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“Songs Of Innocence” viejos vs. jóvenes

Por Marga Sunshine para ElConfidencial.com

De las primeras cosas que recuerdo haber hecho el día de Año Nuevo, en el que todo estaba tranquilo, fue escuchar el nuevo tema del rapero Kanye West titulado Only One, un dueto con el ya septuagenario Paul McCartney. Pocas sorpresas en cuanto a la canción en sí misma, sí en los tweets/coñita tipo “¿Kanye y Paul McQuién?” que no tardaron en aparecer acompañados de la total indignación de aquellos que piensan que no conocer al exbeatle es una especie de herejía imperdonable. Todo esto lo cubrieron diversos medios y voilà, se volvió una THING.

Días después The Quietus resumía la jugada en un artículo titulado algo así como (obviando el juego de palabras) Con Todos los Respetos: Sobre el Esnobismo, Kanye y McCartney. El texto metía el dedo en la llaga. ¿De qué se ríen los que creen que saben más por conocer a McCartney? ¿Por qué un fan de West o de quien sea tiene que conocerlo? Más allá de si se trata de una especie de actitud esnob, supongo que lo natural es que los jóvenes aborrezcan de manera natural los gustos de los más mayores y que los ya vetustos reivindiquemos “lo nuestro” con más o menos patética pasión.

Algo similar sucedía este pasado año a raíz de la publicación en septiembre del álbum decimotercero de la banda U2, Songs Of Innocence. La extremadamente agresiva campaña de lanzamiento, perpetrada entre discográfica y la marca que comercializaba el nuevo modelo del teléfono ese que ya tú sabes, te colocaba el disco por la cara en una jugada de marketing que puso on fire las redes.

Usuarios muy indignados exigieron su derecho a deshacerse de Songs Of Innocence, que pasó a ostentar en poco tiempo el título de DISCO MÁS BORRADO DE LA HISTORIA. Tiene gracia porque, siendo algo totalmente comprensible, apuesto a que este borrado masivo hirió fuerte los sentimientos de los senectos fans que, como yo, sentimos aquello como una especie de ULTRAJE. Pero, ¿Cómo? ¿Borras un disco de U2 sin ESCUCHARLO? ¿Pero tú sabes algo de MÚSICA, ALMA DE CÁNTARO? Y así, otro episodio de la guerra Jóvenes Vs. Viejos volvía a librarse y a resolverse sin vencedores ni vencidos. Cada uno hizo lo que quiso con su terminal móvil que para eso lo habían pagado sus padres.

Ya en lo meramente musical, del mismo modo, el disco ha sido elegido por algunos medios especializados, los convencionales, como uno de los mejores álbumes de 2014 y denostado como uno de los más decepcionantes por otros. Así que, como la semana pasada me fostiaron (virtualmente) por hablar de soul, un género muy serio que no admite críticas gañanas, me dispongo a hacer lo propio de una banda que mira, sí conozco bien. Vamos, que voy a hablar del disco sin apenas utilizar Google ni nada, lo prometo (LOL). Pero antes...

… hablemos de U2 (de un modo totalmente innecesario porque todo está en Wikipedia)

Casi todos sabemos que U2 es una banda liderada por Bono, un antipático ser que suele aparecer en los medios abanderando diversas causas políticas o humanitarias. Un tipo cargante hasta la nausea. Un pesado. La componen además Adam Clayton (bajo), The Edge (guitarra) y Larry Mullen Jr. (batería).

Más desconocidos quizá son los orígenes del grupo, formado en Dublín allá por 1976. En aquel tiempo se juntaban en la misma pandilla con los futuros integrantes del artefacto post-punk Virgin Prunes, algo así como el reverso tenebroso de los buenos y cristianos U2. De hecho, Dick Evans, miembro fundador de los Prunes junto a un tal Gavin Friday, es hermano de The Edge. ¿Cómo te quedas? Igual esto no te dice nada si no has escuchado himnos como Pagan Lovesong o Caucasian Walk, pero fliparás si tienes oportunidad de ver alguna grabación de un directo de la oscurísima banda (Spoiler: no es caca, es chocolate). Años después y ya siendo ambos músicos consagrados Bono colaboraría con Gavin Friday en algunas de las maravillazas que componían la BSO de En El Nombre del Padre (Jim Sheridan, 1993).

Total que los chicos buenos grabaron su álbum debut Boy en 1980 para Island Records, ofreciendo un sonido post-punk depurado y enriquecido con una de las marcas de la casa, la forma de tocar de The Edge (hay un docu rulando por Youtube titulado It Might Get Louden el que se le puede ver probando su guitar rig que mola bastante).

Songs Of Innocence

La preciosa fotografía que ilustra la portada del disco (Larry Mullen abrazando a su hijo) podría servir de canto a la conciliación entre dos generaciones, estaría gracioso en este contexto, pero lo que anuncia es que lo que vamos a escuchar son un puñado de canciones intimistas sobre el recuerdo de los años de infancia y juventud, el amor, la familia. ¿Temas de GENTE YA MUY MAYOR? Quizá. Lo que es seguro es que bien podría tratarse de una especie de recapitulación.

Porque lo que aquí nos ofrece esta banda que ha viajado desde las raíces arcanas del rock en Memphis a la exploración más audaz de la electrónica y las fórmulas pop, pasando por el hedonismo de los sonidos disco (no en un esfuerzo por no perder comba en lo comercial sino en un alarde de sincretismo musical del siglo XX), es una amalgama de canciones sencillas, melodías accesibles, pequeñas si quieres, en las que la sensación de nostalgia se hace palpable y en las que predomina, salvo excepciones, su sonido característico (las poderosas líneas de bajo de Clayton, los vibrantes riffs con efecto de The Edge, el intuitivo modo de usar la percusión de Mullen), quizá mejor representado en Iris (Hold Me Close), en la que además podemos reconocer una estructura también muy familiar para los amantes de las canciones del grupo.

Metidos en faena lo primero que escuchamos es un enérgico homenaje (encontramos otro clarísimo a Beach Boys en la luminosa California (There is No End To Love) a * The Miracle (Of Joey Ramone)* en un regreso a los años mozos rememorando la excitación de enamorarse de una banda y descubrir a través de ella maravillas:

-“I was young, not dumb, just wishing to be blinded by you, brand new”-

Suena la pegadiza melodía de Every Breaking Wave, suena Volcano quizá como pieza más comercial e intranscendente y enseguida la evocadora (en concreto recuerda a New Year's Day por momentos) Raised By Wolves y la más contundente y cañera Cedarwood Road.

A partir de aquí, a mi entender, lo más interesante del disco. La siniestra nana Sleep Like a Baby Tonight arranca con un minimalista sonido de sinte sobre el que la voz trémula de Bono va desgranando la letra hasta que su falsetto (su P(/&% FALSETTO) hace aparición y LA-GRI-MO-NES cuando entra la guitarra de The Edge con su legendario sonido delay. Una preciosidad. This Is Where You Can Reach Me Now lleva con esa onda New Wave el sabor de algunos de los temas clásicos de los primeros discos y ya para cerrar The Troubles, con la magnética Lykke Li aportando magia a un deslumbrante dueto vocal que va fluyendo sobre cuerdas y ganando en epicidad por momentos. Otra MA-RA-VI-LLA.

En definitiva, me quedo con la sensación de que bien podría ser el último disco de U2 y que quizá, irónicamente, éste funcione como respuesta a la pregunta de si siguen siendo relevantes. Lo seguirán siendo en tanto siga habiendo gente a quien se lo parezcan, sin más. Evidentemente, sobre todo por hallarse lejos musicalmente de lo que me interesa escuchar ahora, no creo en absoluto que se trate del mejor disco del año ni mucho menos que sea una mierda de disco (si lo borraste de tu aifón, no te preocupes, está enterito en Spotify junto a la edición Deluxe). Lo cierto es que lo he disfrutado muchísimo y sirva este textito como homenaje a ellos, que fueron los Joey Ramone de mi adolescencia. RESPECT.