Sentado en un sofá con U2: Hablando acerca de conciertos, la vida y remeras

Bono y Adam Clayton están sentados en un sofá en un hotel del centro de Montreal después de un concierto de U2 de la semana pasada, hablando de remeras. De repente tienen 17 años nuevamente pasando el rato en clubes de punk en su ciudad natal de Dublín, alrededor del año 1977.

“Los Ramones, los Clash, los Buzzcocks,” dice Clayton, el bajista de la banda, recordando a las bandas que él, Bono y los otros miembros de U2, el guitarrista The Edge y el baterista Larry Mullen Jr., fueron testigos y de las cuales tomaron inspiración desde la adolescencia.

“The Buzzcocks, las melodías eran muy geniales,” dice Bono, imitando el furioso rasgueo de guitarra de Pete Shelley. “¿Cuál era el nombre del baterista (John Maher)? Larry usaba una de sus partes en una de nuestras canciones.”

“Yo tomé algunas cosas de JJ Burnel (de Stranglers), un gran bajista,” agrega Clayton.

“Sí, abrimos el show para los Stranglers una vez y le pregunté si podía usar uno de nuestros distintivos en el escenario, y él, con razón, me dijo que me largara (con improperios),” dice Bono con una sonrisa. “Así que le limpiamos todo el camarín, nos llevamos toda la cerveza.”

Tal vez, para igualar las cosas, Clayton llevaba su remera de los Stranglers en el escenario frente a más de 20 mil fans, la noche final de la banda en Montreal. Sirvió como un preludio para las cinco noches consecutivas en el United Center de Chicago, que comenzó este miercoles pasado.

El show encuentra a U2 sirviendo como guías turísticos a sus primeros días como una banda luchando en Dublín, e incluso más atrás, a las aventuras y tragedias que dieron forma a sus jóvenes vidas. El setlist se enfoca en un disco que tuvo un nacimiento dificultoso y que generó algo de las más divisivas críticas en la carrera de la banda, Songs Of Innocence.

El disco fue lanzado el pasado septiembre como una auto-descarga gratuita para cientos de millones de usuarios de iTunes. “U2 lo llamó un “regalo”, pero algunos de los destinatarios lo llamaron “spam”, y la reacción negativa probablemente tiñó al disco. La poca estimulante producción de la banda, sugirió que U2 imitaba a bandas menos ambiciosas pero comercialmente exitosas que imitan a U2, convirtió el lanzamiento en un poco entusiasta preludio para una gira mundial.

Pero la gira expande e ilumina las canciones de una manera que revela que hay mucho más de Songs Of Innocence que lo que la conservadora producción sugiere. El disco fue una respuesta directa al enfoque más experimental tomado en la previa realización en estudio de U2, No Line On The Horizon de 2009, con colaboradores de toda la vida como Brian Eno y Daniel Lanois. Ese disco no produjo el éxito radial que la banda codiciaba.

“Probablemente deberíamos haberle permitido (a No Line…) ser tan experimental como cuando comenzó, a Eno le hubiera encantado si lo hubiéramos dejado de esa manera,” dice The Edge en el backstage del Bell Centre que hospedó a la estadía en Montreal de U2. “Pero el peso de la expectativa de nuestro trabajo influenció nuestra decisión de tratar de escribir algunas canciones que empujaron cosas en una dirección más accesible, y mientras ‘Moment Of Surrender’ es una de nuestras mejores canciones, ninguna otra canción en el disco es tan buena como esa.”

Así que U2 decidió ahora cambiar las cosas de una gran manera y trabajar con los actuales productores creadores de éxitos tales como Brian “Danger Mouse” Burton (que ha trabajado con The Black Keys y Gnarls Barkley), Ryan Tedder (Beyonce, Madonna) y Paul Epworth (Adele). El cuarteto metió manos por años para obtener canciones en una forma coherente. Finalmente, sacaron de muchas ideas un disco único de 11 canciones, con un disco sucesor en estudio programado tentativamente para ser lanzado el próximo año.

“Esta vez sentimos como que quisimos aprovechar lo que estaba sucediendo ahí en términos de producción,” dice The Edge. “Quisimos estar al día con la cultura. Somos abiertos a nuevas cosas. Ryan Tedder tiene un gran talento para reconocer canciones, cuál es una gran melodía, cuál es un gran gancho. Como banda queríamos canciones que realmente le llegaran a la gente, porque no tienen tiempo para sentarse con un disco. Si un disco no conecta rápidamente, hay una gran posibilidad de que no se escuche para nada.”

Pero el disco aun no resonó en la manera en la que la banda hubiera esperado.

“Si soy honesto, hay algo acerca del sonido de la grabación que es algo demasiado organizado,” dice Bono en una entrevista aparte. “Eso es lo que sucede cuando pasas tanto tiempo en el estudio.”

Pero la banda está unificada en su creencia de que las canciones son más duraderas que el conjunto, y la gira es un esfuerzo concertado para defenderlo. “Con el último disco, tratamos la ingeniería inversa, volvimos piezas experimentales en canciones, y no funcionó,” dice The Edge. “En este disco, quisimos empezar con canciones en las que creemos y luego entrar en lo experimental cuando quisiéramos.”

Sin embargo, la noción de la retrospectiva para un material, inicialmente, hizo al guitarrista cauteloso. “Dublín es un lugar muy fértil para comenzar a componer, pero quisimos hacer algo hacia el futuro,” dice. “Le temo a la nostalgia. No quería que las canciones sean demasiado sentimentales. Bono siguió tratando de encontrar maneras de explorar el pasado con honestidad, para evitar esas trampas, y lo hizo enfocándose en las experiencias fundamentales que dieron forma a quienes somos por el resto de nuestras vidas.”

Si las versiones en estudio ocultan lo íntimo y emocional que las canciones son, las interpretaciones en vivo amplifican esas cualidades quitando algo de la superficialidad. Las letras autobiográficas informan la primera mitad del show, con Bono en un punto de meditación en la muerte de su madre, Iris, cuando él tenía 14 años, liderando a los fans en una caminata virtual a través de su viejo vecindario del norte de Dublín y dentro de su dormitorio en “Cedarwood Road” y “Song For Someone”, y a través de la carnicería inocente-estremecedora de “Raised By Wolves”.

Las canciones más personales que abren el show se funden en una de las más abiertas en la segunda mitad del concierto, el dolor y la rabia del paso de la mayoría de edad a la adultez del adolescente y el reconocimiento de que la esperanza existe solo como parte de una comunidad. Grandes visuales, el diseño escenográfico y un sonido excepcionalmente nítido ayudan a convertir un viaje de dos horas y media en algo parecido a un juego de dos partes. Pero en vez de la grandilocuencia de Broadway, la banda presenta algo de la música más cruda que ha llevado a los escenarios en décadas.

Un puente que atraviesa el centro de la arena une dos escenarios, que son ampliamente usados. Por momentos el puente se convierte en una reproducción virtual de la esquina de la banda en Dublín. El sonido no emana de una sola fuente en el escenario, sino que de docenas de racimos de altavoces colgados del techo por toda la arena, creando un efecto envolvente.

“Nos permite proyectar nuestra música sin estar enormemente fuerte,” dice el director de sonido Joe O’Herlihy, el gurú del sonido de barba gris que ha trabajado con la banda desde 1978. “Este es un show muy directo con canciones que cuando son tocadas en vivo te hacen sentir como si estuvieran alcanzando finalmente su máximo potencial, como si no estuvieran finalizadas en el estudio. Hay otra identidad que se formula cuando tocan esas canciones en vivo, y me moviliza.”

Esto viene de una banda que se ha convertido en una bestia mucho más complicada que la que recorrió Norteamérica por primera vez en 1980 y tocó en cientos de clubes y pequeños teatros antes de ascender a arenas. U2 ahora asociado con Live Nation Entertainment, una corporación a varios niveles que controla a la mayoría de los grandes recintos para conciertos y a las más grandes compañías de ventas de tickets en Norteamérica, y que recarga con 250 dólares sus shows. Al mismo tiempo, Bono continua trabajando de manera constante como un defensor-activista-lobista global para los países más pobres del mundo. Durante un día libre en Montreal, él viajó a Ottawa para encontrarse con el Primer Ministro Canadiense, Stephen Harper, y miembros de la Casa de los Comunes para presionar por ayuda contra el SIDA en África.

“El mundo necesita más Canadá,” fue su mantra en el Parlamento de Canadá en Ottawa y sobre el escenario en Montreal.

Abundan las aparentes contradicciones, y una de los más fascinantes aspectos del actual show es que Bono confronta con ellos directamente. En una conversación imaginaria entre el Bono joven y la estrella de rock multimillonaria que es ahora, el Bono joven se mofa, “Olvidaste quien eres… Tienes 300 veces más de lo que necesitas.”

Es un momento vigorizante que humaniza un show que está reducido para una arena, y que además lucha por intimidad.

“Nos encanta el punk, pero tomamos las ideas del punk y las expandimos,” dice Clayton, que sigue luciendo su remera de los Stranglers desde el concierto de aquella noche. “Las cosas de las que habla Bono y que abarcan estas canciones vienen de un lugar muy real para todos nosotros en Dublín.”