Cuando el mundo se enteró que el tan esperado disco nuevo de Kendrick Lamar, DAMN., tenía una colaboración de U2 titulada “XXX.”, los fans y blogueros previsiblemente se revelaron. Hoy no hay un artista contemporáneo que genere más buena voluntad que Lamar, y no hay otra banda de rock que provoque instintivamente más aversión que U2. (Incluso el odio a Nickelback ha mermado, más o menos, por ahora – los críticos de U2 han estado violentamente moviendo los ojos hacia los venerables rockeros irlandeses desde que fueron tan lejos con *Rattle And Hum” de 1998.) ¿Cómo sonaría una unión entre estas mentes espirituales, socialmente conscientes, y de alguna manera, artistas mesiánicos? ¿Incluiría una parte de uno de los probados himnos de estadio de U2, o sería Bono y The Edge improvisando alguna nueva floritura grandiosa para complementar las letras de Lamar?
De cualquier manera, la expectativa era que Lamar estaba utilizando a U2 para ir a lo grande, tal vez peligrosamente. Días antes que DAMN. fuera lanzado, hubo una especulación que “XXX.” no sería nada menos que “la canción más hipócrita de todos los tiempos.” Pero en realidad, “XXX.” no es ni grandiosa ni particularmente hipócrita, sino más bien que una incierta y profundamente preocupada mini pieza acerca de la naturaleza auto destructiva de Estados Unidos.
“XXX.” es, en realidad, dos canciones en una. La primera mitad es una parábola de venganza con alusiones al Viejo Testamento, marcada con sintetizadores y sirenas basadas en Reptilian 808. Lamar escucha de un amigo que su único hijo ha sido asesinado, – una resonante referencia para el Viernes Santo – y manda a Lamar a girar en fantasías de retribución que bordean la blasfemia. (“Voy a atrapar a un negro dejando el servicio si es todo lo que tengo.”) Como el resto de DAMN., “XXX.” es una pronunciada partida de las suntuosas sinfonías soul-jazz de los discos anteriores de Lamar, la obra maestra de 2015 To Pimp A Butterfly, favoreciendo un escaso paisaje sonoro que pone énfasis en la lírica virtuosa de Lamar y la apenada furia de su entrega.
U2 no entra en “XXX.” hasta la segunda mitad, aunque no es la grandiosa fanfarrea al estilo The Joshua Tree que muchos anticiparon. En cambio, este es U2 en modo Zooropa, en el que se hace especial hincapié en la interacción entre Larry Mullen Jr y Adam Clayton. La distintiva guitarra de The Edge, mientras tanto, está desaparecida. (¿Está The Edge tocando esos sobrios acordes de piano góspel? Si no, entonces debe haber sido relegado a unirse a alguna otra función durante la sesión.)
En esta sección de “XXX.”, Lamar gira desde la parábola al sermón, dirigiendo directamente una cultura que está continuamente en guerra consigo misma, implicando una conexión entre la sed de venganza en la primera parte de la canción con el círculo sin fin de norteamericanos destruyendo a otros norteamericanos con un sentido constante de agravamiento. Nuevamente, las connotaciones religiosas se hacen claras: “Ave María, Jesús y José / La gran bandera norteamericana está envuelta y arrastrada con explosivos”, dice Lamar. Entonces sigue conectando la violencia callejera con la corrupción de Wall Street, en donde “empleados y jefes con pensamientos homicidas” llevan al horror de la presidencia de Donald Trump. (¿Qué tan conmovedora parece ser la tapa de To Pimp A Butterfly ahora con solo tres meses desde el fin de la era Obama?)
El gancho vocal de Bono es un gancho vocal extremadamente de Bono, ya que parece comunicar amplias verdades sin tener sentido literal: “No es un lugar / Este país es el sonido del tambor y del bajo / Cierras los ojos y miras a tu alrededor”. Aparte de la mención a sus muchachos Larry y Adam, lo que Bono parece insinuar es una temática familiar de muchas canciones de U2: La humanidad que se siente perpetuamente dislocada en todos los sentidos – físicamente, emocionalmente, espiritualmente – que inevitablemente envía a nuestros ojos hacia el cielo en búsqueda de orientación, y con esperanza, de liberación. Más adelante, Lamar destila este sentimiento con una pregunta: “¿Pero Norteamérica es honesta o disfrutamos del pecado?”
Lo notable acerca de “XXX.” es cómo Bono, uno de las más grandes egoístas del rock, se sublima completamente a Lamar, permitiéndose, esencialmente, ser usado como un color de pintura en lienzo más grande. La conjetura (o miedo) era que U2 subsumiera a Lamar, pero está claro que todas las partes involucradas nunca dudaron que Lamar debería estar en completo control.
Una primera escucha de “XXX.”, podría recordar instantáneamente a “The Wanderer”, la canción que cierra el verdadero último gran disco de U2, Zooropa de 1993. En aquel momento, el lugar de U2 en la cultura era más análoga a donde está Lamar ahora – U2 era visto tanto a prueba de balas artísticamente como moralmente ejemplar. Pero en “The Wanderer”, U2 decidió ceder el centro de atención a un ícono malhumorado que recientemente había caído en difíciles momentos, Johnny Cash. En el momento en que Zooropa fue lanzado, Cash aun estaba a un año de su brillante larga duración de regreso de 1994, American Recordings, que marcó el renacimiento de sus últimos años asistido por Rick Rubin.
La expectativa en aquel momento era que “The Wanderer” sería un estridente terso en el modo del trabajo clásico de Cash. Pero U2, en su lugar, insertó la voz de Cash en una balada murmurante sintetizada acerca de la búsqueda de Dios en un mundo espiritualmente estéril que era más parecido a Brian Eno que a “I Walk The Line”, una improbable yuxtaposición que funcionó hermosamente y reinsertó a una vieja leyenda en el mundo moderno por primera vez en décadas.
Bono cumplirá 57 años el próximo mes, lo que significa que aun no es tan grande como lo era Cash (de 61 años entonces) cuando Zooropa fue lanzado. Y Lamar usa a Bono en una manera similar en “XXX.” – es una voz literal de autoridad en un nuevo y vanguardista contexto. Visto cínicamente, la aparición de U2 en DAMN., parece ser como una última puñalada a una banda envejecida en la relevancia del pop. Pero cuando se oye a través de la reverente perspectiva de Lamar, Bono vuelve a parecer como un hombre serio de estatura, la clase de persona que quieres a tu lado al contemplar la oscuridad del mundo.
Si Lamar puede hacer por U2 lo que U2 hizo por “The Man In Black” aun está por verse. Pero como los hombres con una necesidad intensa de vagar por terreno turbulento de un mundo lleno de cicatrices, Lamar y U2 ciertamente parecen ser espíritus afines.