En el último concierto de U2 en Montreal, celebrado el miércoles pasado en el Bell Centre, Bono, durante la interpretación de “Pride (In The Name Of Love)”, pidió a las autoridades de Arabia Saudí la liberación de Raif Badawi, que es considerado un preso de conciencia por Amnistía Internacional. En el siguiente video puedes ver el momento.
“Raif ha sido sentenciado al castigo más bárbaro.
Raif ha sido sentenciado a 1000 latigazos y a 10 años de prisión.
Por solo un sitio web pacífico que le permitía a la gente expresar lo que pensaban.
Creemos que hay gente buena en Arabia Saudí que escuchará esto, que escucharán sus voces. Desde este grandioso país, ellos los escucharán.
Entonces, cuando ellos sean liberados, y ellos serán liberados, esas personas por los que Amnesty lucha, particularmente Raif, será… un Hermoso Día.”
Bono
Montreal, Junio 2015
¿Pero quién es Raif Badawi? ¿Y por qué pesa sobre él una condena tan bestial? A continuación puedes conocer su historia.
El 1 de septiembre de 2014 Raif Badawi fue condenado en firme a la pena de 10 años de prisión, así como a recibir 1.000 latigazos, a la prohibición de viajar durante 10 años, a la prohibición de utilizar medios informáticos y a una multa de un millón de riyales saudíes (lo que equivale a unos 266.600 dólares estadounidenses).
El motivo de tal condena no es otro que haber creado un sitio web llamado “Liberales saudíes” (ya cerrado por un tribunal al considerar que “insultaba al Islam”). En este sitio web se permitía el debate político y social y se publicaban de forma anónima comentarios considerados ofensivos para el Islam por las autoridades religiosas.
El procedimiento judicial que se siguió para condenarle estuvo plagado de irregularidades. En un primer momento se le quiso condenar por un delito de apostasía (castigado con la muerte) pero finalmente fue condenado en 2013 a la pena de 7 años de prisión y a recibir 600 latigazos. En una revisión posterior, la condena aumentó a 10 años de prisión y a recibir 1.000 latigazos.
Raif Badawi es un preso de conciencia, recluido únicamente por el ejercicio pacífico de su derecho a la libertad de expresión y, por lo tanto, debe ser puesto en libertad de forma inmediata e incondicional.
El 9 de enero de 2015 recibió la primera serie de los 1000 latigazos a los que había sido condenado. Recibió 50 latigazos frente a la mezquita Al Jafali, en la ciudad de Yidda, estando previsto que los otros 950 se ejecutaran en un período de 20 semanas.
La indignación que causó el caso provocó una ola de solidaridad y movilización a nivel internacional. Desde activistas que contribuyeron a reunir más de un millón de firmas (número que sigue creciendo), hasta gobiernos de todo el mundo que emitieron declaraciones condenando la flagelación de Raif.
Gracias a la enorme presión internacional, Raif Badawi no ha vuelto a ser flagelado. En las siguientes dos semanas se aludió a razones médicas. A partir de entonces las autoridades saudíes no han dado ninguna explicación al respecto.
Sin embargo, el 7 de junio de 2015 se supo que el Tribunal Supremo había confirmado la condena de Raif a 10 años de prisión y 1.000 latigazos. Tras esa decisión, Raif Badawi vuelve a estar en peligro inminente de recibir los 950 latigazos restantes.
La condena de 10 años sigue en pie y cada viernes se enfrenta al riesgo de ser flagelado.
Raif es uno de los muchos activistas perseguidos en Arabia Saudí por expresar sus opiniones a través de Internet. Facebook y Twitter son increíblemente populares en un país donde la gente no puede expresar sus opiniones abiertamente en público. Las autoridades han respondido a este aumento del debate online vigilando los sitios de redes sociales e incluso intentando prohibir aplicaciones informáticas como Skype y WhatsApp.
Amnistía Internacional pide a las autoridades saudíes que Raif Badawi sea puesto en libertad de forma inmediata e incondicional y que no ejecuten ninguna pena de flagelación, pues ello constituye un incumplimiento de la prohibición de la tortura y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes, recogida en el derecho internacional.
El mismo miércoles la esposa de Raif, que actualmente está viviendo junto a sus hijos en Quebec, Canadá, publicó una carta en la web de Amnesty.org donde cuenta lo siguiente:
Un infierno de tortura insufrible para mi familia: la flagelación de Raif Badawi
"Hoy día, millones de personas de todo el mundo conocen el nombre de mi esposo, Raif Badawi. Y aunque su atención resulta alentadora, las razones que la han motivado han sacudido todo mi ser". Así escribe la esposa del bloguero condenado a 1000 latigazos y diez años de cárcel por crear un sitio web de debate social y político en Arabia Saudí.
Raif fue detenido en nuestro país, Arabia Saudí, hace tres años, por haber expresado sus ideas, tras sentarse ante un teclado y crear una página web.
Se trata de una persona que ama la vida y adora la libertad, y por ello lo ha recibido el más duro de los castigos. Desde 2012 permanece recluido, cumpliendo una condena de 10 años de prisión, y le han propinado ya, en público, 50 de los 1.000 latigazos a los que fue condenado, una crueldad inenarrable que va más allá de lo que cualquier persona puede soportar.
Desde que el Tribunal Supremo de Arabia Saudí confirmó su condena, sin posibilidad de apelación, se cierne sobre Raif la amenaza de otras 19 sesiones de flagelación, a pesar de su precario estado de saludo. Todo ello por haber expresado sus opiniones.
Desde que nos casamos, en 2002, compartíamos una vida hermosa, sin preocupaciones y en libertad, hasta que, varios años más tarde, decidió crear la página web Saudi Liberals (Liberales Saudíes).
Desde entonces, he temido por su seguridad, porque sé muy bien que la jerarquía religiosa de Arabia Saudí es poderosa, implacable y caprichosa. Mis temores se hicieron realidad en 2007, cuando los Servicios de Seguridad del Estado citaron oficialmente a Raif por primera vez, y nuestra vida se volvió difícil. Las cosas empeoraron cada vez más tras su detención, en 2012, hasta que el año pasado dictaron la terrible sentencia en su contra.
Muy a mi pesar, no puedo dejar de afirmar que la dura e inhumana sentencia dictada el año pasado contra mi esposo tenía por objeto enviar un mensaje claro a cualquier persona que pueda atreverse a cuestionar a los extremistas religiosos de Arabia Saudí. Fue un golpe del que aún no me he recuperado, y se ha convertido en un profundo infierno de insufrible tortura.
Raif lo fue siempre todo para mí y para nuestros hijos. Es el padre de tres ángeles, y un excelente esposo, y nunca podré describir cuánto lo echamos de menos. Desde que lo encarcelaron, lo hemos perdido casi todo.
El primer día de Raif en prisión, decidí que tenía dos opciones: o ser débil, rendirme y sentarme a llorar en un rincón, o mantenerme fuerte y luchar por la libertad de Raif. Soy una de esas personas que tiene siempre grandes esperanzas, a pesar de los obstáculos.
He pasado por momentos difíciles, pero mis primeros días en Canadá fueron aún más duros: un nuevo idioma, personas nuevas y una vida nueva. Tuve que sobrellevar todo eso, además de mis pensamientos sobre la enorme distancia que me separaba de Raif y la imposibilidad de volver a Arabia Saudí. Sin embargo, en Quebec he encontrado personas íntegras que me han hecho lamentar no haberme trasladado aquí, junto con Raif, hace mucho tiempo.
Mi vida en Canadá podría describirse como una vida maravillosa y perfecta; y es que el trato que estamos recibiendo del pueblo quebequés es inmejorable. Tanto el gobierno como la oposición de Quebec nos han apoyado mucho. Son todos extraordinarios. Lo único que me falta es tener a Raif con nosotros.
Fuera de Canadá, en todo el mundo la gente nos ha apoyado a Raif y a mí, gracias sobre todo a las iniciativas de activistas de Amnistía Internacional, que han organizado todas las actividades de campaña posibles para ayudarnos. No bastarían todas las palabras del mundo para expresar mi agradecimiento por sus esfuerzos para liberar a Raif. Hace poco, organizaron una fantástica gira gracias a la cual pude llevar mi mensaje a varios países europeos, donde me reuní con líderes políticos, que me trataron como si fuera una personalidad política o diplomática. Ese trato, de por sí, me infundió optimismo y una gran esperanza. Todo el mundo está poniendo de su parte, y espero que sus esfuerzos den fruto algún día.
He rogado, y reitero mi ruego, a su majestad el rey Salman, gobernante de Arabia Saudí, que indulte a Raif y suspenda los latigazos. Aunque no he recibido respuesta, sigo siendo optimista, y mis ruegos continuarán hasta el último minuto.
Simpatizantes de Amnistía Internacional han hecho campaña junto con Ensaf Haidar en todo el mundo, y siguen pidiendo la liberación inmediata e incondicional de Raif Badawi y de todos los presos de conciencia de Arabia Saudí.
Ahora que conoces su historia, tienes que saber que hay gente libre que sigue apoyando a Raif y que sus protestas están siendo decisivas, así que no dudes en apoyar esta causa, accede desde acá a alguna de las muchas peticiones online, ¡entra en acción, actúa ya, escribe por los derechos! Él y su familia te necesitan.