En nombre del amor: Es tiempo de darles a Bob Geldof y a Bono un descanso

Incluso antes que la primera nota de Band Aid 30 fuera cantada, los líderes de Boomtown Rats y de U2 fueron sometidos a un torrente de abusos. Stuart Bailie, periodista de la BBC, que conoce a ambos hombres, dice que ellos realmente no se lo merecen.

Tanto Bono como Bob Geldof perdieron a sus madres a una temprana edad. Cada uno de ellos han usado la música para expresar sus sentimientos de abandono, para buscar el amor incondicional en la sala de conciertos, en los grandes estribillos, en las masas de manos y voces. Es un anhelo que nunca será llenado. La música popular es voluble. Los fans siguen adelante. Y así Bono y Geldof se han movido más en el mundo, en busca de declaraciones más grandes, respuestas globales y millones de correcciones en dólares.

Esto está acentuado por sus antecedentes en Dublín. Ninguno creció pobre, pero estuvieron en una nación en desarrollo y sus ambiciones eran grandes. Salir de Irlanda, particularmente como un músico, les tomó una enorme energía y enfoque. Bill Graham, el fallecido escritor de Hot Press, señaló que este dúo era sobre triunfadores por necesidad. Y una vez que ganaron cierta influencia con el público, no se fueron a descansar, incluso cuando fueron ridiculizados y odiados.

Bono compuso “I Will Follow” acerca de su madre Iris y de esa búsqueda por la integridad. Se informó su participación con el grupo espiritual Shalom y le dio a él un sentido de misión. Por lo tanto, en los primeros días encontró a U2 en caravanas de ayuno, reuniones de oraciones antes de los conciertos y grabando canciones abiertamente cristianas. Luego, se volvieron más mundanos y se distanciaron de la “limpieza”, pero esta banda ha sido más limpia que la mayoría.

Geldof fue en otra dirección y se convirtió en un cínico espectacular. Arriesgó su camino al punk y su primer lanzamiento fue Looking After Number One. Trastocó una línea de John Donne cuando cantó, “Yo soy una isla, entera de mi mismo”. Fue todo acerca de Bob hasta que se enteró de la hambruna en Etiopía de 1984. Luego se cargó con un sentimiento de ira y formó Band Aid. Tuvo un cómplice dispuesto en Bono y desde entonces, ellos han sido un dúo, gritando y persuadiendo, sugiriendo que el rock and roll es algo más que el interés propio.

En estos días, tienes que esforzarte para encontrar una palabra positiva sobre del dúo. La caridad es el tópico más difícil con el que vivir. En el sentido tradicional, demanda humildad, el renunciamiento de riquezas y una vida vivida de forma clara y transparente. Pero la versión 2014 parece ser diferente. Bob y Bono tienen riqueza material, ocultos arreglos fiscales y ocasionales contratiempos con jets privados.

La actitud punk de Geldof le ha servido muy bien en los negocios. Ha sido subversivo, impertérrito y oportunista. Por lo tanto ha prosperado. No estoy seguro si deberíamos envidiarle eso. Por otro lado, es casi a prueba de balas cuando se trata de crítica y el último muro de defensa es la grosería, la beligerancia y la franqueza. Lo daña, sin embargo, cuando su música no es tomada seriamente. Los Boomtown Rats nunca fueron tomados en cuenta estando con los Sex Pistols, los Clash y The Jam. No fueron tan geniales. Pero él persevera, y solo el año pasado estuvo devuelta en un escenario en Ulster Hall, balando sobre una trampa para ratas en su traje de piel de serpiente.

Me gusta Bob. Me lo he encontrado varias veces y él es rudo, divertido y decidido. Se preocupa por la música y eso ha sido un consuelo cuando su vida personal ha sido horrenda. Es inimaginable perder a tu madre, a tu esposa y a tu hija de esa manera. Hay veces cuando Bob parece como un arquetipo, el Rey Lear para una época de locos. Es merecedor de simpatía y a veces lo consigue. Pero entonces Geldof regresa a las vías del activismo, agarrando un causa sin permiso, intimidando a otra generación de tontos pop y así encendiendo nuevamente el antagonismo.

¿Lo disuadió? Ni remotamente. Creo que eso es admirable. Él prospera en la cara del desprecio. Consigue hacer las cosas, a menudo, de una manera contraria. A veces esto causa inconvenientes con el sistema regular de caridad o las programaciones navideñas de la industria de la música y algunos de nosotros podríamos haber vivido sin la reunión de Pink Floyd en el Live 8, pero, vamos, es así como le sale. Significativamente, desde 1984 no ha habido un reemplazo para el trabajo. Así que han pasado muchas generaciones de música desde entonces y ni un representante furioso, capaz de golpear cabezas juntas, de hablar acerca del aborrecimiento, de la vaciedad y de la indiferencia pública.

Bono, a menudo, ha hablado de vivir su vida en el corazón de la contradicción. Una vez cantó que una conciencia puede ser en algún momento una peste. Como Geldof, ha pasado de la ingenuidad acerca de la economía mundial a algo más informado. En aquel primer single de Band Aid, invocaba a Dios, cantando demasiado fuerte y con una mirada tonta. Pero ahí pareció estar una importante evolución con Jubilee 2000 y Drop The Debt. No se trataba más de una solución a corto plazo. Así que mientras la música podía recaudar algo de dinero, la estrella de rock podía ser persuasivo, un solucionador y quizá incluso un negociador.

He visto a Bono en algunas de esas situaciones. En aquel entonces, no creí que hubiera vanidad en su motivación o que lo estuviera haciendo por su carrera. De hecho, los otros miembros de U2 tranquilamente harían saber que toda esta filantropía no era buena para su carrera musical. Tampoco lo fueron esas oportunas fotos con George Bush y tiranos financieros.

En 2014 es difícil conciliar esos extremos. ¿Cómo puedes ser benévolo acerca de tu conciencia y a la vez ser tan cercano a esos neoconservadores sedientos de guerra? ¿Cómo puedes predicar por caridad y valores sociales cuando tus propias financias involucran cuentas off-shore? ¿Y realmente nos estas haciendo un favor imponiéndonos un montón de canciones en nuestra colección de iTunes? Como su compañero de banda The Edge suele decir, Bono es un interesante grupo de muchachos.

Yo estuve con U2 en Waterfront Hall en mayo de 1998 cuando Bono tuvo a Trimble y Hume para estrecharse las manos por primera vez en público. El impacto del concierto por el “Sí” balanceó la votación por un 2% y salvó el referéndum Good Friday para poner fin al conflicto de Irlanda del Norte. De hecho hizo la diferencia. Tres años después me lo encontré en Berlín y cuando se enteró que el proceso de paz estaba en seria dificultad, el cantante agarró su teléfono y un número salió de la marcación rápida.

Estaba llamando a Bill Clinton y me preguntó que necesitábamos del expresidente norteamericano. No quedé sin palabras. Fue mi oportunidad para arreglar el proceso de paz de Irlanda del Norte con Bono y Bill, pero el desafío me sobrepasó. Él alejó el teléfono. El momento había pasado.

Cada vez que te encuentras con U2, quieren saber acerca de la Gran Idea. La pequeña charla no es un problema. Tienden a moverse rápido y se mueven en escala. A veces lo consiguen desgraciadamente mal. “Sunday Bloody Sunday” siempre será una canción terrible. Una vez vi una transmisión del ZooTV desde Sarajevo en Earl's Court de Londres que hizo que cada molécula en mi persona se estremeciera. Él puede ser un desastroso torpe. Y al igual que Bob, esta obligado de por vida. Por lo que necesita un sucesor. En la mayor parte, falla con razonable intención.

La música no va a salvar al mundo. Eso es una triste sobra para la era de acuario. Su impacto es insignificante frente a las multinacionales, los neoliberales, el orden bancario, las atracciones secundarias en línea, la penetrante apatía y el letargo mediático. Pero ocasionalmente, la música puede cristalizar una idea o fuerza a través de una intención. Live Aid 30 es una grabación menospreciable, hecha por cabezas huecas aulladoras y magullados compositores de poca monta. Pero defendería la idea en eso. Y en parte entiendo cómo Bob y Bono se sienten obligados a hacer algo, en vez de nada. Una vez más, en nombre del amor.