Bono: Te seguiré
Bono, el ícono del rock irlandés, lidera una organización mundial ampliamente aclamada, impulsada por la recolección de datos, que influye en los gobiernos, se reúne en oficinas gerenciales, y recauda cientos de millones de dólares para personas que viven en la pobreza. ¿Cuál es su secreto? La habilidad de convencer a otros que son los verdaderos líderes del cambio, no él. Esto es lo que el mundo del negocio puede aprender de una leyenda de la música.
“¿Por qué nadie está proclamando esto a viva voz? ¿Esto no es una gran noticia?” Bono, cantante líder de la banda irlandesa de U2, está trabajando el público. Es la cuarta noche del iNNOCENCE + eXPERIENCE Tour en el Madison Square Garden de la ciudad de New York, un espectáculo multimedia con dos escenarios, una pasarela, y unas pantallas del tamaño de una catedral, un desfile del rock and roll teatral que se siente justificablemente épico para una banda que ha vendido 175 millones de discos, ha ganado 22 Grammys, y ha realizado la gira mundial de mayor recaudación en la historia. Pero ese no es el público que Bono está trabajando. Mientras una multitud de fieles de U2 se apresuran en la arena para el concierto de julio de 2015, el líder de la banda, de 55 años, está en una reunión tres pisos arriba y en otro lado del mundo. Allí, en un santuario de cortinas, detrás de filas de sillas y equipo de elevación, Bono abraza a la líder de la minoría demócrata Nancy Pelosi. Le da palmadas al hombro de un gestor de fondos y dice con gusto, “Estamos ganando la lucha contra el SIDA.” Las estadísticas salen de su boca tanto como una pequeña charla mientras le da la bienvenida a unos 30 VIPs elegidos: Las Naciones Unidas habían acabado de emitir un informe mostrando que las nuevas infecciones de VIH han caído por 35%, las muertes relacionas con el SIDA en un 41%, y millones más de personas de las esperadas están recibiendo medicación que le salvan la vida. Bono relaciona las noticias como si el fuera un experto en enfermedades infecciosas, no una estrella de rock. Dadas las casualidades, él es ambos.
Bono encuentra un aliado potencial en el público. Es la joven Barbara Bush, la hija del ex presidente de los Estados Unidos, George W. Bush y nieta del primer presidente Bush, con quien Bono, con maldad, bromeaba desde el escenario del concierto del ZooTV Tour a principios de los 90. Todo está perdonado. “Vi a tu hermana la semana pasada embarazada”, le dice a Barbara Bush, hablando de su hermana gemela, Jenna Bush Hager. “¡Estaba absolutamente hermosa!” Luego se inclinó para hablar. “Quiero llamar a tu padre,” dice. “Desde hace una semana.” El mundo está ahora en camino a eliminar la epidemia del SIDA para el año 2030. ¿Lo ha oído? “Tu padre, fue parte de esto,” le dice Bono, refiriéndose a la creación Pepfar (Plan de Emergencia del Presidente para el Alivio del SIDA) en 2013, la legislación que ha destinado alrededor de 60 mil millones de dólares en la lucha contra el SIDA al día de la fecha. Sigue siendo el mayor compromiso financiero de cualquier país en combatir una sola enfermedad infecciosa. Tuvo el apoyo bipartidista. Su pasaje tuvo atención mundial a una enfermedad que estaba en camino de convertirse en una pandemia mortal incontrolable. Dice Bono: “No creo que los norteamericanos entiendan cuántas vidas han salvado.” Después reformula el mensaje, girando a un slogan político inteligente: “Si eres un contribuyente, eres un activista por el SIDA.”
La línea refleja una clásica movida del libro de liderazgo de Bono: Uno, extender el crédito generosamente por cada éxito. Dos, recordar a las personas que son esencialmente la misión. Tres, pedir más. Repetir los paso del uno al tres.
En caso de que pienses que Bono es alguna celebridad diletante codeándose con la gente de Davos, considera los logros del hombre. Pocas personas han sido más efectivos en cuanto a cuestiones de la pobreza, particularmente en África, y en influenciar en los gobiernos y a grandes corporaciones para trabajar juntos para aliviarla. Para Bono, el esfuerzo de “lobing” comenzó con la iniciativa mundial Jubilee 2000, una campaña fundada por la economista británica Ann Pettifor, para solicitar a los líderes mundiales perdonar las deudas de los países más pobres hacia el cambio del milenio. La campaña estuvo inspirada por el decreto bíblico que cada 49 años, las deudas deberían ser perdonadas y los esclavos liberados; Bono fue movido por la idea, por sus profundos y arraigados valores cristianos. Y así a finales de los 90, la estrella de rock se encontró a sí mismo en la oficina del por entonces, Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Larry Summers, tropezando sobre su preparado discurso. Su carrera como un lobista pudo haber terminado allí, dice Bono, que si no fuera por la amabilidad de la jefa de personal de Summers, Sheryl Sandberg, que intervino para ayudarlo.
Lo que más atrajo a Bono, quizá más que la misión, fue la estrategia detrás del esfuerzo. El músico Bob Geldof, el creador del concierto Live Aid, lo acompañó a través de las matemáticas. “Los 125 millones de dólares recaudados con ese show fue menos que los que los países africanos estaban pagando en intereses sobre las deudas cada día,” dice Bono. Incluso una lista de conciertos benéficos nunca resolverían el problema. La condonación de las deudas permitiría liberar recursos que podrían ser usados para la educación, infraestructura, salud y más.
La campaña logró la cancelación de más de 100 mil millones de dólares de deuda perteneciente a 35 de los países más pobres del mundo, de acuerdo al Banco Mundial. Para Bono, sin embargo, lo importante no solo fue el resultado; también fue la estrategia detrás de ello. La condonación de la deuda fue un uso inteligente de influencias, y la idea quedó.
En 2005 inició ONE Campaign, un movimiento dirigido por voluntarios para influenciar a legisladores a comprometer recursos para programas de financiación que realmente cambia las vidas de los pobres, desde Pepfar (que continua proporcionando drogas antirretrovirales salva vidas); al Fondo Global, la organización sin fines de lucro con base en Ginebra que financia programas locales que luchan contra el SIDA, la tuberculosis y la malaria; a Gavi, una asociación público-privado que proporciona vacunas necesarias a niños; a un esfuerzo del que Bono está ahora particularmente entusiasmado, la legislación africana de electrificación, que fue tratada en el congreso en diciembre de 2015 y convertida en ley en febrero. Su objetivo es ayudar a alrededor de 50 millones de personas en el África subsahariana dándoles electricidad por primera vez a través del apoyo de la inversión privada en la región. Fue hecha a través de un congreso paralizado y casi sin publicidad. Pero para los miembros de ONE, que habían estado en una campaña de un año, fue un difícil sueño hecho realidad.
La idea de conducción de ONE Campaign, nuevamente, es la influencia, se lo piensa como un mecanismo de escala del propio compromiso de Bono, como un dispositivo tipo Willy Wonka que amplifica las voces de 7 millones de activistas con pensamientos similares. Para los 10 años anteriores estos voluntarios han faxeado, llamado, escrito, tuiteado y visitado a legisladores para que cumplan con sus compromisos de financiación. Pero no son dulces. El entrenamiento es profundo y sofisticado, se le enseña a los voluntarios todo desde la minucias del proceso de asignación a la etiqueta de Capitol Hill, y se les da sesiones a nivel congresal sobre salud, educación y cuestiones de seguridad energética en África.
Como una entidad sin fines de lucro, su constitución de voluntarios es sorpresivamente púrpura, ni azul liberal ni rojo conservador, al menos en retórica. La organización, como Bono, están completamente con vestimenta bipartidista, una empresa incondicionalmente inclusiva, que no hace villanos. “No hay nada como ellos en Hill,” dice el senador Chris Coons de Delaware. “Vienen cada año. Son educados, preparados y persistentes.”
La cooperación entre partidos alcanzó la cúspide con Pepfar. El cuento, de hecho, es ahora parte de la leyenda de Hill, un cuento de Atticus Finch sobre cómo Bono llegó al senador de Carolina del Norte, Jesse Helms, para cambiar su mente. Bono, por su parte, desestima el crédito. “No acepto que fuera yo,” dice. “Pero voy a decir que encontramos una manera de lidiar con la supuesta ‘oposición’ sacándolos de la caricatura.” En la derecha religiosa de los 80, no hubo mayor oposición a los fondos para el SIDA que Helms, que arremetió contra la comunidad de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales (LGBT) como “perversos” y como “débiles y moralmente desgraciados enfermos” cayendo en una “enfermedad gay”. Bono no se inmutó. Al tocar a la red de líderes evangélicos que habían trabajado durante la campaña de condonación de la deuda, Bono comenzó a reunirse con legisladores conservadores por Pepfar. Fue una conversación de datos y fe, dos lenguajes con los cuales se hizo profundamente familiar. “Les mostramos la similitud obvia entre el VIH y la lepra de principios del Nuevo Testamento,” dice. “Esta lucha no es solo ayuda externa.”
Cuando finalmente llegó a sentarse con Helms, citó a Mateo 25, que habla acerca del sufrimiento. “No había nada acerca del juicio allí,” dice Bono. “¿Cómo hacer frente a esta enfermedad no estaría en el centro de una misión de Cristo? Ahí es donde terminamos.” Helms resurgió, ofreció una bendición, y se puso a trabajar. No solo hizo cambios en su mente sobre los fondos para el SIDA, sino que él mismo presionó a la Casa Blanca. “Dick Cheney vino a la Oficina Oval y dijo, ‘Jesse Helms quiere que escuches las ideas de Bono’,” dijo un entretenido presidente Bush en su discurso anunciando el paquete de ayuda. Entonces el senador de 80 años se volvió un fan de la banda, asistiendo a conciertos como si fueran reuniones de resurgimiento. Los conocedores de Helms estaban genuinamente sorprendidos. Los amigos liberales de Bono, incluyendo a su compañero de banda The Edge, estaban en shock. “Fue un milagro,” dice Pelosi. Pero Bono tiene una opinión simple: “Cuando tienes a una persona que puede aparentar rígidamente opuesto a algo, buscas las formas de ampliar su visión idealista estrecha,” dice. “Nos gusta pensar que somos como un grupo poco probable teniendo conversaciones improbables para hacer cosas,” dice.
Es un mensaje que atraviesa generaciones, que se ha convertido en una de las fortalezas de ONE. Cuando U2 finalmente sube al escenario en el Madison Square Garden de New York el pasado julio, Bono cumple una promesa que hizo a la joven Barbara Bush en el encuentro solo momentos antes. Le dice a su rebaño de rock and roll acerca del informe de las Naciones Unidas anunciando grandes ganancias en la lucha contra el SIDA, y luego menciona un nombre que algunos en la estridente arena, probablemente, han olvidado. “Necesitamos agradecer al presidente Bush,” dice el cantante. El público se pone salvaje.
Repetir los pasos uno al tres.
“No quiero estar en el Cielo a menos que todos ustedes estén allí.” Nuevamente, Bono está trabajando al público. Siempre trabajando al público. Esta vez el escenario está en Heaven [Cielo]. Ese es el nombre del restaurante en Kigali, Ruanda, donde otro improbable grupo de aliados se ha reunido. Estamos en el segundo día de un viaje de diligencia de tres días que ha traído al equipo de ONE junto a ejecutivos del Fondo Mundial, expertos en salud, asesores en seguridad, y un puñados de peces gordos que se han asociado con la ahora famosa marca operativa de ONE, llamada (RED).
(RED) fue lanzada en Davos en 2006 para encontrar formas creativas para que las compañías contribuyan con dinero al Fondo Mundial mientras se logra concientización. “Operamos como una puesta en marcha,” dice el CEO de (RED), Deb Dugan. “Trabajamos de la mano con las departamentos de marketing de las compañías para lograr los objetivos de sus negocios.” En los últimos 10 años más de 350 millones de dólares ha ido al Fondo Mundial a través de la venta de productos (RED) de asociados como Coca-Cola, Stabucks, y Nike. Apple ha contribuido con más de 106 millones en los últimos 10 años. “Ha sido una manera única para nosotros de usar nuestras habilidades para lograr conciencia y participar en cambiar cosas para mejor,” dice Tim Cook, CEO de Apple, que, como muchas corporaciones asociadas a (RED), fue personalmente seleccionada por Bono. “Bono tiene esta inusual mezcla de rasgos que combina idealismo y acción,” dice Cook. “La mayoría de la gente solo tiene una, pero él tiene ambas. Apostamos por él.”
Muhtar Kent, CEO de Coca-Cola, es igualmente de efusivo para con Bono. “No hay nadie mejor que pueda aprovechar la emoción, el alma y el valor de la gente,” dice Kent. Los dos se encontraron en Davos en 2011, donde Kent se situó junto a Bono en el escenario, y los presidentes Bush, Clinton y Obama, y se comprometió a colaborar con (RED). Coca-Cola ha recaudado unos 8 millones de dólares desde 2011 y se ha comprometido con otros 6 millones más para 2018. Todo esto va al Fondo Mundial.
“Él sueña en grande y entonces trabaja muy duro para lograr que se hagan las cosas,” dice el CEO de Coke acerca de Bono. Los dos se han vuelto cercanos desde el 2011 y viajaron juntos a través de África. Cada uno de ellos tiene una hija que se ha graduado de la Universidad de Columbia el mismo año, otra chance para la unión.
Agreguen a esa lista de admiradores de Bono a Howard Schultz. En el verano norteamericano pasado, cuando el CEO de Starbucks se desgarró su tendón de Aquiles, cuenta que Bono fue a ver cómo estaba. “Solo él,” dice Schultz, “entro por la puerta y pasó todo el día conmigo.” Pero mientras Schultz claramente aprecia la amistad, parece genuinamente inspirado por lo humanitario y la habilidad de liderazgo de la estrella del rock. “Puedo decirte que es verdaderamente un auténtico líder servidor,” dice Schultz. “Podría estar en el escenario y las luces estar muy brillantes. Pero cuando las cámaras se apagan y no hay nadie viendo, es ahí cuando realmente conoces a quién es quien. Él es auténtico.”
Otros amigos que se han vuelto aliados en la guerra de Bono contra la pobreza, incluyendo al célebre chef Mario Batali y a la vicepresidente de Bank of America, Anne Finucane, han hecho el esfuerzo de unírsele en Kigali. El viaje, dice Finucane, cuya compañía ha dado 10 millones de dólares a (RED) desde 2014 y que acaba de comprometerse con otros 10 millones a lo largo de cinco años, ha reforzado su intención de ayudar: “Se está cambiando la vida,” dice, al ponerle caras y nombres reales a las vidas salvadas por dos píldoras al día.
Una delegación del congreso, los senadores Coons (demócrata) y Kay Granger (republicano de Texas), también están a mano. Granger lidera un subcomité de crédito que financia todo el trabajo por los cuales presiona ONE. Más temprano en el día la comitiva viajó a una parcela de 50 acres llenas con pantallas solares, un desarrollo de Giggawatt Global, que está proporcionando electricidad al área. Micrófono en mano, Bono, vestido, como siempre, en el más tranquilo uniforme de rock: algo negro, algo de cuero, grandes botas, aros, ofrece la “Bono Experience”: algo de datos, algunas historias, algunas buenas noticias, y un montón de gratitud para las contribuciones de los que están presentes.
Lo de él es a la vez esperado y sorprendente. Tengo que recordarme a cada rato que el hombre con lentes de sol (que los usa, por cierto, para proteger sus ojos que han estado en problemas por un glaucoma por dos décadas) es una estrella de rock. Con 13 discos de estudios, siete de los cuales alcanzaron el Nº 1 en los rankings de Billboard, U2 está entre las bandas más exitosas en la historia del rock. Parte del secreto de su éxito ha sido su independencia. “Somos dueños de nuestros masters, somos dueños de nosotros mismos,” dice Bono, y los miembros de la banda operan como iguales, artistas colaboradores, sin la presión de los señores corporativos.
“No suenan como cualquier otra persona,” dice Tom Freston, el fundador de MTV y presidente de la junta de ONE. “Y han estado haciendo música que resuena en la gente por décadas.” Pero como Bono ha crecido en la estatura musical, también ha madurado como un hombre de negocios. Cofundó Elevation, una firma de capital privado creada en 2004, de alto rendimiento gracias a las inversiones en Facebook, Yelp, BioWare y Pandemic Studios. Y en 2014 se volvió un socio especial en TPG Growth, un grupo de inversión global con un manejo de 7 mil millones de dólares. El fundador, Bill McGlashan, había comprado Fender el año anterior y le pidió a Bono que se uniera a la junta de la compañía. La habilidad de Bono de pensar estratégicamente acerca del futuro de Fender le valió un fan en McGlashan.
Para Bono, hay una maravillosa simpatía entre la música, el trabajo de desarrollo y la inversión. Y en cada área su implacable conducción es inconfundible. Cuando se le pregunta a quemarropa acerca de dónde viene todo esto, Bono parece inseguro. “Ya sabes,” dice, “tenemos una oración familiar. Y eso de ser útil.” Se queda en silencio. “Creo que eso es lo más cercano a lo que puedo llegar” a una respuesta.
El ser irlandés también juega un papel muy importante en la identidad de Bono, y uno que ayuda a explicar, al menos a él mismo, por qué ha estado tan atraído al trabajo de desarrollo. Sugiere que “Irlanda tiene una real memoria viviente de la hambruna y de la imposición colonialista,” y está sanando sus heridas de la violencia, la pobreza y la desesperación. “Creo que el desarrollo puede funcionar en África porque funcionó en Irlanda.”
Bono, nacido como Paul Hewson, perdió a su madre a los 14 años, un suceso desgarrador que lo convirtió en un artista. “Fue para sanar la herida,” dice. U2 ha estado unido desde que eran adolescentes en la progresiva escuela secundaria Mount Temple en Dublín. “No podíamos tocar nuestros instrumentos, así que teníamos que ser unos rockeros punk.” También fue donde se enamoró de Alison Stewart, con quien eventualmente se casó. “Conocí a mi esposa y a mi banda la misma semana,” le gusta decir. Bono y Alison Hewson han tenido cuatro hijos: Jordan de 26 años, y Eve de 24, ambas viven en la ciudad de New York, y los muchachos Elijah de 16 años y John de 14. Vivir mayormente en Dublín le ha permitido a Bono tener una vida bastante normal, cercana a los amigos y a la familia, incluyendo a personas que no están del todo impresionadas con lo de la estrella de rock. Un punto delicado es que U2 ha elegido domiciliar a una de sus compañías en Holanda por cuestiones impositivas. Él defendió públicamente la movida como un negocio inteligente pero no acalló las críticas. “He oído cosas acerca de eso en el pub, está todo bien,” dice.
Pero no tiene empacho, la sensibilidad y el sentido de la historia irlandesa parece darle un coraje a actuar en donde otros se alejarían. Diez años atrás, cuando Bono visitó por primera vez el Hospital Universitario en Kigali, había tres personas en una cuna, otras tres por debajo en el piso, y largas filas de personas desesperadas esperando por un examen para confirmar que no iban a morir de la enfermedad que estaba siendo manejada efectivamente en países más ricos. Ningún medicamento llegaba. Se resucitaron cuestiones morales profundas para Bono acerca de lograr el acceso a la medicación que salva vidas y por qué, y cómo la indiferencia política y la pobreza sistemática eran a menudo lo único que condenaba a la gente a muertes terribles. “¿Por qué donde vives debería determinar si vives?”
Diez años después, existe un motivo para ser optimistas. La misma instalación ahora tiene 560 camas en una colección de edificios bajos, en su mayoría de un solo piso, dispuestos por especialidad: cirugía, oncología, maternidad y pediatría. Unos 70 millones de dólares han ido a Ruanda a través de los programas cuidadosamente monitoreados por el Fondo Mundial. Un sistema de atención a la salud que ayuda a monitorear y apoyar a los afectados de VIH en Ruanda, particularmente en áreas rurales, parece estar funcionando. Las muertes por el SIDA han sido reducidas de 13 mil en el año 2000 a 3 mil en 2014. Lo mejor de todo, solo hay 36 casos conocidos de madres que transmitieron el virus a su hijo en 2014.
Bono y sus cofundadores de ONE, los activistas británicos Jamie Drummond y Lucy Matthew, se toman un extraño momento para disfrutar del progreso cuando la delegación hace la visita en agosto pasado. (Bobby Shriver es el cuarto cofundador del grupo.) Drummond, Matthew y Bono se conocieron durante el esfuerzo de Jubilee. Compañeros de diferentes clases, han colaborado por mucho tiempo, hablan entre sí de forma abreviada, finalizando las frases del otro mientras se amontonan sobre las laptops y el plan estratégico.
Drummond comparte una historia que describe la manera en la que han aprendido a pensar acerca del trabajo de desarrollo. “En los 90 trabajé en cosas llamadas emergencias complejas,” dice, catástrofes humanitarias masivas cuando el mundo parecía estar en su peor momento: Etiopía después de la guerra civil, Afganistán cuando el Talibán la dominaba, Ruanda después del genocidio. “Se siente importante; es un trabajo difícil y altamente adictivo.” La prensa lo muestra; las estrellas de rock lanzan conciertos. ¿Pero qué si pudieras detener que la emergencia ocurra? ¿Qué pasaría si pudieras adelantártele?
Si Bono tiene un lema, lo adaptó de San Francisco: Ve a todo el mundo a predicar el evangelio, y si es necesario, usa palabras. “Me encanta ese,” dice. “Acciona, acciona, acciona. Se trata de ser útil, y eso es lo que quiero ser.”
Este año ONE organizó para 200 de sus voluntarios un encuentro con 30 senadores de los Estados Unidos (o miembros de alto nivel), un número extraordinariamente alto, para abogar por “avivar” al Fondo Mundial, junto a otros objetivos. El entrenamiento de la próxima generación de líderes es crítica para las perspectivas a largo plazo del emprendimiento. “Para que esto sea sostenible, no puede depender de mi,” dice Bono.
Curiosamente, sin embargo, ONE se está volviendo cada vez más dependiente de algo más: África. Hay más de 3 millones de miembros de ONE en el continente; es la organización de más rápido crecimiento. Y con este cambio de afiliación ha llegado una evolución del mensaje: presiona el “pedido” de menos ayuda financiera y más asistencia en desarrollo. Después de Ruanda, Bono y su delegación de ONE/(RED) visitó CoCreation Hub en Lagos, un espacio de incubación para los empresarios en tecnología con un enfoque en el impacto social. Problemas de género, salud, buena gobernación e ideas anti-corrupción están en alta demanda, y todo el mundo está ansioso para hacer frente a los casi mil millones de dólares en los ingresos por petróleo que se pierden cada mes. “¿Qué se podría hacer con todo ese dinero para el sector educativo?” pregunta Owoicho Apochi Nelson, empresario y defensor de la educación.
Mientras que el equipo de ONE se reúne en una mesa de discusión sobre problemas de género en Nigeria, una campaña importante del grupo es denominada “Poverty is sexist” [La pobreza es sexista], Bono dice que el principal objetivo del viaje es “el comercio y el espíritu empresarial.” Eso, dice, “es la clave para ponerle fin a la extrema pobreza en el continente. Especialmente ahora, África necesita empleos, millones de ellos. Pero sin inversión externa, que típicamente le teme a los riesgos, eso no va a suceder.”
Con ese fin, en junio pasado Bono comenzó a trabajar con TPG-Satya, una nueva asociación especialmente enfocada en la inversión en África. Nació de una reunión en su casa en Dublín con McGlashan, su socio en TPG Growth, y el miembro de la junta de ONE, inversor africano y experto en desarrollo, el Dr. Mohamed “Mo” Ibrahim. Su propósito es encontrar inversiones inteligentes que puedan éticamente operar a escala, creando empleo a lo largo del recorrido. “Las inversiones de negocios, también, pueden entregar valor social,” dice Bono, sonando a un refrán que repite frecuentemente. “Y por cualquier cosa que hagamos en las economías menos desarrolladas, no quiero obtener ganancias.”
En el segundo lunes de marzo, Bono y la banda están de vuelta en el estudio, si bien no en un modo de ganancias, sí en un modo creativo, como es de esperar. Están trabajando en algo del material nuevo para cuando su gira recomience más adelante en este año. El celebrado líder de U2 está tomando todo filosóficamente. “Realmente éramos una banda de ladrones,” dice acerca de los primeros días de ONE. Es un principio de operación que trajo de sus comienzos en la banda, donde todos son iguales. “Las mejores ideas debería prevalecer vengan de donde vengan, incluso si fueran de afuera de la banda. De hecho, todo es posible siempre y cuando no sea tu idea,” dice riendo. Y esa es la fe que está trayendo para los próximos 10 años. “Las ideas están ahí afuera.”
Cuando Bono dice que es un seguidor, quiere decir de Cristo, específicamente cuando se relaciona con el cuidado de los pobres. “Simplemente nunca sentí que podría llevar la insignia,” dice. “Soy un verdadero creyente. Simplemente no sigo porque sospeche de las personas que lo hacen.” Pero en un cambio elegante, ONE convierte a políticos del mundo en seguidores de igual manera, seguidores de la voluntad de los ciudadanos. “Los hacemos responsables,” dice Bono.
Ha habido momentos difíciles en este viaje, ciertamente. “He pasado demasiado tiempo en el hospital últimamente,” dice Bono. En 2010 fue a cirugía de emergencia después de una hernia de disco y el nervio ciático comprimido cerca de dejarlo paralizado. Forzó a la banda a cancelar el tramo norteamericano de su 360º Tour. Luego, en noviembre de 2014, Bono tuvo un desagradable accidente de bicicleta en el Central Park de New York, dañando la cuenca de su ojo, el dedo meñique, fracturando su hombro, y sacando el hueso de su brazo izquierdo por fuera de la piel rompiéndolo en seis partes. Fue un humilde recordatorio de que incluso el espíritu más grandioso está aun captivo del cuerpo.
Él comparte un consejo que le dio su amigo Brendan Kennelly, un poeta irlandés. Bono dice que está usando las palabras como inspiración para su composición de canciones: “Si realmente quieres llegar al lugar,” el oscuro corazón de la materia, “escribe como si estuvieras muerto. No te preocuparás por lo que alguien esté pensando, no tendrás ningún ego.”
Bono dice que ese es su plan ahora: Está yendo a escribir canciones como si ellas fueran las últimas que vaya a escribir. Hace una pausa por efecto, diablos, el hombre es irlandés, y luego dice: “Pero estoy seguro que no lo son.”
Por Ellen McGirt para Fortune.com