U2News

Edge: El héroe no celebrado

Mi vida loca en U2

Por casi tres décadas, ha sido el hombre del cuarto de máquinas. Sin su perfeccionismo, Bono y compañía no podrían haber mantenido el éxito de U2. The Edge, es el héroe no celebrado, quien orquesta y da vuelo a la poesía musical de la banda irlandesa que volverá a México tras nueve años de ausencia. En esta entrevista, el guitarrista revela algunas de las intimidades y secretos del grupo.
TEXTO: MARK ELLEN

Mi vida loca en U2Con el estruendo de los aplausos aún llenando el aire de la noche, la caravana de automóviles sale. Se escucha el aullido de sirenas, una puerta de metal se abre y rebota, y vehículos de color negro bajan por una rampa de concreto hacia la carretera. Nos brincamos los semáforos con nuestra escolta de motociclistas, la policía nos muestra el camino con sus luces color escarlata. Pasamos a toda velocidad por puentes y nos internamos a través de túneles, la luz neón irradia sobre el parabrisas, el sonido amplificado de la lluvia. Es totalmente absurdo y bastante aterrador. U2 esta “corriendo a toda velocidad”. Desde la cancha de basketball de Boston hasta el aeropuerto en tan sólo seis minutos. ¿Es ésta una buena huida comparada con otras?
“Es una huida fantástica”, confirma The Edge. “Le doy... mmm, nueve punto dos. Mejor que en Barcelona cuando la policía manejó a una velocidad que ponía realmente en peligro la vida. Y mejor que en Italia donde los policías golpean el techo de los vehículos con sus macanas”.
The Edge limpia la ventana empañada y mira la nebulosidad de las luces que parpadean. Encoge los hombros de forma conciente y con una actitud que sugiere que toda la situación es descabellada pero, a ese nivel, es la única manera práctica en la que pueden operar. “Hasta cierto punto, mides el grado de cariño en una ciudad a través de la calidad del apoyo que recibes”, añade. “Y tenemos una conexión increíble, de años, con Boston. Siempre nos cuidan”.
Dave Evans (alias The Edge) ha vivido de este modo durante casi 30 años: un ciclo de composiciones, grabaciones y presentaciones, que empezó cuando tenía 17 años. No conoce otra vida. Y durante los últimos 20, ha operado a este nivel: viajando con un equipo de tres técnicos y 60 personas más, para duplicar -con tanta fidelidad como le sea posible- la música que crea en el estudio.
Nació en Essex, Inglaterra, de padres galeses. Se trasladó al norte de Dublín durante “una crisis de identidad severa”, y ahora tiene 44 años y tres hijas de su primer amor de la infancia; y otra hija y un hijo con su segunda esposa, la ex coreógrafa del grupo. Ha ayudado a mantener una formula que vende discos y boletos en cada rincón del mercado mundial. Él es el héroe no celebrado en ninguna canción, que orquesta el sonido del éxito del rock and roll más grande en la historia de nuestro tiempo: una banda en la cual su viejo amigo de escuela es la cara pública principalmente.
“Bono sigue enojado y por esa razón la banda ha durado tanto tiempo”, afirma el hermano de The Edge, Dik Evans. “Bono hace su parte -que es decisiva- pero ninguno de ellos hace tanto como mi hermano. Edge es básicamente el cuarto de máquinas, trabajando todos los días en el estudio para lograr que los discos salgan. Y no saldrían sin él”.
El convoy se detiene en aquel punto remoto del aeropuerto Logan, reservado sólo para los dueños de aviones privados. Pequeños y lustrosos jets Lear están estacionados sobre el asfalto. Nuevos y brillantes jets Gulfstreams se encuentran a un lado. Y, en la parte trasera, empequeñeciéndolos a todos, está un Airbus 320 de 60 plazas adornado con la insignia color violeta y naranja del tour Vertigo y el logotipo de los cuatro hijos adoptivos de la ciudad.
Fue desde Boston, como bien se sabe, que los terroristas de 9/11 salieron, en vuelos que originalmente se dirigían a Los Ángeles. Así que la seguridad ahora es demasiado rigurosa. Sin embargo, hay un trato especial para el cuarteto que acaba de tocar en el Fleet Center con cupo para 20 mil personas. “Señores”, se le recuerda al personal de la aduana, estos caballeros pasan sin ninguna revisión”.
Estados Unidos ha adoptado a U2. Boston cuenta con la concentración más alta de inmigrantes irlandeses a Estados Unidos y una población estudiantil de aproximadamente 400 mil. Fue la radio universitaria de East Coast, en 1981, la que primero transmitió al aire la música de U2.

· La historia
The Edge recuerda tocar en un bar en Boston para sólo 300 almas, abriendo para una banda llamada Malooga. Cuando terminaron su presentación, todo el público dejó el lugar. Estaban empezando a penetrar el mercado estadounidense por la puerta trasera.
Veinticinco años más tarde, aquellos 300 regresaron sin duda para refrescar su memoria, pero esta vez trajeron a 19 mil 700 amigos. El estruendo que recibió a U2 fue ensordecedor, en especial el que provenía del barrio irlandés. Alguien ondeó un estandarte que decía “El país de Dios”. Alguien más lanzó su camiseta verde de futbol, que se quitó, por encima de la barrera y The Edge se la puso, mientras el cantante caminaba airosamente hasta los límites de la pasarela. Bono echó un vistazo hacia atrás, sorprendido. Dijo: “Linda camiseta, The Edge”. Se volteó hacia el público. “¡Es agradable estar en casa, con nuestro público!”
Los nuevos sencillos de cualquier grupo en su tercera década reciben, normalmente, aplausos por amabilidad. O en Estados Unidos, gritos de: “¡Canta algo del viejo repertorio!”, pero U2 ha maquinado la hazaña imposible de ser considerados músicos contemporáneos. Es raro que en una de sus presentaciones te sientas transportado al pasado. Su material más reciente es tan fuerte que ni siquiera sientes la necesidad de regresar al pasado.
Cada noche un acto de entretenimiento se construye alrededor del arquitecto inescrutable de la banda. Mientras The Edge toca un ciclo de notas como la música para establecer contacto en Close Encounters, Bono se acerca al micrófono. “Éste”, apunta hacia la izquierda del escenario, “es el mismo sonido que hizo la nave de The Edge cuando llegó al norte de Dublín. Larry, Adam y yo sólo nos quedamos ahí parados mirando. Una puerta se abrió y salió este hombre impresionantemente guapo. Larry dijo: '¿Quién eres tú? Y él respondió: 'Soy The Edge'. Y Adam dijo: '¿De dónde vienes?' y él respondió: 'Del futuro'. Y yo dije: '¿Cómo es allá?' y él respondió: '¡Mejor!'”
Media hora más tarde da inicio el acto supremo del teatro. Bono le pide a la multitud que levante sus teléfonos celulares para realizar una recreación de la tendencia de levantar los encendedores en los años setenta. Alrededor del anfiteatro, en los seis niveles, miles de foquitos de azul pálido parpadean en los cielos. Todos, hasta la banda, parecen asombrados por el espectáculo. “The Edge”, pregunta Bono, “¿es tu galaxia?”
La tarde siguiente, The Edge se encuentra en un departamento de 12 pisos en el SoHo con una taza de té helado y contemplando Nueva Jersey a través de una pared de cristal.
Es una buena compañía, pensativo, bastante serio y muy seco algunas veces. “Lo que más me enorgullece es mi humildad”, me dice en cierto momento. Sus oraciones perfectamente construidas delatan el enorme poder de concentración que se requiere para operar el sistema de sonido gigantesco reproducido en el escenario.
“Nuestra música no tiene límites. No fue inspirada por la mentalidad del blues de restaurante pequeño, donde se baila al compás de la música de un tocadiscos automático. Vino de un lugar diferente. Tocamos lo que sabemos hacer, y lo que sabemos hacer, de alguna manera, es componer música sencilla y simple”.
Pero el secreto, presuntamente, es crear una sensación de intimidad, aun cuando la banda toque en un espacio enorme.
“Bueno, hemos visto bandas en lugares pequeños que no se pueden comunicar, y he visto presentaciones en estadios donde todos están totalmente unidos, así que no se trata del tamaño del sitio. Se trata principalmente de las canciones. Vi a Bob Marley en Dalymount Park, en Dublín, en los años setenta, en su último tour creo, y fue indiscutible. He visto a Bruce Springsteen un par de ocasiones y ha sido increíble: la conexión que puede crear. Nunca vi a The Clash en un lugar grande, pero eran uno de los espectáculos en vivo más grandes de todos los tiempos, al igual que Stiff Little Fingers”.
“The Clash eran teatrales”, agrega. “Pero también se debe contar con un aspecto de espontaneidad, no saber en realidad qué va a pasar. Un riesgo. Una interacción entre el artista y el público”.

· La fórmula
“¿Cómo escribe sus canciones U2?”, se le pregunta.
“Empiezas por ser la nueva generación que establece su identidad al rechazar la generación previa, eso es parte del ciclo. Pero al final, sigues escribiendo hasta que te acercas a lo que crees que es la mejor canción del mundo”.
“¿Que para ti sería cuál?”, se le insiste.
“Cosas diferentes para épocas diferentes. Siempre tenemos diversas personas en nuestras mentes. Podría ser Bob Marley. Podría ser John Lennon. Podría ser The Clash. Antes, probablemente fue The Fall, Los Bunnymen, Magazine. Todas estas influencias están ahí guardadas en nuestras cabezas cuando estamos trabajando en algo, y las tomamos como punto de partida. Pero nunca hemos sacado nada por el simple hecho de que nos recuerde a alguien. Al final debe ser algo único”.
“Al final, si el rock and roll va a quedarse otros 500 años, va a ser porque la gente va a seguir escribiendo canciones maravillosas. Bob Dylan fue citado diciendo: 'Ya no puedo escribir esas canciones, no puedo escribir como lo hacía en los sesenta'. No estoy seguro si estoy de acuerdo con él, nuestras cosas siempre están cambiando”.
Habla de la partitura para el musical de El hombre araña, que está escribiendo con Bono, la cual será producida en Broadway en dos años. Y sobre su esposa, y de cómo se queja de que es insoportable durante el primer mes después de que un tour termina: a las ocho de la noche todos los días tiene explosiones de adrenalina. Pero, principalmente, habla de su relación con los otros tres chicos de la secundaria Mount Temple y de la suerte, del trabajo intenso y de la negociación para sobrevivir.
“No necesariamente estoy de acuerdo con todo lo que hace Bono, pero debes saber que cada quien tiene su opinión personal. No nos gusta todo lo que los demás realizan, pero es el compromiso lo que hace que funcionen las cosas. Nadie ha traicionado su compromiso inicial con el grupo”.
- The Independent
- Traducción de Odette León
· Vertigo Tour en México
U2 regresará nueve años después. La banda mantuvo vetado al país debido a un incidente ocurrido en el Foro Sol en 1997, cuando los guardaespaldas de Ernesto y Emiliano Zedillo -hijos del entonces presidente de México- golpearon al jefe de seguridad de la banda irlandesa, después de meterse a una zona restringida. El guardia fue hospitalizado por las lesiones recibidas y los integrantes de la banda dijeron que por ese motivo no regresarían al Distrito Federal.
Casi una década después, U2 anunció que México está incluido en su gira Vertigo. En su sitio de internet informa que se presentará en febrero, como parte de una gira mundial que incluye Sudamérica, Nueva Zelanda, Australia y Japón.

· De otro mundo
La banda irlandesa nació cuando Larry Mullen puso un aviso en su colegio donde buscaba a músicos para formar una banda. Le respondieron Paul Hewson (Bono, vocalista), Adam Clayton (bajo), David Evans (The Edge, guitarra) y su hermano Dik. Se llamaron primero Feedback, The Hype después y, finalmente, U2. Era 1976.
Más tarde grabaron su legendario álbum Boy, después War y en 1987 Joshua Tree, que rompió todos los récords en ventas, con 50 millones de copias. Su décimo tercer álbum es How To Dismantle An Atomic Bomb (Cómo desmantelar una bomba atómica).
Bono expresa su trozo de poesía con una expresión feroz: “Debajo de la quietud, de la maestría tipo Zen de los arpegios y de las notas cristalinas seleccionadas a la perfección, existe una furia, un lado explosivo, como lo he comprobado más de un par de ocasiones. Nunca te involucres en una pelea con un hombre que se gana la vida a través de la coordinación perfecta entre la vista y la mano”.
Fuente: Día Siete