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Por qué me gusta U2 y por qué me seguirá gustando U2

La web U2spain.es está de estreno. Está inaugurando una nueva sección: "Tú también". En ella, Antonio Rull plasmará semanalmente su artículo de opinión acerca de temas relacionados directamente con U2. Nacido en Sevilla, Antonio Rull trabaja como fotógrafo profesional y oficial en eventos como la Copa del Rey 2006 de la ACB. Además está formado en periodismo por la Universidad de Sevilla.
Aquí esta el artículo de presentación:


Antes de comenzar este artículo de opinión semanal en U2spain.es debo saludar a todos/as aquellos/as que se permitan unos minutos en leer lo que este humilde servidor va a ir escribiendo semanalmente en este portal web. Espero ser bien recibido y que mis artículos tengan un mínimo de interés; el grupo se lo merece.

Cuando se me dio la oportunidad de tener una columna de opinión semanal en esta web no pude más que alegrarme. U2 es mi grupo de música favorito y sus integrantes un modelo a seguir debido a todas las actividades que realizan aprovechando su popularidad para tratar de hacer algo por este mundo injusto nuestro para la mayoría de la población mundial.

Escribir un artículo semanal de U2 puede ser un placer y una gran responsabilidad a la vez. Mi juventud comparada con la veteranía del grupo y de sus seguidores me pueden convertir en un fan de nuevo cuño, que le gusta U2 como mañana le puede gustar Keane por lo bonito que hace los videoclips. No me considero así, y para inaugurar esta columna en U2spain.es quiero pasar revista a por qué me gusta U2 y por qué me seguirá gustando U2.

Corría el año 97 cuando The Rolling Stones editaban su disco Bridges To Babylon. Yo por aquel entonces era un “treceañero” sevillano que empezaba a aburrirse de hacer lo que la moda y los “líderes” de los grupos de amigos dictaban que se hiciera, a fin de ser “alguien” en el mundo social tan dispar que es la adolescencia y preadolescencia. “Anybody Seen My Baby?” fue la llave que me hizo ver que otro tipo de música era posible; leer su letra y entenderla me hizo encontrar en el rock lo que yo consideraba que era la vida y cómo había que vivirla; qué importaba que los Rolling fueran lo que siempre fueron en su vida personal (un pésimo ejemplo), su música me hacía ver otra realidad (“Saint Of Me”, “Out Of Control”, son otros ejemplos). Pasaron un par de años y mi afición por estos rockeros iba en aumento, enterándome de todo lo que hacían o dejaban de hacer y aguardar una madrugada para ver un concierto grabado de su gira en Canal+, por aquel entonces aún sin opción digital. Pasó el tiempo y, ante la evidente decadencia de la música de los Rolling, llegaron a mis oídos los acordes de otra canción que marcaría un nuevo escalón en mi relación con la vida, ya en pleno año 2000: “Beautiful Day”, de U2. Al igual que me pasó con los Rolling, una nueva canción, que sonaba en todas las emisoras de radio y su videoclip era visto en televisión infinidad de veces me hizo ver que otro tipo de rock era posible y, más aún, otro tipo de vida era posible y recomendable.

Al poco tiempo de eso decidí descubrir por mí mismo el disco que contenía esa canción; “All That You Can’t Leave Behind” considero que es el disco que me abrió las puertas de U2, unas puertas abiertas fácilmente, con un disco actual, nuevo y publicitado en masa, pero a fin de cuentas es el que me ha hecho ver todo lo que es U2. La pista uno de este disco era mi canción favorita por aquel entonces, pero la siguiente no se iba a quedar atrás. En muchas veces me he sentido “Stuck In A Moment You Can’t Get Out Of It”, al igual que muchas veces me sentía “Like A Rolling Stone”. Pero es que la siguiente pista tampoco se quedaría corta en mi forma de ser y de estar: “Elevation”. Y así podríamos seguir hasta la pista undécima, “Grace”. Una vez más había encontrado un disco de música que iba a ser un punto y seguido en mi vida, pero un punto y seguido que seis años después sigue siendo y seguirá siendo.

Iba pasando el tiempo y yo no dejaba de escuchar U2 aunque el resto de mi entorno sólo escuchara lo que los 40 principales le decían que escucharan; no me importaba ser “un bicho raro”, siempre me he considerado un inconformista en muchos aspectos de la vida, y la música no iba a ser menos. Pero es que ya no sólo era la música, U2 aportaba un cariz humano más que importante. La política del grupo hacia las injusticias del mundo se pueden considerar como publicitarias y aleatorias en un primer momento, pero una vez que vas viendo cómo el grupo empieza a hacer girar su vida en torno a mejorar el mundo (más aún en el caso de Bono), uno se hace más fan aún de los irlandeses. Resulta obvio decir que si no fuera por U2 muchos no llevaríamos una pulsera blanca en la muñeca, o no pondríamos enlaces en nuestros blogs hacia las diferentes iniciativas solidarias llevadas a cabo por la banda o Bono en solitario, o no… tantas cosas. Y todo en un mundo dominado por los multimillonarios contratos de imagen de los que se apodera cualquier icono mediático, ya sea musical o un famosote de tres al cuarto, para ganarse la vida de una manera fácil.

Llegó la “Elevation Tour” y disponer de televisión vía satélite me hace tener algún concierto grabado en VHS gracias a cadenas musicales alemanas, y me hizo ver qué es U2 en directo, qué música tiene U2 y por qué me seguía gustando cada vez más. En uno de esos conciertos, el de Boston, empecé a hacer mía “Where The Streets Have No Name”, una canción que todos sabemos de sobra qué dice y por qué la escribió Bono y dónde, pero cuya puesta en escena me hizo poner los vellos de punta a pesar de ser un VHS y verlo en una pantalla de televisión. Mi inconformismo tenía una nueva canción emblema, más aún cuando te consideras en la lucha que U2 mantiene ante la injusticia mundial (y no por que Bono me diga que tengo que luchar, que esto ya venía de antes).

Seguía pasando el tiempo y uno empezaba a descubrir todas aquellas canciones “pasadas”, de discos anteriores, escritas en un momento concreto y en una situación mundial específica. El universo U2 empezaba a ser conocido y los Rolling Stones sabe Dios dónde se quedaron. Y con todo, llegó “Vertigo”.

Escuché “Vertigo” por primera vez como creo que todos lo hicimos, en una versión de Internet cazada en una radio brasileña. Ni que decir tiene la maravilla de canción que es en su conjunto, pero lo que sí que tiene que decir es lo que se nos venía encima, el nuevo disco, cuyo nombre aún era una incógnita. “How To Dismantle An Atomic Bomb” llegó a nuestras manos el 22 de noviembre de 2004 y todos pudimos valorar el estado de forma de nuestros irlandeses favoritos. Pero es que casi sin respiro nos llegó la “Vertigo Tour”. Creo no ser el único cuando digo haberme descargado las actuaciones del grupo en el puente de Brooklin, en Nueva York; en los diferentes programas de televisión americanos (con un Bono eternamente juguetón de cámaras de televisión); en cómo sería el nuevo óvalo para la gira, etc. Me propuse ir a un concierto y que sea como fuere lo conseguiría.


Llegó ese ansiado día en que se ponían a la venta las entradas para los conciertos en España del grupo y éste que aquí escribe, a pesar de no poder ir a la única tienda en Sevilla que presuntamente iba a vender entradas, se dedicó a visitar ticktackticket.com y a llamar el teléfono de esa compañía con el resultado que muchos tuvimos que conformarnos: nada. La desilusión era patente y uno se veía con la única opción de la reventa; al final obtuve una entrada gracias a la ruptura de una pareja (paradojas del destino: él, amigo de un amigo de una amiga mía, se quedó sin novia y con una entrada de sobra, que no me vendió excesivamente cara). Por fin iba a ir a un concierto de U2, el de San Sebastián; me daba igual no poder acceder al recinto interior, me daba igual tener que disfrutarlo en la grada, iba a ir a un concierto de U2, U2 iba a tocar en directo en el mismo recinto que yo iba a estar. Por fin era feliz. Y con esa felicidad empecé a diseñar mi gira española, que me haría ver a U2 y disfrutar de tres ciudades: Barcelona, San Sebastián y Madrid.

Ya en vacaciones, en Barcelona y de casualidad me entero vía foros de Internet que se habían puesto a la venta unas cuantas entradas más para U2, de las desechadas por las razones que fueran. Era mi oportunidad, tenía que repetir aun sin haber ido al primero de los dos que finalmente vi. Para Barcelona ya no quedaban pero para Madrid sí, y mi plan de viaje me iba a hacer estar en Madrid un día para ver la ciudad y volver a Sevilla posteriormente. La compré, en el sitio que fuera (otra vez la grada), y volví a ser feliz, iba a ir a dos conciertos de U2.

¡Y vaya dos conciertos! No os voy a seguir aburriendo con la odisea que viví esos días, sólo pienso haceros partícipes de por qué cada vez creo más en el destino y en que todo está relacionado: Comenzaba el concierto en San Sebastián, las luces se apagaron y sonaron los acordes de “Vertigo”, la emoción nos embargaba a todos, y todos nos pusimos de pie para no sentarnos jamás durante el concierto. Pasaban las canciones y el estado de felicidad por estar ahí, a pesar de estar solo y a la vez acompañado por 50.000 personas, era más que patente. Y, de repente, The Edge hizo sonar las tres notas iniciales de “Beautiful Day”, esa canción por la cual empecé a interesarme por este grupo y que me ha llevado a estar aquí, ahora mismo, compartiendo con vosotros estas vivencias. No puedo decir por qué motivo ni qué circunstancia, pero esas tres notas hicieron que todos los vellos de mi cuerpo se pusieran de punta y que mi mente empezara a recorrer todo lo que había sido mi vida desde que escuchara por primera vez, allá en 2000, aquellos acordes, ya no sólo en lo musical sino en todo lo que la música de U2 me había acompañado. No soy muy de emocionarme, pero tantas vivencias juntas y tantos recuerdos amargos y felices me hizo empapar los ojos, algo muy poco entendible para quienes no lo sienten, pero ya se sabe lo que son sentimientos: inexplicables.

U2 es parte ya de mi vida, sus canciones me definen en mayor o menor medida, su actitud ante las injusticias mundiales me hacen actuar en consecuencia con mayor ímpetu… en definitiva, U2 ha guiado parte de mi vida y me siento bastante orgulloso de ello. Creo no ser el único.
Fuente: U2Spain.es