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U2: Una mirada atrás con sonidos de hoy

Inspirado en el pasado de sus integrantes, la banda produjo Songs of Innocence, un álbum en el que vuelve a sorprender, sin perder su identidad.

U2 es una máquina de hacer música. Así se siente cuando Songs of Innocence todavía no llega a superar sus primeros cuatro minutos. Y en eso, la sensación no difiere demasiado de la que el cuarteto transmite aún hoy desde los viejos The Unforgettable Fire, The Joshua Tree, Achtung Baby, Zooropa, All That You Can’ Leave Behind y hasta el mismísimo Pop, más allá de los gustos personales.

Una máquina precisa, de industria pesada, de esa que fabrica bienes durables de verdad. De esos que siguen andando, y a los que uno vuelve aunque ya haya comprado un modelo más nuevo, con funciones similares.

Por esa misma razón, no habría demasiada lógica en pensar que en su primer lanzamiento discográfico en un lustro, la banda fuera a patear el tablero. Sin embargo, aún así, después de 40 años de música, Bono, The Edge, Larry Mulen Jr. y Adam Clayton se las arreglan para aportar novedades a un mercado algo saturado de música ligera.

Esta vez, con una inusual apertura de sí mismos, que a través de once canciones transmite imágenes de un pasado que se revela en palabras y en sonidos anclados en el más allá. En el más atrás. Como si emulara al hombre que en la colección de poemas Canciones de inocencia y de experiencia, que William Blake escribió e ilustró en 1789, buscaba su juventud.

“Aún estoy parado en esa calle; aún necesito un enemigo”, canta Bono en “Cedarwood Road”, que nombra la calle en la que vivía de chico; Los Beatles asoman su impronta melódica en “Sleep Like a Baby Tonight”; “Tomaste mi mano y me llevaste de la mano”, canta en “Iris (Hold Me Close)”, dedicada por el cantante a su madre; el recuerdo de los Beach Boys se dispara en una suerte de mashup vocal en el inicio de “California (There Is No End to Love)” y una deuda queda saldada en “The Miracle (Of Joey Ramone)”, en la que Bono confiesa: “Desperté justo cuando el milagro ocurrió.” Mientras todo lo mucho que U2 dejó detrás, reaparece en el comienzo de “Every Breaking Waves”, en las guitarras de The Edge en “Song for Someone”, “Iris” o en la demoledora “Volcano”, donde el bajo gordo, deforme y por momentos casi fofo de Clayton sostiene una declaración a repetición: “Vos y yo somos el rock and roll.” Pero lo mejor, además de todo lo demás, y a pesar de la participación de distintos productores -Danger Mouse, Brian Burton, Ryan Tedder y Paul Epworth-, es que esa máquina que es la banda mantiene la capacidad de sumar nuevos elementos, sin perder ni un poco de su identidad. Y lo más importante: sin perder su dimensión de estadio, puede emocionar con sólo dejarse llevar por la cadencia de “Every...” o por la trama que el cantante construye con Lykke Li en de “The Troubles”. Y no es poco.

Fuente: Clarin.com