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¿Por qué U2 quiere tocar en Glastonbury?

Por Neil McCormick

        U2 estará encabezando Glastonbury el próximo año, en el 40º aniversario del festival. Hubo algún escepticismo previsible expresado al respecto por la brigada anti-U2, sin embargo parece una obviedad para mí: una banda de rock toca en un festival de rock, ¡qué la controversia comience!

        Como la banda sobresaliente en la última edición, Bruce Springsteen y la E Street Band, el grupo irlandés tiene una larga reputación como destacados artistas en vivo, que los ha ayudado a hacer de ellos uno de las más consistentes atracciones populares en vivo de las últimas décadas. Probablemente era un hecho que U2 iría a estar tarde o temprano en Glastonbury (los Rolling Stones serán la única banda de esa estatura que nunca hayan tocado en el festival), la verdadera pregunta es por qué les tomó 26 años.

        La respuesta se encuentra parcialmente en la realidad que U2 no necesita a Glastonbury, ni a otro festival. Son una de esas pocas bandas que pueden empujar a masas de público por sus propios medios en cualquier parte del mundo. Y, ciertamente, desde que ascendieron al estatus de estadio con 'The Joshua Tree' en 1987, han puesto mucho cuidado y esfuerzo en la creación de sus únicos y artísticos espectáculos en vivo. Cada vez que el tema de Glastonbury surgía dentro del campamento de U2, las mismas preguntas tendían a surgir, las cuales, si pudiera parafrasear a la sobria franqueza de su muy pragmático baterista, se podrían reducir a: "Entonces, si entendí correctamente, no tocaríamos para nuestros fans, ¿correcto? ¿No es nuestro sistema de sonido? ¿No es nuestro equipo de iluminación? ¿Y haríamos esto por una paga tan baja como si lo hiciéramos en la puerta de nuestra propia actuación? ¿Y la idea de esto sería…?"

        ¿Así qué ha cambiado? Bien, Glastonbury en sí mismo, por una cosa. Se ha convertido en una especie de un bufé-para-todos de entretenimientos. Todavía puede haber un ideal casi hippie en el escenario principal de forma piramidal conectando a la audiencia en una forma mística como el sol desciende y las luces ascienden, pero no puedes tener a Radiohead cada año. Es duro ver como teniendo una de las bandas más grandes de rock al tope de la propuesta es improbable que atraiga a mayores masas de concurrentes a festivales que otras estrellas, tales como Jay-Z o Paul McCartney.

        Pero todo el negocio de la música ha cambiado, acosado por los desafíos tecnológicos que no solo dañaron las ventas de música grabada sino que proveyeron de tantas opciones que hacen aun más difícil alcanzar la clase universal, una transición de audiencia a la que U2 está acostumbrado. Ellos pueden tener una enorme base de fans, pero para seguir siendo una fuerza verdaderamente efectiva en el amplio mundo de la música popular, necesitan encontrar nuevas maneras de alcanzar a la gente que no son, quizá, sus oyentes naturales.

        Imagino que la banda ve a Gastonbury como una oportunidad para atraer a los escépticos, que cada vez con más estridencia una minoría de burlones elevan sus voces denigrando cada movimiento. Bono tiene los instintos de un pretendiente perenne, un viajante vendedor de rock and roll que casi ve como una materia de orgullo el poder vender su mercancía a los más reacios clientes. La realidad es que el público en general los ama, así sus "todos vendidos" shows en vivo (solo este año, U2 actuó para 3 millones de fans y engrosó más de 300 millones de dólares en ventas de tickets) y las multimillonarias ventas de discos lo avalan (a pesar que su último 'No Line On The Horizon' se lo considere como un fracaso de 4 millones de copias vendidas, las más bajas ventas para los estándares de U2, está sin embargo entre los discos mejores vendidos en el Reino Unido y en el mundo este año). Pero de alguna manera U2 nunca ha pertenecido a la fraternidad del rock que parece tener a Glastonbury como su hogar espiritual. Ellos, en realidad, nunca han sido parte de la escena rockera británica. En los primeros días, U2 tocaba en festivales. Pero nunca en Glastonbury, probablemente porque no fueron invitados. Viniendo desde Irlanda como rockeros post-punk a principios de los '80s, estaban críticamente alineados con la nueva escena psicodélica de Liverpool de Echo & The Bunnymen y Teardrop Explodes, pero fueron vistos con recelo por las otras bandas como sobre ambiciosos intrusos irlandeses, rivales más que pares. Y mientras ellos ciertamente han tenido que defenderse de críticos (en el Reino Unido, el influencial, polémico y cerebral crítico de la NME, Paul Morley, insólitamente los apoyo desde el principio), tuvieron siempre sus denigradores vocales, que los usaban casi como una abreviatura para ordinariez: demasiado sincero, muy épico, muy ambicioso para ser bueno. U2 logró el éxito en sus propios términos, casi completamente fuera del marco de la escena musical británica, y en realidad más en un eje Irlanda-USA.

        Todavía hay algo sobre tocar en Glastonbury que es el distintivo de honor entre las bandas británicas, y se que es algo a lo que apela Bono. U2 en vivo es largamente una fuerza irresistible. Tienen pasión, compromiso, carisma, imaginación y una clase de canciones que pueden encontrarte cantándola a pesar tuyo, entregado con la teatralidad y habilidades guerreras de una banda que han estado tocando juntos toda la vida. Y con Bono a la cabeza, son una banda de seductores: pónganlos al frente de incluso del más escéptico público y harán todo en su poder para ganarlos. Puede ser un gran desafío actuar para una audiencia que no es, naturalmente, propia, pero si ellos ganaran en Glastonbury, las ondas se dispersarían por la amplia comunidad musical de fans y artistas. Por todos sus éxitos, los U2 han sido foráneos de la escena rockera británica. En algún nivel, Glastonbury sigue representado una especie de inclusión. Con este tipo de apuestas, creo que U2 en Glastonbury podría llegar a ser algo legendario.