una especie de sacramento o institución, como el matrimonio, como la amistad. No estoy seguro que mis otros tres compañeros de la banda sean conscientes, porque ellos, quizás con más sentido común que yo, han evitado ese otro mundo. Ellos sólo piensan que están en U2, y es fantástico. Pero yo se realmente lo fantástico que es estar en U2.
¿Mola tanto estar en un grupo como habías soñado de pequeño?
Cuando era un chaval y estaba en la escuela, trabaja además en una gasolinera. Se me hacía mucho menos duro pensando en que los domingos, o los miércoles a veces, tenía ensayo. Simplemente escuchar el sonido de una batería en una habitación, el metal de los platos y el parche de los tambores, significaba un montón para mí. Luego, cuando ya se convirtió en mi trabajo, acabas por subestimar el hecho de que estás disfrutando de la música con tus colegas unas cuantas horas en un local. Eso ya no me pasa. Ahora es algo sagrado, una válvula de escape del mundo materialista del causa-efecto, los beneficios y las pérdidas, del cinismo y de las victorias cruentas para lograr romper tu apatía y la diferencia de los demás. Te metes en un local y parece que puedes conseguir cualquier cosa. Nunca lo he disfrutado más que ahora. De verdad, de corazón. Es una sensación increíble. Me gusta más ahora que nunca.
¿El activismo político ha hecho que cambie tu opinión sobre los gobiernos?
Solo con estar en Washington DC y haber conocido toda la gente que gay allí -llevo yendo allí casi 10 años- ha servido para cambiar mi opinión. Me han dejado entrar en sus despachos y han escuchado mi retórica, mi verborrea o lo que sea que les dijera. Y me he marchado de esa ciudad no con nauseas, sino con admiración. Hay gente allí que trabaja como perros. Esos legisladores se pasan el día lejos de sus familias, viajando entre sus casas y Washington. Todos ellos podrían ganar muchísimo más dinero en el sector privado. No todos, pero la mayoría están ahí por los motivos correctos. Hay muy poco glamour. Y me prestaron atención, que es mucho más de lo que me merezco por lo que hago. Obviamente, hay momentos en los que pierdo la paciencia. A veces me enfado mucho, pero mi sentimiento general cuando hecho un vistazo a la política, que conozco ahora bastante bien, es que esta gente pueden hacer las cosas mal a veces, pero trabajan duro y en muchos casos están motivados por una serie de aspectos mucho más importantes de los que pensaba antes de venir aquí. Sólo por eso, tienen mi admiración.
¿Eres pesimista u optimista sobre el futuro?
Es un problema, porque a veces no veo los obstáculos y si los hay, no los veo en el camino. Es un defecto que tengo, que tiendo a subestimar los obstáculos.
¿De verdad crees que eres consciente de eso?
Sí. Pero creo que ya soy menos así. Ahora pienso las cosas en plan: “Describe al Everest, y luego escálalo”. Se trata saber por lo que estás aquí. Creo que uno puede llagar a conseguir mucho más de lo que nunca haya imaginado sólo con estar ocupado y organizarse. Y no te preocupes demasiado por lo “posible”. Lo imposible se convierte en posible por una combinación de fe, como dice Lou Reed: “Un golpee de fe para sobrevivir”. Necesitas tener algunas habilidades, pero si no las tienes, es mejor que busques a alguien que sí las tenga. Y después, recurre a la estrategia. Eso lo puedo aplicar tanto en el próximo disco de U2 como en la campaña para disminuir de la pobreza.
¿Cuál es el próximo reto importante?
Las próximas elecciones generales en EEUU van a ser realmente importantes. Al final uno acaba teniendo el país que se merece. Tienes que decidir bien quién es tu líder porque nosotros, seguidores de EEUU -un tanto cabreados, pero fans al fin y al cabo-, también nos estamos jugando mucho. Incluso aquellos que no simpatizan para nada con el país, cualquiera que valore la libertad, la innovación, se esta jugando mucho en EEUU. Déjame que te cuenta una muy buena para acabar: estaba de vacaciones en Francia, y acabé en una bodega. Me pidieron que firmara en el libro de visitas. Se trataba de un vino muy pijo: Petrus. Me preguntaron: ¿Quieres ver qué otras personalidades han firmado aquí?” Dije: “Por supuesto, enséñenme el primer libro”. Y estaba Thomas Jefferson. Me hizo muchísima gracia. Así que hay estaba ese tío con ese sueño llamado EEUU en mente, bebiendo un vino de lujo. Igual que yo.
Fuente: U2Eastlink (scans)